Una lectura de ‘La metamorfosis’ de Kafka

Juan Calvin Palomares reflexiona sobre la gran novela del escritor checo y su protagonista: un cuerpo marcado por la depresión provocada por su insoportable «nueva normalidad».

/ por Juan Calvin Palomares /

La Metamorfosis de Franz Kafka:

Qué profundo asco,
qué honda pena
da,
la nueva normalidad.

Un pobre escarabajo confundido por cucaracha.

Cuerpos extraños que viven en las fronteras


Introducción: Un cuerpo marcado por la depresión

Franz Kafka (1883-1924) desgarra en su obra La metamorfosis la ternura del lector en la narración del terror vivido por Gregor Samsa al transformarse en un insecto, un bicho o, como veremos, algo que se escapa de lo humanamente normativo. La metamorfosis no es una lectura navideña. Por momentos la vivencia de Gregor golpea al lector en dolores interiores, en la inefable intimidad, en pinceladas llenas de expresión insoportable, asfixiante.1 Una lectura reposada de este texto, sencillo en su genialidad, saca las lágrimas. La construcción narrativa del espacio edifica lo subterráneo, lo inmundo, aquello que se arrastra por el suelo, narra el limbo y el estercolero. En definitiva, aunque en las antípodas del estilo de Dante, Kafka narra el infierno. Lo infernal como el lugar destinado para quienes han perdido la humanidad.

En La metamorfosis el espacio de la habitación, en un círculo interior, y el hogar, en uno exterior, se constituye míticamente, lleno de los primigenios terrores de lo diferente. En el mito, en su pretensión de totalidad, se construyen narrativas cuya finalidad pasa por normalizar la violencia contra los individuos anatemizados.2 ¿Qué clase de dolencia, patología, o defecto, estigmatiza a Gregor para ser relegado al infierno del olvido? ¿Es la narrativa del depresivo a quien se le condena a morir de hambre? Gregor es un sujeto infeliz antes de su transformación, aplastado por el peso de un rendimiento que termina por somatizar en su cuerpo. Ante la patente afección, Gregor es receptáculo de la violencia de sus familiares, quienes encuentran finalmente liberación en la muerte, en el sacrificio, de Gregor. El relato funciona como un mito propiciatorio.

Las ensoñaciones depresivas transcurren en las fantasías de quitarse de en medio; en la momentánea satisfacción de hacer algo liberador para quienes nos rodean. ¿Hay una purificación mítica en la que se vincula la situación de miseria de la familia con el cuerpo de Gregor? El cuerpo de Gregor es un cuerpo paralizado, un cuerpo mutilado por la violencia de un padre que lo conduce a un rendimiento sin límite. El cuerpo de Gregor es el cuerpo surrealista del propio Kafka. Es lo crudo en la cultura totémica, la cojera de Edipo, o la de Jacob, pues quien sufre una dolencia, o incapacidad, quien es tullido, es receptáculo de violencia. Quien no encaja, quien no se adapta, sobre todo por deformaciones físicas, es diana de la ira, de las tensiones, objeto de sacrificio.3 El cuerpo de Kafka es incapaz de cumplir las expectativas del padre y la violencia interior del escritor es plasmada en un texto donde lo inefable cobra, como la bruma en el aire, texturas palpables para el lector. Gregor es dejado morir de hambre por su familia, un acto que pueda golpearnos hasta rompernos, pero que no es extraño en la cultura humana. Las primeras noticias del pasado que nos llegan sobre esto provienen de Egipto, donde dejaban morir de hambre a quienes sufrían una parálisis.4 ¿Qué clase de parálisis es la depresión? Una dolencia en escalada en los siglos más cercanos, pues va de la mano de las desmedidas exigencias de la modernidad sumadas al desprecio por el cuerpo, pues es en la pérdida de la realidad de nuestro ser, de nuestro cuerpo, donde se da la depresión.5 El cuerpo de Gregor, aún en la existencia marcada por el tiempo que da el reloj, aún preso de las exigencias del rendimiento, aun siendo humano en sus cargas pasadas, se deshace de lo más básico para seguir siendo considerado como tal.

Desarrollo: Comentario al texto. La insoportable nueva realidad.

En este breve pero intenso relato de Kafka, la vulnerabilidad del cuerpo es mostrada en las fronteras de lo normal, cuando las fuerzas del caos lo apresan y desintegran. El protagonista despierta en una terrible pesadilla que él vive con una normalidad interna que puede descolocar al lector, intenta disipar los signos de su transformación en lo agradable del sueño, huyendo hacía él, y también en los pesos de la rutina laboral. El contraste entre lo externo y lo interno en Gregor Samsa choca en el lector y le hace sospechar, pues quizá sólo sea una ensoñación. La voz interior casi parece disolverse en lo abovedado del nuevo cuerpo, mientras sus pensamientos procuran asideros donde agarrarse, en deudas por pagar, en la posibilidad de enfermar. En el interior de Gregor Samsa la voz de la madre continúa siendo dulce, pero la propia ya no se comprende. En su dureza el padre no sé da cuenta, pero la hermana en su ternura percibe que algo ocurre, en su perspicacia se da cuenta de que algo pasa con Gregor.

En el inicio de este texto Gregor se encuentra en el momento de la vigilia, en la ensoñación, tan importante en la historia de la filosofía;6 con la esperanza de que, en ese momento, justo antes de dormir o despertar donde se maximizan los dolores corporales y que en el levantamiento desaparecen, los signos funestos de la metamorfosis solo sean las extensiones fantasiosas de sus quejas. La esperanza de que el cuerpo transformado en bicho sea solo una ilusión de la pereza mañanera. Es cuando tiene que mover su cuerpo que la realidad se impone, no puede salir de la cama y decide pedir ayuda. El gerente, casi como una extensión del pensamiento de Gregor; la hermana en sus premoniciones; su madre dulcemente asustada; el padre ausente y duro; ante la voz de Gregor nada entienden, una voz destrozada, pero que hace justicia a los sentimientos más profundos de hastío del protagonista.

La violencia en la narración cobra sus mayores tasas cuando el cuerpo de Gregor es puesto a la vista de su familia, cuando lo ensoñado se materializa. El lloro de la madre y los bastonazos del padre rompen el alma. La voz de Gregor es una voz en el vacío, su discurso se convierte en nada, su cuerpo monstruoso hace que su voz sea ¿incomprensible o desatendida? ¿Cuál es la diferencia? La tensión insoportable entre el deseo de volver a la normalidad de Gregor y el espanto de la familia sitúa al lector en la frontera del relato mítico. Tomamos parte del dolor de Gregor y del dolor de la familia, pero lo más desgarrador es la distancia entre ambos dolores. Dolores tan dispares en un mismo marco, en una misma escena, quizá irreconciliables.7

Es tan fina la línea entre el genio y lo ridículo que una escena pueda hacerte reír y a la vez llorar. Kafka surca en su genialidad las fronteras entre lo normativo y lo monstruoso, transcurre el espacio quebradizo en el que se piensa como volver a una normalidad desbordada. Son tan delicadas las notas de la hermana en la mente del bicho, obsesionado con su ternura y desnudez, es la única que se preocupa por el alimento; y a la vez es tan dura la escena, pues la relación con la hermana acaba siendo como la que se tiene con un animal. La triangulación entre Gregor, su hermana y sus padres, se tensa en preocupaciones que van escalándose en silenciosa virulencia.

Es tan doloroso comprobar que los deseos de normalidad son inútiles, que no puedes hacer nada para contribuir al bienestar de la familia, que la vergüenza y el asco se intensifican en un ardiente y tenebroso sentimiento de tristeza. Qué profundo asco y que honda pena da la nueva normalidad. La nueva realidad de Gregor es una visión insoportable para la familia; una situación con la que no se puedes reconciliar, a la que no se pueden acostumbrar. El terrible viaje de la enfermedad, de la locura o de la parálisis, culmina en vaciar el espacio propio de aquello que a uno lo hacía humano. Al vaciarle la habitación de muebles lo deshabitan de recuerdos; en la extraña pero familiar severidad del padre la nueva realidad del hijo se materializa en una insufrible monstruosidad.8

La terrible herida ejercida por el padre ante la monstruosidad del hijo es tan desencarnada, fría, como el que hiere en un ritual convertido en gesto burocrático. La violencia del padre es sacrificial. Los fantasmas de la supervivencia van ocupando su lugar en el espacio del hogar. El traje de trabajo del padre como un símbolo, inquietante, prueba de un esfuerzo desmedido, es un ropaje ceremonial. El padre es el mayor encargado de ejercer la violencia divina, el encargado de recobrar al cosmos ante la desgracia única antes no vista, la desgracia invisible y silenciosa que sufre Gregor y que se ha hecho visible en su propio cuerpo. Una desgracia que afecta profundamente a toda la familia.

La situación empeora con los cuidados de la sirvienta, cuando la hermana llega al agotamiento en los cuidados, pues hasta el amor tiene un límite, muy reducido cuando se trata de cuidar a una bestia. Ahora bien, ¿qué es más duro? ¿El apodo de viejo escarabajo o la ignorancia absoluta? La música de la hermana es una llamada irresistible, lo poco que lo mantiene humano, lo único que lo mantiene con cierto orgullo, el último resquicio para pensar en la posibilidad de recuperar cierta normalidad; pero la realidad lo devuelve de nuevo a la oscuridad de la violencia sagrada. El violín contra el suelo, el papel del padre, la madre ida, y finalmente el veredicto de la hermana: culpable, es un monstruo, hay que liberarse. En los dispares dolores unos lloran en un insoportable dolor que se convierte en alegría y el otro pierde su identidad. Gregor finge su muerte en la esperanza de que, en su quietud, en su ofensa, la familia reconozca lo que le queda de humanidad. Son las ensoñaciones de la depresión, las cuales, como una profecía autocumplida, acaban por cumplirse.9

Reflexión: la carta al padre y un pobre escarabajo confundido por una cucaracha

Kafka confiesa en una de sus cartas un miedo irracional a su padre. Expresa una falta de gratitud y una frialdad que no sabe muy bien de dónde proceden; de qué rincón de su alma. Expresa su debilidad y la fuerza aplastante de su padre. Le reprocha cierta sequedad y una dispar alegría que se esfumaba ligeramente ante él.10 Kafka expresa en la carta a su padre el desmedido ímpetu en el que el niño que fue no encontró camino, apertura ni ternura;11 el sentimiento de estar aplastado por la corporeidad del padre.12 En sus recuerdos de infancia, recuerda al padre en un poder inconsciente de su propia brutalidad, de su dureza en los juicios de valor. Las palabras del padre, como mandatos imposibles de cumplir para un carácter como el del niño que fue Franz,13 se incrustaron en su cuerpo como esa manzana lanzada a Gregor, pudriéndose en su interior.

La hipocresía del padre es para el niño como el mundo abriéndose por los pies. Obedecer era imposible por la falta de fuerza, por la inadecuación a la vitalidad del padre, y rebelarse era insoportable.14 El padre le niega la voz en ese «no contestes», una latente violencia15 en la que Franz se volvió inseguro de su propio cuerpo, una corporeidad que se le hizo extraña y que se manifestó en una constante preocupación por la salud.16 En esta carta al padre encontramos las coordenadas biográficas que construyeron las líneas maestras de su obra literaria. En este texto de La Metamorfosis, en una expresividad casi surrealista, se narra la dureza interior de Franz ante su padre. Se relatan los infiernos de la depresión y las ensoñaciones del martirio. La singularidad del infierno está en su imposibilidad de compartir su negatividad. En la experiencia de Gregor no hay ni un resquicio de empatía. Kafka es una mirada ansiosa ante el abismo del dolor, y en toda su pluralidad, como un mártir que manifiesta el dolor de la inteligencia, blasfema contra la creencia de que el intelecto no padece.17

La metamorfosis es un grito autentico y profundo en ese infierno. La transformación de Gregor es tan terrible que no deja lugar para el grito previo a despertar, ni para el lamento contra Dios ante tal situación. Ahora bien, sigue teniendo una conciencia clara, es una encarnación del ser sugerido por Descartes. Si somos una cosa que piensa, ¿qué clase de cosa es el bicho en el que se convierte Gregor? ¿Acaso no piensa? Kafka crea una fábula cuya densidad supera a la realidad misma, y en esa genialidad se hizo un clásico de nuestro tiempo.18 Las notas para ello las hemos visto en la carta a su padre; en la dura experiencia de una corporeidad anulada y que refleja una constante de la época. La genialidad reside en plasmar narrativamente un asunto tan personal, de su pura biografía, pero de tal manera que, con las exageraciones y transformaciones necesarias, se torne universal. Kafka da sentimientos al monstruo, pero también a la familia con la que convive, y en este marco de convivencias narra esta universal drama de lo infernal.Es la misma racionalidad, pues los actos de la familia de Gregor son perfectamente razonables, lo que materializa la situación irreversible de Gregor. Al dejarle la habitación vacía borran el nexo con su memoria, con su pasado, con aquello que vincula a Gregor consigo mismo. El lanzamiento de las manzanas en un transformado padre, más enérgico y casi rejuvenecido, responde a una sistematicidad, pues las reúne y las lanza casi meticulosamente. ¿No es en el ámbito familiar donde más se sufre?19 ¿Dónde más se padece la anormalidad? La obra de Kafka huye de la amabilidad en la dureza de un devenir que se revela como metamorfosis. ¿Dónde queda resguardada la identidad ante tales convenciones? Las preguntas que nos plantea la obra de este autor giran en torno a qué es un sujeto y si queda algo de este bajo el peso de un poder fantasmal que es tan ambiguo como absoluto.20 En la muerte de Gregor nos percatamos de que la pérdida de la identidad no es la muerte, pues al convertirse en bicho deja de ser él, pero aún hay un tiempo más para la muerte. ¿Quién muere si Gregor se había deshecho en el bicho? ¿El bicho o Gregor?21

La obra de Kafka destila vergonzantes situaciones personales. Narra, más que una metamorfosis, una transformación. No se trata de un cambio progresivo y paulatino, sino súbito. Su estilo, sobrio y perfeccionista, en su delirante genialidad, narra esta metamorfosis en una sencillez estructural, aunque en el proceso de la transformación encontremos un arco argumental en el que se va dando una exclusión de cierta complejidad, de tal forma que entre la vida pasada de Gregor y la actual se van creando sinergias: como si la nueva situación de Gregor encarnara procesos ya transcurridos en su ánimo. ¿Hay algo de esperanza en la extrema dureza de la propuesta de Kafka? ¿Una especie de sacrificio para salvar a su familia de una serie de deudas? ¿Era Gregor en sus pretensiones, mostradas como una carga psicológica en la mente del bicho, causa de las problemáticas familiares? Kafka lleva hasta el extremo algunas situaciones familiares, aunque no sean un reflejo fiel de las mismas. ¿Hay en su propuesta una llamada a la vida, más auténtica, y que invita en la sencillez a librarse de las cadenas expuestas desde fuera?22

Es muy complicado encontrar paralelismos anteriores a esta propuesta de Kafka, antecedentes que nos den pistas estéticas de su propuesta. La tradición literaria más bien explora el movimiento opuesto, es decir, el de animales transformándose en humanos. Lo insólito en esta obra nos ofrece un marco fantástico, aunque el intento de darle un cierto realismo lo coloque en lo extraño, mientras que aquello que no encajaría en nuestra racionalidad sería lo maravilloso. Esta obra mantiene cierta tensión entre lo extraño y lo maravilloso, y en ese sentido sería un relato fantasioso, aunque lo maravilloso acabe deshaciéndose en lo extraño.23 La genialidad de Kafka pasa por ser capaz de llevar sus datos biográficos, transfigurados, a estos lenguajes en los que lo extraño se tiñe de cierto surrealismo. Otra nota estética de cómo Kafka aprovecha los datos biográficos para su obra es el sentido del humor que maneja. Un humor más oscuro si cabe que el conocido humor negro, y que tiene una influencia hebrea. Un ejemplo del duro humor que maneja Kafka es cuando ya siendo un insecto piensa en llegar tarde al trabajo.24 Conectamos empáticamente con esta obra, aunque sea dolorosamente, en los fogonazos de humor de Kafka, en esa expresividad extraña y surrealista que tan asombrosamente le sirve de narrativa vital, casi terapéutica.

¿En qué clase de bicho se ha transformado Gregor? No creo que sea una pregunta central del relato, pero hay a quien le ha interesado. Como a Nabokov, quien analizó los datos de la novela y llegó a la conclusión de que no se trataba de una cucaracha, sino de un escarabajo.25 Desde luego, el escarabajo siempre me ha parecido un ser vinculado a cierta elegancia y belleza, quizá por la imaginería de Egipto, mientras que la cucaracha siempre me ha parecido un ser repugnante, quizá por las fantasías posnucleares. ¿Por qué el escarabajo, incluso el pelotero, produce simpatía, y la cucaracha da un asco terrible? ¿No nos produce, a pesar del desgarro de los dolores desencontrados, una enorme ternura y simpatía el escarabajo Gregor? Esa sea quizá la nota más brillante del humor mostrado por Kafka. Y nosotros nos podemos preguntar, con doloroso humor: ¿es Gregor un pobre escarabajo confundido por una cucaracha? Ese sea quizá, en síntesis, el sentimiento de Gregor ante su padre.

Conclusión: cuerpos extraños que viven en las fronteras

Lo kafkiano se extiende en nuestra sociedad mucho más cerca de lo que podemos imaginar. Políticas llenas de aporofobias dejan morir a quienes no encajan en los entramados burocráticos.26 En la reciente pandemia hemos visto lo que ocurre con los cuerpos envejecidos en las residencias: ¿no han sido abandonados como Gregor, al menos en algunos casos, para morir? Y el resto de la población con dolores igual de intensos, pero desgarradoramente irreconciliables. ¿Existe el cuerpo de Gregor Samsa? Depende de que entendamos por existencia. El hecho de que hay una cosa en la habitación es una obviedad, pero que tenga una existencia es otra cuestión más compleja y nada fácil de responder. Esa es la crítica a Descartes, el bicho piensa, pero que exista no está nada claro. No todos los cuerpos existen. No todos tienen un estatus de ciudadano. El cuerpo de Gregor convertido en bicho es un símbolo de los cuerpos que no existen, que no son reconocidos; cuerpos extraños que viven en las fronteras.27

El cuerpo de Gregor no existe, no se ofrece para ser devorado, a nadie se le ocurre que pueda ser un animal comestible; pero tampoco se le ocurre a nadie que ese animal tiene necesidades más allá de que le tiren comida. Así que se deja morir de hambre en su no existencia, en un cuerpo que piensa, que se mueve, pero que en su extrañez deja de existir. Kafka atravesó momentos de una profunda depresión en su vida. ¿La escritura fue para este autor una forma de sanación de su situación? ¿Una forma de volver a la existencia? Kafka escribía en sus peores momentos, aunque era una parte de sí que no dejaba ver a las personas cercanas, ¿era su propia manera de sentirse vivo?28

Lo humano animalizado es una de las líneas de la obra de Kafka. ¿Puede el animal desincrustarse de aquello en lo que está sumido y hacer una mirada, aunque sea hasta cierto punto ficticia, de objetividad?29 La mirada de Kafka en La metamorfosis es en su narrativa una llamada a la existencia, una liberación de sus orcos interiores, un exorcismo. Gregor se siente atrapado en su cuerpo, como el mismo Kafka, indagando en sus recuerdos que es lo único que lo mantienen materialmente humano. ¿El bicho es capaz de reaccionar, de replantearse su situación, o el pensamiento es un eco de los deseos de Gregor antes de la transformación? ¿Sus emociones no son ya ecos de lo sentido antes de la transformación? ¿Qué queda de Gregor realmente en sus pensamientos más allá del eco?

El bicho es incapaz de comunicarse, al menos incapaz de insertarse en la producción histórica que es el lenguaje.30 El pensamiento de Sansa solo es una sombra de su yoidad. Una vez convertido en Bicho Gregor es considerado, en su mudez, como un ser inútil. Su cuerpo marca su posibilidad de interaccionar con su mundo, y este es el de un animal insertado en una realidad donde lo humano ya solo provoca dolor. Este es, exageradamente, el movimiento creativo de Kafka: traer desde el pasado, a pesar de la inutilidad sentida por un cuerpo paralizado por la depresión, para crear un espacio donde, en el desgarro más brutal e incorregible de los dolores familiares, lo humano se manifiesta en el contraste de su absoluta ausencia.

Bibliografía

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Zambrano, M. (2012): «Frank Kafka, un martir de lucidez», Aurora: papeles del Seminario María Zambrano.


1 Pla (2017), p. 304.

2 Girard (2016), p. 187.

3 Ibídem, pp. 198-199.

4 Martínez (2017), p. 22.

5 Lowen (2020), p. 292.

6 Por ejemplo, en las Meditaciones de Descartes, aunque la ensoñación es una técnica ligada a sabidurías variadísimas.

7 Kafka (2020), pp. 9-43.

8 Ibídem, pp. 47-83.

9 Ibídem, pp. 87-122.

10 Carta al padre y otros escritos, p. 4.

11 Ibídem, p. 5.

12 Ibídem, p. 6.

13 Ibídem, p. 7.

14 Ibídem, p. 8.

15 Ibídem, p. 9.

16 Ibídem, p. 22.

17 Zambrano (2012), pp. 24-26.

18 Zambrano (2012), pp. 31-35.

19 Tejera (2002), pp. 10-12.

20 Caspera (2016), pp. 3-4.

21 Reynés (2007), pp. 278-280.

22 Baldovinos (1997), pp. 286-291.

23 Suárez (1996), p. 249.

24 Ibídem, p. 251.

25 <https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20151124/bicho-la-metamorfosis-kafka-gregor-samsa-4698977>.

26 Mesa (2020), pp. 97-98.

27 Preciado (2019), pp. 216-217.

28 Roca; Ballester; Rius; Ibarra (2020), p. 227.

29 Scheler (2003), p. 64.

30 Agamben (2005), pp. 50-51.


Desde una fe en certezas hacia ¿una fe en incertidumbres? | Juan Calvin  Palomares – Lupa Protestante

Juan Calvin Palomares es graduado por la Facultad de Teología SEUT, Madrid (2016-2020). Actualmente está finalizando el grado en filosofía en la Universidad Pontificia de Comillas (2017-2021). Posee cursos en bellas artes por la Universidad de Barcelona (2008-2012) y en enfermería por la Universitat de les Illes Balears (2007-2015).

2 comments on “Una lectura de ‘La metamorfosis’ de Kafka

  1. ¡Magnífico!

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