Actualidad

El tecnologismo totalitario

Antonio Costa escribe sobre la tiranía de un mundo de las máquinas y su ahogamiento del mundo de los hombres.

/ por Antonio Costa /

1

El tecnologismo es un movimiento totalitario (lo digo sin ninguna ironía). Porque se impone absolutamente. Nos aplasta a todos. Ya no es tecnología, es tecnologismo. La explicación de todo por la tecnología, el dominio total de la tecnología. Arrincona todo lo demás, devalúa todo lo demás. Porque ridiculiza y arrincona a todo aquel que duda. A todo aquel que se cuestiona un poco su dominio absoluto. El que lo hace es un friki, un demonio, un antisistema. Un hereje, alguien al que arrojar a las tinieblas exteriores. Fuera de la tecnología no hay salvación.

Porque no da opciones, es el partido único. No se puede pensar de otra manera, no se puede uno interesar por otras cosas. No puede uno acercarse a la vida de otro modo. No puede uno sencillamente acercarse a la vida. Porque las masas triunfalistas te aplastan, te quedas como Marcello Mastroianni en Una jornada particular de Ettore Scola. Las masas que en esa película celebraban los fastos del fascismo sin discusión, ahora celebran los fastos sensacionalistas del tecnologismo sin discusión. ¡Ay de ti si dudas, si miras un poco hacia otro lado!  

Porque deshumaniza y cosifica. Porque despersonaliza y masifica. Lo que cuenta es el conjunto, la masa que grita triunfal y te aplasta. Porque no tienes donde meterte, es totalitario. Porque el tecnologismo absoluto elimina todo lo demás: la inspiración, la imaginación, la vibración, la vida, la espontaneidad. Porque lo regulariza todo y lo mecaniza todo. Como los desfiles nazis. Porque lo mata todo. La máquina te mecaniza y te quita el alma. Porque te esclaviza totalmente. Porque la técnica lo es todo y tú no eres nada. Como el Estado de Mussolini. Porque con violencia te aplasta. No dialoga, no habla contigo, no te escucha. No escucha nada. Porque es el ruido continuo y el no escuchar. Como los desfiles nazis. Como las botas nazis.

2

Traga tecnología y cállate. Compra y no digas nada. Desfila hacia el centro comercial a comprar el último invento ( y se burlaban del «que inventen ellos») aunque aún no hayas asimilado el anterior. No te cuesta ningún trabajo empujar una puerta, pero tienen que imponerte la célula fotoeléctrica para abrir la puerta, aunque no haya ni puta necesidad de ella. El caso es tragar y tragar.

Y no se te ocurra cuestionar nada. Te conviertes en un bicho raro, en un friki, poco menos que en un terrorista. En alguien que no está de acuerdo con aquello que ni siquiera te permiten cuestionar. Tienes que tragar y tragar. Y si no, eres un paranoico, un neoludita, qué sé yo. Habrá que inventar palabras y palabras para estigmatizarte. Compra la última máquina, coño. Pero si aún no terminé de pagar la anterior, y aún no sé para todo lo que vale. Pues pide un crédito y date prisa, coño.

Y no pongas en duda nada. El mundo es como es y no hay más que hablar. Y el futuro lo deciden otros. Y el futuro lo deciden ellos, como en el hitlerismo, el estalinismo. Todo para el Estado y nada al margen del Estado. Todo para la tecnocracia y ninguna duda sobre la tecnocracia. No seas aguafiestas, coño. Todos somos felices, y si no te das cuenta es que eres un descontento. Y si no puedes pagarlo, esfúmate.  Faltaría más, vamos a esperar por los muertos de hambre, por los lentos, por los que quieren respirar. No hace falta respirar, hay que ser feliz porque lo mandan los que mandan, porque es lo correcto.

¿Poner en duda algo, imaginar otra cosa? ¡Sugerir: y si apreciáramos un poco esto otro? ¿Y si quisiéramos vivir un poco, leer a Rilke, escuchar el arpa? Cállate, coño, y marca el paso del desfile.

3

Y sale el glorioso Javier Sampedro y nos dice que las máquinas son grandes porque a ellas no les afectan los virus de la madre naturaleza. Solo les afectan otros virus que se resuelven más fácilmente. Y por eso son fuertes y grandes y hay que rendirse ante ellas. Y de nada nos servirá oponernos.

De nada nos servirá oponernos, eso sí que es un argumento. El mismo argumento bestia de zafiedad sublime que usaban los nazis. Somos los más fuertes y no os servirá de nada resistiros. Tenéis que inmolaros ante nosotros porque somos más fuertes y resistentes. Y todos los demás sois putos judíos. Nosotros somo rubios y altos, y las máquinas son de metal y con programas y no tienen virus biológicos. Y todos los que no son máquinas son putos frikis nacidos de madre.

Eso es lo que reflexiona el gran tipo en el gran diario y millones de corderos lo leen. Entonces la vida tiene que rendirse a la máquina, lo libre a lo programado, lo palpitante o lo metálico, la tristeza a la alegría programada, la duda a la eficiencia absoluta, lo imprevisible a las «preguntas frecuentes», lo personal a lo masivo. Y los que leen a Proust deben someterse a los que leen tratados de programación.

¿Y para qué? ¿Para qué estamos en el mundo los hombres si se lo vamos a dar a las máquinas? Joder, yo no comprendo tales dosis de imbecilidad coletiva.  La libertad creativa e ilimitada  se rinde ante la programación y las máquinas que dicen: opción 1, opción 2.


Antonio Costa Gómez, nacido en Barcelona en 1956, afincado actualmente en Salamanca, se crió en Galicia desde muy pequeño. Estudió filología hispánica e historia del arte y hoy es profesor de literatura en enseñanza media. Ha publicado libros en todos los géneros literarios: Revelación, El tamarindo, Las campanas, La reina secreta, La seda y la niebla, etcétera, con los que ha sido galardonado con numerosos premios: la Estafeta Literaria en 1976, el del Ministerio de Cultura en 1981 o el de Amantes de Teruel en 1985. Con Las campanas llegó a la última votación del Premio Nadal en 1994 y del Premio Planeta en 2001. Colaborador en más de una treintena de diarios y revistas, ha viajado por los cinco continentes.

4 comments on “El tecnologismo totalitario

  1. El panorama que se pinta es duro, pero cierto, tengámoslo en cuenta, pero resistamos. Seguiremos leyendo a Rilke, a Proust y a muchos otros, y escuchando la lira y otras muchas músicas, y así cruzaremos el Mar Rojo.

    • reyesagudomuoz

      Si yo lo diera por cierto estaría muy débil, últimamente veo y leo a Eduardo Sanguinetti, es como escucharme a mí misma, me refuerza.

  2. reyesagudomuoz

    hola

  3. No lo tengo por cierto. Ultimamente veo y leo a Eduardo Sanguinetti, es como escucharme, me refuerza.

Deja un comentario

%d