‘Patafísica de Jean Baudrillard

¿Qué es la 'patafísica? Leamos a Baudrillard, el filósofo que alertó de la "era Matrix".

El filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, feroz crítico de la sociedad de consumo y uno de los teóricos de la posmodernidad, nació en Reims, Francia, en 1929, y murió en París en 2007. Profesor de la Universidad de Nanterre, jugó un papel destacado en mayo del 68, dos años después de haber leído su tesis doctoral, dirigida por Henri Lefebvre. Precisamente en 1968 publica El sistema de los objetos, libro clave de su pensamiento en el que analiza la relación del hombre con los objetos en la sociedad de consumo.

El análisis de Baudrillard en este primer libro, según Denis Huisman, que lo incluye en su Diccionario de las mil obras clave del pensamiento, adquiere la dimensión de una «tecnología estructural». La sociedad de consumo aparece como una manifestación pletórica de signos, como un sistema cuya incoherencia nace de la frustración que engendra el propio sistema.

Una de las tesis más conocidas de Baudrillard es que en el mundo posmoderno no hay realidad, sino simulacro de la realidad, una suerte de realidad virtual creada por los medios de comunicación. Esta premisa la ejemplificó de manera contundente con ocasión de la Guerra del Golfo en 1991. Afirmó en un primer momento que la guerra no tendría lugar y se mantuvo en ello cuando las bombas ya habían caído sobre Bagdad. En su opinión, la guerra era un espectáculo televisivo para la mayoría del planeta y EEUU, con sus bombardeos aéreos, había participado en ella como los jugadores de videojuegos.


 

 

Alfred Jarry (Francia, 1873 – 1907)

La ‘Patafísica de Jean Baudrillard

/ por Toni Navarro /

La ‘Patafísica es, probablemente, uno de los fenómenos culturales más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, y pese a ello sigue siendo una gran desconocida. Esta “ciencia de las soluciones imaginarias (y de las leyes que rigen las excepciones)” fue inventada por Alfred Jarry, a quien hoy se considera un precursor del surrealismo y del teatro del absurdo; aunque su obra más famosa sigue siendo Ubú Rey, en las ​Gestas y opiniones del doctor Faustroll sentó las bases para una nueva doctrina que con los años fue ganando adeptos, hasta constituirse como movimiento artístico y literario con la creación del ​Collège de ‘Pataphysique​ (1948). Estuvieron implicados personajes como Boris Vian, Raymond Queneau, Marcel Duchamp o Jean Genet; y más recientemente Umberto Eco, Fernando Arrabal y Jean Baudrillard. Este último, conocido por sus conceptos de “hiperrealidad” y “simulacro”, es de los pocos patafísicos cuya pertenencia al ​Collège no suele ser obviada: no solo hace uso de la palabra en muchos de sus escritos (​La ilusión del fin o ​Cultura y simulacro, donde se refiere a la ‘Patafísica como “ciencia de la simulación y de la hipersimulación”), sino que participó activamente en sus actividades acudiendo a las reuniones del ​corps des Satrapes. Otros filósofos han reconocido su afinidad o vinculación con la ‘Patafísica: Deleuze dijo que se trataba de una “antesala a la fenomenología”, haciendo de Jarry un precursor desconocido de Heidegger; y llegó a afirmar que era la única denominación adecuada para referirse a la tentativa de superar la metafísica (su propósito original, atendiendo a la etimología del término: ἐπὶ τὰ μετὰ τὰ φυσικά o aquello que se sobreañade a lo que está más allá de la física). Pero en el caso de Baudrillard la deuda que contrajo supera con mucho los flirteos de Deleuze: lo prueba este texto, que escribió en 1978 pero no fue publicado hasta 2002 por la editorial francesa Sens & Tonka, y que hasta ahora no disponía de una traducción al castellano.


Jean Baudrillard (Francia, 1929 – 2007)

‘Patafísica

/ por Jean Baudrillard /

[Texto inédito en castellano. Traducción para El Cuaderno de Toni Navarro]

 

Ubú, el estado caricaturesco y gaseoso, el intestino delgado y el esplendor del vacío. Porque todo aquí es estuco y falso – incluso un árbol hecho de madera – y este intenso engaño facilita el surgimiento de la masa del fenómeno – nada impide que este descenso hacia el estuco, lo falso y la palabrería comenzaran antes de la forma que los llamados objetos verdaderos han tomado hoy… y que todo, antes de nacer, estuviera en el estado canceroso e imaginario — solo pueden nacer en el estado canceroso e imaginario – lo que no evita que las cosas sean menos falsas de lo que pensamos, es decir…

La ‘Patafísica es la tentación más elevada del espíritu. El horror del ridículo y la necesidad llevan a una enorme infatuación, la enorme flatulencia de Ubú.

El espíritu patafísico es el pinchazo en el neumático – el mundo, la boca del lobo (lupo vesce). La ​gidouille es también un globo aerostático, una esfera de conocimiento nebulosa o incluso perfecta – la esfera intestinal del sol. No hay nada que quitar de la muerte. ¿Muere un neumático? Expira su alma de neumático. La flatulencia está en el origen de la respiración.

La idea es volverla hacia ella misma: es así como la realidad puede ser demolida. Enla obstinación de Ubú, nuestra voluntad, importancia, fe, todas las cosas que son llevadas hasta el paroxismo donde percibimos con toda naturalidad que están hechas de bocanadas de nuestra propia flatulencia, desde la carne con la que hacemos candelas y cenizas hasta el hueso con el que hacemos falso marfil y falsos universos. No es ridículo. Es una inflación, el brusco pasaje a un espacio vacío, que es el pensamiento de ninguno, porque no hay pensamiento patafísico; sólo hay​ ácido patafísico que se agria y empacha como la leche, hinchado como la víctima de un ahogamiento y deflagrado como una trufa verdosa del cerebro del​ palotín ‘Patafísica: filosofía del estado gaseoso. Sólo puedeser definida en un nuevo lenguaje aún sin descubrir porque es demasiado obvia: tautología. O mejor: solo puede ser definida en sus propios términos, y por tanto: no existe. Da vueltas y vueltas y reaviva la misma incongruencia a medias, con una sonrisa estúpida, desde níscalos y sueños decadentes.

Las reglas del juego patafísico son mucho más ruines que las de ningún otro. Es un narcisismo de la muerte, una excentricidad mortal. El mundo es una vana protuberancia, una masturbación trivial, un delirio de estuco y cartón piedra. Pero Artaud, que también piensa así, cree que de este ensalzado ​sexo de la nada puede algún día surgir una verdadera simiente: sólo de una existencia caricaturesca puede nacer un teatro de la crueldad, es decir, una virulencia real. Mientras tanto, la ‘Patafísica no cree en el órgano sexual ni en el teatro. Sólo hay fachada, y nada más. El ventriloquismo de la vejiga y las linternas es absoluto. Todas la scosas son caprichosas, imaginarias, un edema,carne de cangrejo, un canto fúnebre. Ni siquiera hay un sentido para la vida o la muerte. Está reservado para la roca, la carne, la sangre, para todo lo que tiene peso.

Ahora, para la ‘Patafísica, todos los fenómenos son completamente gaseosos .Incluso el reconocimiento de este estado, incluso el saber del pedo, la pureza y el coito, porque nada es serio…y la conciencia de esta conciencia, etc. Sin meta, sin alma, sin oraciones, y siendo ella misma imaginaria, pero aun así necesaria, la paradoja patafísica es morir– así de simple. Si Artaud -empujado al abismo por el vacío renovado frente a él y a su alrededor- no se suicidó, es porque creía en una encarnación en alguna parte, en un nacimiento, en una sexualidad, en un drama. Todo en un bastidor de crueldad, y a que la realidad no podía recibirlo; había una apuesta, y la esperanza de Artaud era inmensa. Los confines de la vejiga tenían un olor a linterna china. El propio Ubú apagó todas las linternas con su gran pedo. Y por si fuera poco, fue convincente. Convenció a todo el mundo de la nada y del estreñimiento. Demuestra que somos una complicación intestinal del Señor y de las extremidades, que cuando se haya tirado un pedo,y uno pueda verse a sí mismo, se resolverá, todo estará en orden. No somos nada más; pero en el perpetuo estado de flatulencia, la noción de realidad nos es dada por una cierta concentración abdominal del soplo que aún no ha sido liberado. Los dioses y las mañanas que cantan se emiten a partir de este gas obsceno, acumulado desde que el mundo es mundo y desde que el Ubú piramidal nos digiere antes de expulsarnos patafísicamente al vacío, oscurecido por el olor del pedo reenfriado, que sería el fin del mundo y de todos los mundos posibles.

El humor de esta historia es más cruel que el de Artaud, que no es más que un simple idealista. Él es, por encima de todo, imposible. Demuestra la imposibilidad de pensar patafísicamente sin matarse. Es, si se quiere, el rayo de una gidouille esférica desconocida cuyos únicos límites son la imbecilidad de la esfera, pero que deviene infinita como el humor una vez que explota. De esta explosión de los​palotines
​ surge el humor, desde su manera ingenua y servil de volver a la naturaleza bajo la forma de pedos, que creen ser seres conscientes y no mero gas, y dan la chispa a un humor inconmensurable que brillará hasta el fin del mundo: la explosión del propio Ubú. Por lo tanto, la ‘Patafísica es imposible. ¿Debe uno matarse para probarlo? De hecho sí, ya que no es una cosa seria. Pero en esto consiste precisamente su seriedad. Finalmente, exaltar la ‘Patafísica es ser patafísico sin saberlo, que es lo que somos todos.Porqueel humor quiere humor en lo que respecta al humor, etc. La ‘Patafísica es la ciencia…

Artaud es el contraste perfecto. Quiere revalorizar la creación y llevarla al mundo. Él arranca, como Soutine de su carne podrida, una imagen – ya no una idea. Cree que al perforar la pústula de la hechicería se derramará una gran cantidad de pus, pero ¡Dios mío!, es sangre de verdad, y cuando todo el mundo sea desollado, como la vaca de Soutine, el dramaturgo podrá seguir preparando, con nuestros huesos, un solemne banquete donde ya no habrá espectadores. Por el contrario, la ‘Patafísica es exangüe y no se moja, se desarrolla en un universo de parodia, siendo la reabsorción misma del espíritu, sin rastro de sangre. Y, además, todos los procedimientos patafísicos son un círculo vicioso en el que formas perturbadoras, sin creer las unas en las otras, se devoran como cangrejos al borde de un acantilado, digiriéndose a sí mismas como budas de estuco, y no representan nada en su entre cruzamiento más que el sonido fecal de piedra pómez y tedio seco.

Debido al grado de perfección que la ‘Patafísica ha alcanzado en el juego y la nula importancia que le otorga a todo, finalmente ella se vuelve también irrelevante. En sí mismas, toda nada solemne, todas las figuras de la nulidad fallan y se petrifican ante el ojo gorgonal de Ubú. En él, todas las cosas se vuelven artificiales, venenosas y conducen a la esquizofrenia, por los ángeles de estuco rosa cuyas extremidades se reúnen en un espejo curvo. Loyola — que el mundo sea avaricia, con tal de que yo reine sobre él. Si un alma no resiste el impulso de la voluta, de las espirales del vértigo impreso, fijado en el momento de la tartufería paroxística , cuando es entregado al suntuoso Ubú , cuya sonrisa lo conduce todo a su sulfurosa inutilidad y la frescura de las letrinas…

Tal es la única solución imaginaria a la ausencia de problemas.


 

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