Estudios literarios

‘Cuando los combés luchaban’: la primera novela de Guinea Ecuatorial

Alison Posey escribe sobre la polémica en torno a un título emblemático de la literatura de la antigua colonia española: ¿su mensaje es una defensa precoz de la identidad indígena frente al colonialismo español, o una defensa de la empresa colonial?

/ por Alison Posey /

Leoncio Evita (1929-1996) es una de las voces más potentes de la literatura ecuatoguineana. Su obra Cuando los combés luchaban (1953) es reconocida no solo como la primera novela del país, sino también como uno de los primeros llamados a la liberación del dominio colonial español. ¿Pero es así realmente?

Si bien Evita no disfrutó del amplio reconocimiento crítico que posteriormente alcanzarían novelistas como Donato Ndongo, la polémica que su obra ha generado desde su publicación la distingue de otras novelas ecuatoguineanas. En el centro del debate se encuentra una pregunta que ha acosado a lectores y críticos durante décadas: ¿Es Cuando los combés luchaban, escrita en español y publicada en Madrid, una defensa precoz de las identidades indígenas frente al colonialismo español en Guinea Ecuatorial o, por el contrario, una defensa de la empresa colonial española?

A primera vista, la trama de la novela no proporciona respuestas a estas preguntas. Como proclama su subtítulo, se trata de una novela costumbrista, ambientada a finales del siglo XIX. Sus protagonistas son varios miembros del pueblo ndowé (también llamado combé), quienes entran en contacto y conflicto con los intereses coloniales estadounidenses y españoles en el litoral de Guinea Ecuatorial, para luego enfrentarse a una amenaza aún más siniestra: una secta indígena con poderes sobrenaturales. El propio Evita era ndowé, y su novela retrata cómo su pueblo, representado a lo largo de la novela como los combés, se ve obligado a unirse con los poderes coloniales presentes en su entorno. Se alían tanto con los misioneros presbiterianos estadounidenses, el hermano Juan y la señorita Leona, su mujer, como con los castizos colonos españoles, Carlos y Martín.

Juntos derrotarán a los buetis, una secta procedente del territorito francés colindante (el actual Gabón) cuyas prácticas bárbaras, entre ellas el sacrificio humano y el canibalismo, amenazan el futuro de los combés y de los colonos. Evita representa a los estadounidenses y a los españoles como machistas, racistas e imperialistas en su trato hacia los indígenas. Sin embargo, el elemento costumbrista de la novela es la principal herramienta mediante la cual el autor intenta desmantelar la estructura colonial española. Cuando Vilangua, el valiente e inteligente hijo del jefe combé Upolo, es secuestrado por los buetis, la novela cobra vida, entrelazando episodios de acción trepidante con extensas descripciones de la cultura y comunidad combé.

A lo largo de los once capítulos de la novela, la meticulosidad descriptiva de Evita da como resultado un rico retrato de las complejidades de la vida indígena en Guinea Ecuatorial. Muchas de ellas se focalizan a través de Vilangua, quien defiende el legado combé ante la supremacía blanca importada por los colonos españoles y estadounidenses, quienes toman las costumbres nativas como pruebas incontrovertibles de su inferioridad. Los elementos etnográfico-costumbristas, que finalmente retratan a los combés como igual de «civilizados» que los occidentales, ponen de relieve la celebración de Evita de su propia cultura. Esta apología literaria, a su vez, ofrece una crítica contundente de los intereses coloniales europeos que surgieron en el continente africano tras las conferencias de Berlín de 1884 y 1885, e incluso ha sido interpretada como un llamado temprano a la independencia de Guinea Ecuatorial. Entonces, ¿por qué persiste la polémica respecto a la novela?

Dos asuntos dificultan su aceptación como un texto independentista. El primero tiene que ver con las circunstancias de su publicación (Madrid, 1953) bajo los auspicios del Instituto de Estudios Africanos. El autor, que entonces trabajaba para la Diputación Provincial en Bata, tan solo tenía veinticuatro años. En un período en el que los ecuatoguineanos autóctonos carecían de igualdad de derechos respecto a los españoles, y en el que la incipiente cultura literaria de la colonia se limitaba a unas pocas publicaciones en español, entre ellas la revista semanal Poto-Poto, a la cual Evita contribuyó, publicar una novela en Madrid mediante patrocinio gubernamental no era poca cosa.

En este sentido, no sorprende que el franquismo utilizara la novela para defender el éxito de su propio imperialismo africano. La primera edición se publicó con un prólogo del africanista Carlos González Echegaray, quien valora la «novelita» como prueba de cómo «a un indígena evolucionado, le merecen el carácter y la colonización de los españoles», cuyo «denodado valor […] ha sido siempre el imán de la admiración entusiasta de los indígenas». Esta apropiación de la novela socava su mensaje protonacionalista (si es que lo hay) y, por supuesto, exige que nos preguntemos: si Cuando los combés luchaban es tan emancipadora como pretenden algunos críticos, ¿cómo pudo Echegaray pasar por alto su mensaje independentista? ¿Y cómo pudo publicarse en la España franquista?

Este asunto nos lleva al segundo: el tratamiento ambivalente de los personajes africanos y occidentales de la novela. Upolo es un jefe tribal regio, hasta que es vencido por el miedo y amedrentado por la angustia existencial; el hermano Juan es un colonizador codicioso, hasta que salva de la muerte a los mismos indígenas a los que desprecia al derrotar a los buetis.

La novela termina con un llamamiento a la soberanía española, ya que Martín y Carlos proclaman que no pueden descansar hasta que todas las tierras ecuatoguineanas estén firmemente bajo el control colonial. Este desenlace, aunque inesperado, fue suficiente para suavizar el impacto de la celebración de las culturas combés y garantizar su publicación en 1953. ¿Revela este final, entonces, la verdadera ideología del autor, quien se manifestaría no como un nacionalista ecuatoguineano, sino como un apologista español?

Todas estas preguntas, y muchas más, siguen sin respuesta hoy en día. Evita, que murió en Bata en 1996, nunca aclaró sus intenciones, incluso cuando su novela empezó a ser reconocida como un clásico de la literatura ecuatoguineana. Al negarse a proporcionar respuestas fáciles a las difíciles preguntas que el colonialismo, el nacionalismo y la supremacía blanca representados en Cuando los combés luchaban suscitan, el autor se aseguró de que el debate sobre estos temas, al igual que su propia novela, permanecieran vivos durante décadas.


Alison Posey es investigadora postdoctoral en filología afrohispánica y peninsular en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, Estados Unidos). Recibió su doctorado en filología hispánica en 2021 de la Universidad de Virginia.

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