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Marx 2020

Ronaldo Munck aborda en Marx 2020 las debilidades, fortalezas, vigencias y vejeces del ideario marxista a ciento cincuenta años de la publicación del primer volumen de El capital.

Ronaldo Munck aborda en Marx 2020 las debilidades, fortalezas, vigencias y vejeces del ideario marxista a ciento cincuenta años de la publicación del primer volumen de El capital.


munck

Un futuro con Marx

Lo dijo Derrida: «No habrá porvenir sin ello. No sin Marx. No hay futuro sin Marx, sin la memoria y sin la herencia de Marx». Más tarde lo dijo Balibar: «Se seguirá leyendo a Marx en el siglo XXI, no como un autor del pasado, sino contemporáneo». Y hoy ya existe un amplio consenso en torno a ello: por más fenecido que Marx llegara a parecer bajo los escombros del Muro, por más finalizada que en un momento dado pareciera la historia a charlatanes como Francis Fukuyama, Marx se ha levantado y ha echado a andar tal como el Che Guevara aseguraba que lo haría la «gran humanidad» en un memorable discurso ante la ONU en 1964.

La crisis sistémica abierta en 2008 hizo al marxismo recuperar el atractivo y la vigencia de —esto lo decía el recién fallecido Zygmunt Bauman— «una utopía concienzudamente crítica que deja al descubierto la relatividad histórica de los valores capitalistas y sus limitaciones, evitando así que se consoliden como principios indiscutibles de sentido común». Y esa constatación ha ido dando lugar, en los últimos años, a la publicación de una serie de ensayos en los que se vindica el marxismo a la vez que se practica sobre él una suerte de puesta a punto o de cepillado; de lo que los italianos llaman aggiornamento. En 2011 Terry Eagleton lanzó al mercado editorial el hasta ahora más exitoso de ellos, titulado Por qué Marx tenía razón. En 2013 el hispanocubano Iván de la Nuez proclamaba que «un fantasma vuelve a recorrer el mundo» y publicaba a su vez El comunista manifiesto. Y este mismo año César Rendueles acaba de hacer lo propio con un pequeño ensayo En defensa del materialismo histórico.

Los enfoques son diferentes, pero la convicción es la misma: el marxismo sigue siendo una utilísima caja de herramientas para entender el mundo y transformarlo, pero siempre que no se lo conciba como la especie de teología laica en que de algún modo lo transformó Engels, sino tal como lo entendía el propio Marx: un corpus falible y sometible al mismo juego de tesis, antítesis y síntesis; de crítica, autocrítica y crítica de la crítica que Marx, bebiendo de Hegel, decía que era la esencia del devenir de la humanidad. «No hay razones para suponer que Marx se considerara a sí mismo como una especie de sibila capaz de ofrecer verdades atemporales a una posteridad ansiosa», señalaba Paul Thomas en 1991, y a juicio del sociólogo Ronaldo Munck sigue sin haberlas, pero ello no desposee a Marx del don de la clarividencia, ni a su obra del poder de desvelarnos lo fundamental de este mundo que para Marx era un remotísimo porvenir: desde el siglo XIX han cambiado muchas cosas, y sin embargo no tantas.

De lo que se trata es de hacer un recuento desprejuiciado y sincero de debilidades y fortalezas; de no dejarse llevar por la fácil deriva de lo hagio o lo démono. Y así lo ha hecho Munck, doctor de sociología política por la Universidad de Essex pero oriundo de Argentina y experto en América Latina que acaba de publicar Marx 2020, en realidad una actualización de un primer Marx 2000 dado a luz en el albor del nuevo milenio y planteado con idénticos enfoque y estructura a los seguidos ahora.

Munck fija su atención en una serie de matrimonios fallidos o problemáticos que el marxismo ha ido teniendo a lo largo de su centuria y media de existencia; de movimientos, preocupaciones e ideas necesarias de emancipación y justicia que, aunque fronterizos del marxismo, éste no siempre entendió bien ni integró adecuadamente, dejando en muchos casos el campo expedito para que fuera el anarquismo quien de algún modo los apadrinara, como sucedió con el feminismo o el ecologismo. Se ocupa también Munck de entusiasmos y esperanzas que el marxismo profesó y hoy sabemos que no debiera haber profesado, como el desarrollismo económico, la capacidad redentora de la clase proletaria o el mecanicismo seguro del tránsito entre modos de producción y hacia el socialismo. Y también se ocupa de lo contrario: sendos ismos, el religioso y el nacional, que la izquierda siempre consideró instrumentos al servicio de los explotadores y por lo tanto enemigos a combatir —«ni Dios, ni patria, ni amo»—, pero a los que Munck considera que el marxismo debería haber mirado y tratado de una forma más comprensiva y abierta, libre de apriorismos y simplificaciones. No siempre la religión ha sido el opio del pueblo y la nación no es simplemente un artificio inventado por las élites a fin de contener la desafección del pueblo.

9788494619304
Ronaldo Munck, Marx 2020 / Pasado y Presente, 2017 / 288 pp.; edición en papel: 23,75€

Son concretamente nueve los capítulos en que Ronaldo Munck ha dividido Marx 2020: el marxismo y la historia, el marxismo y la naturaleza, el marxismo y el desarrollo, el marxismo y los trabajadores, el marxismo y la mujer, el marxismo y la cultura, el marxismo y la nación, el marxismo y la religión y el marxismo y el futuro. Todos ellos siguen el mismo esquema: primeramente se aborda qué dijeron Marx y Engels sobre la cuestión (y en algún caso qué no dijeron); después, cómo la abordó el socialismo realmente existente de la Unión Soviética y sus satélites; y finalmente, qué nuevas aportaciones teóricas fueron desarrollándose con el tiempo que impugnaran, corrigieran o matizaran las clásicas. Para la nación, las del austromarxista Otto Bauer, que entendía que «la tarea de la Internacional puede y debe ser, no la nivelación de las particularidades nacionales, sino la generación de unidad internacional en la multiplicidad nacional», que «el odio nacionalista es un odio de clases desfigurado» y que la identidad nacional es un elemento integral de la condición humana con el que el marxismo debe ser capaz de convivir. Para la religión, las de Ernst Bloch, las de Gramsci o las de Michael Löwy, que entendían la religión no como un todo unitario sino como un organismo doble en cuyo seno la religión teocrática de los poderosos siempre se ha enfrentado a otra subversiva y herética en la que los oprimidos han volcado históricamente sus frustraciones y aspiraciones de justicia social y que, tal como los curas guerrilleros de la Teología de la Liberación llevaron a las últimas consecuencias, bien puede ser, si no marxista ella misma, sí una compañera de viaje del marxismo. Para el ecologismo —que, si «antes estaba en la “periferia” de la economía, se ha convertido hoy día en el corazón del problema», tal como certeramente ha dicho Alain Lipietz—, Hans Magnus Enzensberger y Vandana Shiva; para la mujer, Juliet Mitchell y Christine Delphy.

El resultado es una especie de pequeño vademécum marxista; uno de esos libros en los que la bibliografía final no se salta con indiferencia, sino que se consulta con atención en busca de referencias a través de las cuales profundizar lo leído y descubierto.

«Yo no soy marxista», parece ser que dijo un incómodo Marx cuando comenzó a notar —porque ya sucedió en vida suya— que su pensamiento se iba convirtiendo en un dogma y había pasado a ser objeto de debates casi teológicos. Este año que se cumplen 150 de la aparición del primer volumen de El capital y cien de la revolución que llevó a la práctica, mejor o peor, sus enseñanzas, tal vez no haya mejor homenaje al maestro de Tréveris que libros como éste que lo reivindiquen haciendo lo que él mejor hacía y enseñó al mundo a hacer: criticarle; señalar sin piedad sus yerros y sus límites; llamarle machista si lo era y colonialista si en algún momento lo fue; ser marxistas no siendo guardianes de las cenizas de Marx, sino manteniendo encendida la llama que él encendió allá por 1848.

1 comments on “Marx 2020

  1. lindo comentario!
    ronaldo

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