Creación

Hilo de pecios sueltos y haikus enjaulados (4)

Concatenación de escritos fragmentarios de José Manuel Sariego; fugaces aprehensiones del flujo de conciencia del autor en un tiempo abracadabrante.

/ por José Manuel Sariego /

Los sueños inenarrables

Nunca le cuenta sus sueños. Dice no acordarse. Excusa barata. Lo que no quiere, de ninguna de las maneras, es sincerarse. Ha sido capaz, con el tiempo, de construir una inalterable convivencia repleta de mentirijillas. Una urdimbre cotidiana, cual tela de araña trenzada de medias verdades, de evasivas o simplemente de silencios. Un juego diario basado en automatismos, como el tikitaka del Barça. Un sofisticado mecanismo de relación parental casi perfecto. De campeona ella. Y de campeón el otro, la pareja, que no le va a la zaga, que la secunda, que la complementa a la perfección.

—Anoche tuve un sueño terrible —le espetó por sorpresa un buen día de esos de insípido confinamiento a la hora del almuerzo, la cara inclinada sobre una taza, mientras cargaba la cuchara de gazpacho—. La habitación estaba bañada en sangre. Digo la habitación, pero no era dormitorio porque camas no había. Tampoco se trataba de una sala de estar, pues carecía de sofá. Ni tenía pinta de almacén, despensa o garaje. Era un habitáculo informe, cerrado a cal y canto, aunque no se distinguieran las cuatro paredes. El hecho es que me encontraba en medio de un charco de sangre, sola, en aquel habitáculo indescriptible, tal como suelen aparecer los recintos en los sueños raros. Bueno, sola no. Descubrí, al poco de mi aterrizaje en aquel suelo ensangrentado, el cadáver de un chico de unos diecisiete años. Digo cadáver porque el cuerpo, tirado cuan largo era, no se movía y a escasa distancia se divisaba, bañada en sangre, por supuesto, una pistola. Le saqué esa edad al muerto por comparación a simple vista con nuestro hijo. Más nada te puedo contar. Desperté sobresaltada, claro. Pegué un grito que, a su vez, sobresaltó al perro, que dormía a pata suelta a nuestros pies, y te aticé un tortazo a ti, que ni te inmutaste. Miré el radiodespertador, que daba las cinco menos cuarto de la madrugada. Y más no recuerdo, como me pasa siempre con los sueños que tengo. Pero este, no sé por qué, no se me quita de la cabeza en todo el santo día.

La Alborada

Durante la celebración de la Alborada en el puerto de Candás, se observa una embarcación que enarbola en el mástil del velero de un palo con matrícula 7ªG6165792 una bandera no autorizada de la Segunda República (tres rayas longitudinales: roja, amarilla y morada), siendo día festivo en la localidad y en presencia de autoridades y personas que celebraban un acto en memoria de los fallecidos en la mar.

La risa sarcástica, característica de AMS, al releer la denuncia de los agentes de la autoridad, rezumaba en esta ocasión mordacidad y tristeza a partes iguales. Calló al finalizar la repetida lectura en voz alta de aquella misiva portadora de presuntas infracciones. Heló su propia y peculiar risa de descojone. Llamó a su abogado, conocedor de la causa litigante con anterioridad. Le dijo, delante de todos los tertulianos congregados en su derredor, que, además de las alegaciones que procedieran en derecho, añadiera al pliego de descargo, en fase de elaboración, que resultaba de todo punto impertinente la referencia que se hacía a la supuesta inoportunidad de exhibir una bandera republicana en un acto en memoria de los fallecidos en la mar, cuando el acto referido se celebraba precisamente en Candás, localidad en la que muchos de sus marineros se significaron especialmente en la defensa de la Segunda República hasta el extremo de perder la vida bajo la enseña de la bandera tricolor. Que así quedara recogido expresamente en el alegato. Tal cual. Y colgó.

Aforismo amenazante

No se pudo contener. Esa noche, a las doce, y tras unos culetes largos de sidra de la buena durante la quedada habitual de los martes, JMS decidió intervenir por primera vez en aquel grupo de wasap en que lo metió no se sabe quién ni por qué. Bueno, venga, anda, a otro perro con ese hueso o a otro hueso con ese perro. De sobra lo sabía. No se salió, no obstante, de la piña. Se dejó llevar por la corriente. Se escurrió entre el rebaño digital picado por una persistente curiosidad. Esa noche, a eso de las doce, como se anunció, no se pudo refrenar y escribió un párrafo rotundo y sentencioso que envió al instante, en un cliqueo, a los componentes de la agrupación de marras:

«Lo diré a mi modo. La pobreza solo se soporta —si soportable fuese— en libertad. Si restringes el abanico de las libertades incrementando las estrecheces de los pobres, atente a la revuelta. Sobremanera en esta rebelde y contestona ciudad de nuestros quereres».

Tempus fugit

Corren semanas,
agua por sumidero.
Voyme con ellas.

Instinto

En la plaza se
sienta. Se acerca un pobre.
Esconde el móvil.

Marranada

El tío aquel tan
guarro se comía los
mocos a pares.

Iconoclastia

El referente
de la izquierda no es el Marx
sino el Cervantes.

Dos metas

Tenía metas
claras: saldar las deudas
y morirse al fin.

Mucha, mucha policía

Hasta el culo de
tantos vecipolis o
polivecinos.

Junones probos
de baranda y balcón, de
portal y alcoba.

Rebelión

Los pobres solo
se soportan libres. Se
revuelven si no.

Corrección política

No digas «pobre»,
di «vulnerable», oye, que es
más…, más finolis.


José Manuel Sariego Martínez (Santibáñez de la Peña, Palencia, 1954), más conocido por su dedicación a las tareas políticas como concejal, diputado regional y dirigente del partido socialista gijonés, ha publicado dos libros en los que se entremezclan reflexiones y comentarios derivados de aquella actividad junto a textos más intimistas: La ciudad y la memoria que se me escurren entre los pliegues de la rutina (La Productora, 2004) y Desusado estuche de mi memoria (Trea, 2013). En 2015 publicó en Trea su primera, decidida, neta incursión en los inabarcables territorios de la república literaria: Los reinos tristes de Acilina.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

0 comments on “Hilo de pecios sueltos y haikus enjaulados (4)

Deja un comentario

Descubre más desde El Cuaderno

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo