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El arte como filosofía

Un artículo de Vicent Yusá.

/ por Vicent Yusá /

¿Qué tienen en común unas cajas que no pueden diferenciarse de las que podemos encontrar en un supermercado (Warhol); un urinario con firma (Duchamp); un cuadro blanco sobre fondo blanco (Malévich); un tiburón sumergido en formol en una vitrina (Damian Hirt); unas sillas pegadas a la pared con una leyenda con la definición de silla (Kosuth); alguien envuelto en una manta de fieltro y encerrado durante tres días en el espacio de una galería con un coyote salvaje (Beuys); unas latas que contienen heces de distintas artistas (Manzoni); una cama totalmente descuidada repleta de objetos de dormitorio (Tracey Emin); un montón de bicicletas apiladas en difícil equilibrio (Ai Weiwei); una mujer de pie, junto a una mesa con múltiples utensilios (alcohol, sierra, vasos, platos, velas,…), que soporta estoicamente todo lo que los espectadores quieran hacerle con esos objetos (Marina Abramovic); un video de alguien tocando una sola nota con un violín durante nueve segundos, unos ladrillos amontonados, unas placas de metal en bruto colocadas directamente en fila en una galería? Todo es arte.

Claro que son legión los que no admiten que estos objetos y acciones son artísticas. Quizá prefieran calificarlas como despropósitos, engaños, banalidades, basura u ocurrencias. Son los forofos de un universo artístico atiborrado de cuadros que ilustran paisajes, rostros, bodegones, escenas diversas; apasionados del arte figurativo, de las inercias estéticas de una experiencia anclada en la contemplación de lo bello, lo placentero, lo gratificante.

La estética que sitúa a la belleza en el centro de sus especulaciones teóricas fue elaborada en el siglo XVIII, entre otros, por el periodista y crítico de arte inglés Joseph Addison (1672-1719), quien aseguraba en su obra Los placeres de la imaginación (1712) que «encontramos la belleza en distintas producciones del arte y de la naturaleza […] que excitan en nosotros un deleite secreto, y una especie de tierna afición a los objetos en las que la descubrimos. Esta belleza consiste, o en la alegría y variedad de colores, en la simetría y proporción de las partes, en la ordenación y disposición de los cuerpos, o en la adecuada concurrencia de todas estas prendas. De todas estas diversas clases de belleza ninguna place más a la vista que los colores». Pero es Kant (1724-1806), en su Critica del Juicio, el que proporciona profundidad y enjundia filosófica a estos conceptos de belleza, juicio de gusto o sentimiento de placer. Si bien es cierto que Kant no seguía el criterio de Hume (1711-1776), quien consideraba que la sensibilidad para apreciar la belleza se incrementa con la práctica de juzgar y comparar obras de arte, y por lo tanto recomendaba esas actividades para llegar a ser un experto competente (al parecer Kant, poco proclive a salir de Königsberg, vio pocos cuadros y menos estatuas), la Critica del juicio es el gran texto ilustrado sobre los valores estéticos de la época. Sin embargo, sus criterios sobre el gusto y la belleza estaban circunscritos a los valores estéticos de la época, por lo que difícilmente podrían aplicarse al arte actual.

Un prototipo de estas personas nostálgicas de la belleza podría ser Marcos, uno de los tres personajes de la famosa obra de teatro Arte de Yasmina Reza (1959). En ningún caso estaría dispuesto a reconocer a los objetos y acciones señalados anteriormente como arte. Su visión del arte está cargada de prejuicios y lugares comunes: «¿Has pagado cinco millones por esa mierda?», le espeta a su amigo Sergio cuando este le informa de que ha adquirido un cuadro de «metro setenta por metro veinte, pintado de blanco. El fondo es blanco y si entornamos un poco los ojos, podemos percibir unas finísimas líneas blancas transversales». «Esta mierda» es sin duda una expresión a la vez descriptiva (esto esta fuera de la definición de arte) y valorativa (nula calidad del objeto como objeto artístico). Esta reacción es bastante representativa de una actitud dominante ante determinadas manifestaciones del arte actual. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es arte? O mejor: ¿qué hace que algo (un objeto, una acción, una práctica) sea arte? O como inquiría Nelson Goodman (1906-1998): ¿cuándo hay arte? Encontrar una definición precisa de arte que nos proporcione una frontera nítida que separe lo que queda dentro y fuera del arte es tal vez una búsqueda inútil, dada la variedad y multiplicidad de lo que hoy son las manifestaciones artísticas, así como la constante aparición de otras nuevas. La belleza ya no es el criterio central, la categoría estética predominante. No parece que una concepción emotiva, sensualista, pueda dar cuenta de las manifestaciones actuales del arte. Lo que es evidente es que los criterios estéticos más tradicionales no son válidos para juzgar el arte. Hoy estamos frente un arte de ideas y conceptos más que de valores técnicos formales o estéticos. Un arte de la mente más que de los sentidos. ¿Un arte sin estética?

El arte que representan los distintos objetos, acciones señaladas arriba evidencian un interés por superar la producción de belleza o las experiencias estéticas placenteras o agradables. Es un arte conceptual, filosófico, que utiliza distintos medios como performances, videoarte, fotografías, filmes, nuevos medios híbridos y que abandona los materiales más convencionales. En cierta medida es un arte desmaterializado. El artista se asemeja más a un pensador que un constructor de objetos, y por lo tanto cobra relevancia la hermenéutica de la obra de arte, su interpretación, su contenido semántico. Un significado, o una multitud de significados, al que contribuyen tanto el artista como los críticos o los espectadores. ¿Cómo hacer arte con ideas? puede ser, en cierto modo, la pregunta clave para el artista. No se trata de describir el mundo, sino de construirlo. Las obras de arte se convierten en actos performativos.

No son las propiedades observables las que nos señalan cuándo hay arte, señala el filósofo y crítico de arte Arthur Danton (1924). El bautismo como obra de arte es un complejo entramado de prácticas y relaciones en el que intervienen las intenciones e ideas del artista, el significado de la obra, las instituciones que conforman el mundo del arte, el contexto cultural y social en el que se produce la obra y que es capaz de atrapar esos nuevos conceptos estéticos que se van generando.

Señalaba Duchamp (1887-1968) que «el deleite estético es el peligro que hay que evitar». Sin duda esto suena a herejía para los partidarios de un arte emocional, sensual, contemplativo, romántico. Estos, sin duda, apreciarían las palabras del pensador escocés Flint Schier (1953-1988) cuando argumentaba que «quienes admiten que una taza de plástico o un montón de ladrillos pueden ser obras de arte […] demuestran que no saben de qué están hablando, […] sencillamente no es concebible que el universo artístico pueda desarrollarse en torno a tazas de plástico, montones de ladrillos y así sucesivamente».

Pero el arte moderno-contemporáneo se caracteriza por la pluralidad y la diversidad. Las corrientes relevantes del mismo, como las representadas por las obras citadas, aceptan y aplauden el postulado duchampiano, y entienden que los objetos y acciones artísticas son portadoras de intención y significado, que poseen un claro contenido teórico-filosófico. El arte se muestra como un modo enérgico de hacer filosofía.


Vicent Yusá es doctor en química, investigador en las áreas de seguridad alimentaria y ambiental, y profesor asociado en la Facultad de Química de la Universidad de Valencia. Ha dirigido los laboratorios de salud publica de la Generalitat Valenciana y ha participado en diferentes proyectos nacionales e internacionales. Tiene un gran número de publicaciones científicas en revistas de alto impacto. Actualmente realiza estudios de filosofía.

18 comments on “El arte como filosofía

  1. j m ferrandez

    Para sobrevivir ese arte necesita un discurso teórico que lo transforme, de ser un simple objeto sin mayor interés, en un objeto artístico digno de Honda reflexion filosófica

  2. j m ferrandez

    Usted mire el Jardín de las Delicias y luego mire el urinario
    Y dígame si nota alguna diferencia importante
    Y qué preferiría tener en su casa
    Una serigrafía del Bosco o una foto del urinario

  3. Completamente de acuerdo con la multiplicidad de sentidos e interpretaciones del hecho artístico, acordes con la multiplicidad de medios. No seré yo quien descalifique ninguna práctica que trate de crear sensaciones que apelen al goce de nuestros sentidos o a los recuerdos de nuestra memoria o que desafíen nuestra inteligencia con una idea que siempre estuvo allí, a la vista de todos y fue alguien diferente de nosotros quien supo expresarla o materializar la. En cualquier caso, desde mi perspectiva, la obra de arte tan solo se completa con la respuesta del observador y es ahí donde surge la adhesión o el rechazo y el que éste prefiera una u otra manifestación.

    • Agustín Villalba

      «la obra de arte tan solo se completa con la respuesta del observador». O sea que la obra de arte no es autónoma, su valor reside en parte fuera de ella, es la mirada del espectador la que la acaba. Si pudiera explicarme cómo es posible eso se lo agredecería mucho. Y también ¿cómo es posible que todo el mundo piense que Fidias, Miguel Ángel o Velázquez son grandes artistas si el arte es subjetivo? Basta visitar los grandes museos del mundo para darse cuenta de que en ellos el arte está conservado y expuesto según su valor objetivo.

      Y puestos a pedir explicaciones, si la pintura o la escultura no son autónomos, si su valor depende de la mirada del espectador, lo mismo le sucede, imagino, a la arquitectura, la música o la literatura. Yo tengo un libro con autor y título (que no recuerdo ahora), publicado por una editorial francesa conocida, cuyas páginas están en blanco (lo compré en el Rastro por 1 €). Es, pues, un libro «abstracto». Según usted y dado que el arte no es autónomo ni objetivo, nadie puede decir que Don Quijote es mejor que ese libro, ¿no?

    • Vicent Yusà

      Si, creo que la pluralidad, la ausencia de paradigmas, un cierto declive de la belleza, la variedad de lenguajes y un florecimiento del concepto son algunas característica del arte actual. Pero bueno, no soy ningún experto

  4. J m Ferrández

    El goce de nuestros sentidos necesita algún tipo de agrado
    Una lata de caca solo puede hacer gozar a personas exageradas

    Me gusta mirar un paisaje como la Copa del Gigante de Thomas Cole, o de Claudio de Lorena, Turner, Constable Van Ruysdael…
    Un cuadro de la serie metafísica de Chiricco
    Un Miró un Dalí un Picasso un Magritte

    Warhol me parece un bluff, una tonteria

    Y una tela blanca me recuerda a una sábana, aunque este en el Moma

    Todo eso no son sino ganas de hacer el indio

    Pero si nuestro tiempo disfruta haciéndolo, que siga, que la vida es corta

    Qué no sepamos dónde está la frontera entre arte y cosa normal no significa que no exista esa frontera

    • Vicent Yusà

      Gracias por el comentario. Sin duda los cuadros que comentas son apreciables. Pero los “indios” no tienen que ser arrinconados en las reservas. Quizá la frontera es lo suficientemente amplia para albergar la pluralidad de opciones estéticas.

  5. Agustín Villalba

    «¿Qué tienen en común unas cajas que no pueden diferenciarse de las que podemos encontrar en un supermercado (Warhol); un urinario con firma (Duchamp); un cuadro blanco sobre fondo blanco (Malévich) […] unos ladrillos amontonados, unas placas de metal en bruto colocadas directamente en fila en una galería? Todo es arte.»

    No, lo que tienen en común es que nada de ello es arte. Si lo es para usted, debería explicarnos qué poderes mágicos tienen Warhol, Duchamp, Manzoni (cuyas latas de mierda sólo contienen la suya) y los demás timadores que usted cita para transformar objetos triviales en arte, y en qué consiste ese milagro de transubstanciación. A mí, que he discutido mucho sobre arte contemporáneo, no ha logrado explicármelo nadie.

    Si usted no lo explica, lo suyo no son más que palabras huecas y una fe religiosa en lo que a usted le cuenta el Mercado del Arte. Ya lo hemos discutido aquí a propósito de un artículo de Arturo Caballero.

    https://elcuadernodigital.com/2023/02/03/fuera-de-lugar-o-tal-vez-no/#comments

    Lo que transforma objetos triviales en «arte» es el Dinero. Hay gente que gana mucho dinero haciendo creer que los excrementos de Manzoni, por ejemplo, son arte. Y gente que gana mucho dinero con ellos, vendiéndolos (en 2019) a 275.000 euros la lata de 30 gr (es decir, más de 9 millones de euros el kg). O dicho de otra manera: hay gente que sabe explotar el viejo proverbio de la Biblia según el cual «El número de los tontos es infinito». Y luego hay los «idiotas útiles» (que tan bien teorizó Lenin y tanto utilizaron y siguen utilizando los regímenes comunistas) para tragarse todas las estafas que montan los especuladores sin escrúpulos.

    • Vicent Yusà

      Gracias por sus comentarios. Sin duda el papel del Dinero en el arte es digno de consideración y análisis. Sin duda es una buena pregunta qué es lo que transforma un objeto común en arte. Una posible respuesta se puede encontrar en el libro del filósofo y crítico de arte Arthur Danto “La transfiguración del lugar común”. También la teoría institucional del arte, defendida por George Dickie ofrece algunas claves.

  6. Guillermo Quintas

    Conoces El arte es un rumor? Te lo recomiendo vivamente. La autora es A. Rovira profesora de estética en la UV. Guillermo Quintas.

    • Vicent Yusà

      Gracias por la recomendación. Acabo de comprarlo.

    • Agustín Villalba

      ¿A. Rovira explica qué poderes mágicos tienen Warhol, Duchamp y otros Manzoni para transformar objetos triviales en arte, y en qué consiste ese milagro de transubstanciación? A esa pregunta deben responder todos aquellos que CREEN en el «arte» abstracto y demás «artes» conceptuales. Si no es el caso, no están haciendo más que mostrar su FE en algo que no existe. Y a mí las CREENCIAS de los demás no me interesan, sólo me interesan las evidencias que todo el mundo puede constatar.

  7. guillermoquintsalonso

    Leo lo que dice Agustín y me permito recomendarle que lea el primer capítulo de El arte es un rumor, dedicado a las Vanguardias. Guillermo

  8. j m ferrandez

    Creo que el objeto artístico moderno es precisamente aquel que para ser tenido como tal necesita ser explicado con palabras
    El Greco o Brahms o Kandinski o el Cántico Espiritual no precisan de una explicación para que nos gusten
    Sus obras hablan a la sensibilidad por si mismas
    El arte conceptual no se dirige a la sensibilidad o la imaginacion, sino a no se qué parte de la conciencia que me parece confusa y oscura y sobre todo preñada de ideologia

  9. Arturo Caballero

    Llegó tarde porque he estado fuera, pero por alusiones: me encanta el debate en el que han entrado todos ustedes. Eso indica que el arte contemporáneo está vivo y nos preocupa. Un par de puntualizaciones. Creo que la obra de Yasmina Reza, más que sobre arte, de lo que trata es de la amistad. Y, en cuanto al dinero creo que es un buen invento para ver el interés que suscita un artista en un momento concreto. Ni más, ni menos. Y, para terminar, cada uno disfruta con lo que quiere, o con lo que puede.

    • Agustín Villalba

      «… me encanta el debate en el que han entrado todos ustedes. Eso indica que el arte contemporáneo está vivo y nos preocupa.»

      No, eso indica que hay gente que no se traga las manipulaciones ideológicas del Mercado para hacernos creer que el «arte contemporáneo abstracto», por llamarlo de alguna manera, es arte. Porque hay un Arte contemporáneo verdadero al lado del falso – ahí están Picasso y Matisse, Bacon y Lucian Freud, Antonio López y Barceló – y tantos otros verdaderos artistas que no necesitan el apoyo del Sistema (Mercado, Museos, Política, Asociaciones diversas de Tontos Útiles) y toneladas de palabras huecas para justificar la existencia de sus obras.

    • Vicent Yusà

      Si, el tema central de Arte es la amistad. El arte es colateral, una excusa para diseccionar la amistad

  10. Es innegable que el arte llamado conceptual ha producido muchas obras ingeniosas que nos chocan al verlas porque parecen oponerse a la realidad convencional, y son como variaciones inútiles o raras de esta realidad, objetos construidos con otra lógica distinta de la que gobierna la construcción de cosas como sillas mesas o lo que sea
    Muy bien, es la lógica del misterio que quiere manifestar que una silla puede ser mucho más que un artefacto para sentarse
    Puede ser un objeto para pensar, pero no porque uno pueda descansar en ella y reflexionar en algo, sino para pensar en el objeto en sí como cosa extraordinaria
    Y si para ello debemos coger una silla normal porque nuestra reflexión puede prolongarse, entonces estaremos siendo gente que piensa, sentado en silla, acerca de una silla que nos hace pensar en sillas que sirven para pensar en ellas, es decir, un tremendo lío filosófico

    Sin embargo se le ha dado mucha importancia a actuaciones que en sí mismas sólo son tonterías carísimas, como el urinario, los botes de caca, envolver edificios con papel o fotografiar a miles de personas desnudas y juntas, unas balas de heno en medio del MOMA o un lienzo en blanco en otra pared del mismo museo, o en negro o amarillo, qué más da

    Cuando he visto este tipo de cosas propuestas como obras de arte, más que sumergirme en pensamientos filosóficos, mi mente se ha quedado en suspenso, detenida en la plenitud del momento estético
    Qué intentarán decir con esto?
    Sin duda el arte conceptual encierra algún profundo misterio que no soy capaz de desentrañar

    Lo que dice Duchamp me parece una boutade dicha sólo para epatar
    Es decir, lo de alejarse del deleite estético
    Debemos alejarnos también de otros deleites como comer, beber o mirar a mujeres guapas?
    En cuanto al papel poco importante de la emoción en el arte es una cosa rara que lo digan y se queden tan tranquilos
    Habría que despojar de emoción también a todas las demás actividades humanas, incluido el pensamiento?
    Decía Borges que nadie se molesta en demostrar algo en lo que no cree

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