Mirar al retrovisor

Trump: ¿canto de cisne del Imperio norteamericano?

Estados Unidos evidencia ya no tener fuerza para imponer su poder omnipotente sobre el mundo, y en cuestiones imperiales y de poder, cuando no puedes ganar, empiezas a perder, dice Joan Santacana.

Mirar al retrovisor

Trump: ¿canto de cisne del Imperio norteamericano?

/por Joan Santacana Mestre/

Sí, el dólar es la moneda de referencia; hasta los enemigos del dólar hacen negocios en dólares. El dólar equivale a poder y riqueza. Pero cabe interrogarnos sobre cómo será el final de esta hegemonía. ¿Hasta cuando el dólar será la divisa de referencia del mundo? Desde que existe el concepto de Estado, el oro y la plata han sido la referencia para toda transacción económica. Quien tenia oro o plata tenía el poder. La agricultura, la ganadería, las industrias y los servicios canjeaban sus productos por el metal amarillo o la refulgente plata. Quien atesoraba estos raros e incorruptibles metales tenía asegurado el porvenir. Eso fue así durante miles de años. Acuñar moneda no era otra cosa que hacer emisiones de metal a partir de lingotes de oro o de plata. Así funcionaron los sistemas financieros durante casi dos mil años.

Tiempos vinieron en que el Estado, en vez de pagar con oro o plata, empezó a pagar con papeles en los cuales se decía que el monarca cambiaría aquel papel por los gramos de plata u oro que en él se mencionaban. Tener aquellos papeles era igual que tener el oro o la plata. Se trataba de una equivalencia perfecta. Y así se funcionó durante casi quinientos años.

Pero llegó la Primera Gran Guerra, aquella que se inició el 1914; y poco después vino la Segunda Gran Guerra, la que se inició en 1939. En ambos conflictos bélicos, las grandes potencias industriales europeas se pelearon entre sí; empeñaron todo su poder económico en una lucha a vida o muerte. Era la guerra de las industrias; las grandes acererías, las fundiciones de metal, las minas, la producción toda de la zona más rica del mundo se empeñaron en aquella titánica lucha. Sin embargo, casi de inmediato se dieron cuenta de que la guerra moderna lo consumía todo. Pronto los países contendientes necesitaron crédito y los Estados Unidos de América empezaron a prestar; dejaron dinero a los que les compraban armas; cargamentos enteros de armas salieron de América para la vieja Europa en guerra. A cambio de ello, toneladas de plata y oro salieron de Europa hacia América. Al final de estos dos conflictos, la mayor parte de la plata y el oro atesorado en Europa durante siglos había sido transferido a Estados Unidos de América. Un mundo arruinado, una Europa empobrecida y destruida, requería dinero, pero no lo tenía. ¿Qué hacer? ¿Cómo solucionar el terrible problema? Hacía falta mucho dinero en todas partes, pero en los bancos de Londres, París, Berlín, Bruselas, Ámsterdam o Roma no había oro ni plata. Sólo los Estados Unidos de América podían financiar la reconstrucción del Viejo Continente; y el resultado de ello fue el plan Marshall.

Los poderosos del mundo se reunieron en un lindo hotelito en Bretton Woots; era el verano de 1944. Allí firmaron un acuerdo importante: se dijeron entre ellos que, «dado que nadie tiene plata ni oro, excepto los bancos de Norteamérica —que tienen la plata y el oro de todo el mundo—, quienes tengan dólares, en realidad también tienen el oro y la plata norteamericanos, puesto que el dólar es un papel convertible en oro». Y desde entonces, el dólar norteamerican es la divisa universal, hasta hoy. ¡Allí nació el Imperio norteamericano!

Firma de los Acuerdos de Bretton Woods en julio de 1944.

Sin embargo, desde 1944 hasta el presente han ocurrido muchas cosas en el mundo, la más significativa para nuestra historia es que la deuda de Estados Unidos asciende en 2018 a la astronómica cifra de más de veintiún mil billones de de dólares. Desde hace décadas el dólar ya no es convertible en oro y la balanza comercial norteamericana cada vez acumula más déficit, especialmente con China, mientras que ésta aumenta día a día su superávit. Y si esto es así, cabe preguntarnos por qué el dólar sigue siendo el patrón si ya no puede ser avalado por las reservas de oro ni por un superávit en el intercambio económico. La razón fundamental no es otra que el miedo; el terror que produce en todos los sectores una caída de la moneda norteamericana. Una hipotética caída del patrón dólar significaría el hundimiento de todo el sistema; sería como una bomba nuclear económica, el fin del capitalismo tal como lo conocemos. ¡Por eso aguanta! Conscientes de su fragilidad, de la inestabilidad de todo el sistema, las oligarquías yanquis no quieren perder su aparente dominio de las finanzas del mundo. Y para blindar esta inestable hegemonía económica, parece que quieren imponerse en todos los ámbitos de la vida. Por ello, desde el 2001 hasta hoy, los Estados Unidos han decidido ejercer la hegemonía mundial unilateral, renunciar a los convenios internacionales, reservarse el derecho de agredir o declarar la guerra a otro país, imponer sus decisiones en todas las parcelas de la vida de las naciones y decidir cual de ellas ha de hundirse o bien puede sobrevivir.

Sin embargo, esta decisión de imponer su voluntad está resultando muy difícil de conseguirse: la primera guerra de Irak, que fue la primera manifestación de esta forma de actuar, no fue precisamente un éxito, como tampoco lo fue la guerra de Afganistán. La segunda guerra de Irak, a pesar de ganarla, fue un fracaso, y hoy este país está peor que antes. Tampoco Libia está hoy mejor que ayer; ni resulta fácil «eliminar el déficit comercial de Estados Unidos en dos años», tal como prometió Trump en sus primeros días de presidente; ni parece que sea un éxito su particular guerra comercial con China. Es decir, el Imperio todavía no parece que tenga fuerza para imponer su poder omnipotente sobre el mundo, y en cuestiones imperiales y de poder, cuando no puedes ganar, empiezas a perder. Por lo tanto, cabe preguntarnos: ¿hasta qué punto la política del actual presidente Trump no es el canto del cisne del Imperio americano? Y ya saben que los antiguos decian que el cisne inicia una bello canto justo antes de morir…

Quizas por todo lo dicho, Eric Hobsbawm, uno de los grandes historiadores del siglo, se preguntó antes de morir si las sucesivas administraciones yanquis se sentirían tentadas a mantener su predominio global, cada vez más deteriorado: «¿Recurrirán a la fuerza político-militar y al hacerlo provocarán, no el orden global, sino el desorden; no la paz global, sino el conflicto; no el avance de la civilización, sino el de la barbarie? Ésta es, como dijo Hamlet, la cuestión. Sólo el futuro nos lo dirá».  Estas frases las pronunció el historiador en una conferencia en Harvard el 19 de octubre de 2005. Desde entonces han transcurrido trece años y los hechos recientes parece que elevan a Eric Hobsbawm al grado de profeta. Como toda profecía, efectivamente, sólo el paso del tiempo la validará o no.


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

1 comments on “Trump: ¿canto de cisne del Imperio norteamericano?

  1. Tomás Franco

    Muy buen artículo. Salvo aclarar que EEUU no intenta imponer su voluntad desde 2001, sino que lo hace desde muchos años más atrás. Sólo con citar el plan Cóndor perpetrado por la CIA para reforzar las políticas neoliberales (que continúan su penosa injerencia) en el cono sur de américa y que implicó el asesinato y persecución de miles de personas de la mano de las dictaduras de la época es más que suficiente. Saludos

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