Llugares

Llugares: Orihuela

Fernando Riquelme lleva la serie 'Llugares' a su localidad natal: Orihuela, su pueblo, el de Miguel Hernández y el de Ramón Sijé.

ORIHUELA

/por Fernando Riquelme/

La famosa elegía de Miguel Hernández en la muerte de Ramón Sijé puso, por así decirlo, a su natal Orihuela («su pueblo y el mío») en el mapa. Una reciente DANA otoñal casi la borra del mismo anegándola salvajemente. La ciudad, confín sureño de la provincia de Alicante y, por ende, incluida por los pancatalanistas en el territorio de los països catalans, dista pocos kilómetros de la vecina provincia de Murcia y tan solo veinte de su capital. Por ello es frecuente la confusión de considerarla una localidad murciana. Cierto es que la comarca que la rodea, la Vega Baja del Segura, alejada culturalmente del territorio valencianohablante, es una continuación de la huerta murciana.

La estadística señala que Orihuela cuenta con cerca de 77.000 habitantes, lo que haría pensar en una urbe de tamaño medio. Sin embargo, el dato es equívoco ya que el municipio está dividido en dos núcleos separados 35 kilómetros entre sí (la ciudad propiamente dicha, unos 35.000 habitantes, y la aglomeración de Orihuela Costa) y formado por numerosas pedanías repartidas en su extenso término municipal. La peña de San Miguel, coronada por las ruinas de un castillo moro, colonizada por el inmenso seminario que domina la ciudad, se alza como telón de fondo de un escenario histórico jalonado de palacios, iglesias y monasterios defendidos por el foso natural del río Segura. El palmeral de San Antón recibe al viajero que viene desde Alicante llegando hasta la desaparecida muralla de la que queda un único vestigio, la puerta de la Olma. Y desde aquí, bordeando la falda de la peña, se recorre el casco histórico de una ciudad de marcado carácter levítico, como la retratara Gabriel Miró, a la que, no en vano, sus habitantes se refieren como «Orihuelica del Señor».

La antigua Universidad Literaria de los Dominicos, hoy Colegio de Santo Domingo, ofrece Renacimiento y Barroco en sus claustros, su refectorio, su iglesia y su fachada. Aquí se estableció la primera biblioteca pública del Estado en 1863. Siguiendo la línea marcada por la peña, se llega a la catedral de San Salvador, un conjunto gótico y renacentista, presidido por una recia torre y con el añadido barroco de un pequeño claustro exterior procedente de un desaparecido convento mercedario. El gótico local está mejor representado por la torre de la iglesia de Santa Justa, cuya fachada barroca quedó inconclusa. Dos conventos, las Salesas, neoclásico, y la Casa Madre de las carmelitas, renacentista, se abren a sendas plazoletas dando su espalda al río. Una nueva plazoleta se abre ante la iglesia de Santiago, antigua sinagoga, con fachada gótica y barroca, donde los Reyes Católicos celebraron cortes en su camino hacia Granada. Y otra vez, la ruta desemboca en una plaza dominada por el santuario de la patrona de la ciudad, la virgen de Monserrate, sin relación con la homónima catalana. En el casco histórico otros dos conventos, el de las Dominicas de la Trinidad y el de las Clarisas de San Juan, la iglesia del antiguo hospital San Juan de Dios y la iglesia de la Merced (hoy museo de la Semana Santa) se añaden al elenco de edificios religiosos. Al otro lado del río, extramuros, aún se cuentan el convento de Jesús y María y el de San Sebastián.

No es extraño que Orihuela sea referencia de repostería monacal con confecciones muy particulares como los pasteles chatos de las Dominicas de la Trinidad o las pellas de las monjas de San Sebastián, amén de otras delicias menos singulares.

En el recorrido monumental de la ciudad a través de las plazas y plazuelas (placetas en el lenguaje local) se pueden admirar los palacios de nobles familias: el neoclásico del Marqués de Rafal, el barroco del Barón de la Linde, el del Conde de Pinohermoso (hoy sede de la Biblioteca pública), el de los Condes de Luna (actualmente hotel), el neoclásico de Sorzano de Tejada, el barroco palacio episcopal, el también barroco palacio del Conde de la Granja, el magnífico del Marqués de Arneva (hoy Ayuntamiento) y el neobarroco palacio del Marqués de Rubalcava.

Orihuela también ofrece interesantes museos: el Museo de la Muralla, yacimiento arqueológico con restos de la muralla almohade, de baños árabes, y de viviendas islámicas y bajo medievales. La casa-museo de Miguel Hernández. El Museo de la Semana Santa, con numerosas tallas de Salzillo. El Museo de la Reconquista de Moros y Cristianos. El Museo Diocesano de Arte Sacro, que exhibe el cuadro de Velázquez La tentación de Santo Tomás. El Museo Arqueológico Comarcal de Orihuela. Y el museo de la Fundación Pedrera.

Si queréis el goce de visión tan grata
que la mente a creerlo terca se resista,
si queréis en una blonda catarata
de color y luces anegar la vista,

si queréis en ámbitos tan maravillosos
como los que en sueños la alta mente yerra
revolar, en estos versos milagrosos
contemplad mi pueblo, contemplad mi tierra.

(Miguel Hernández)


Fernando Riquelme Lidón (Orihuela, 1947) es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid. Ingresó en la Carrera Diplomática en 1974. Ha estado destinado en representaciones diplomáticas y consulares de España en Siria, Argentina, Francia e Italia y ha sido embajador de España en Polonia (1993-1998) y Suiza y Liechtenstein (2007-2010). Como escritor ha publicado Alhábega (2008), obra de ficción que evoca la vida provinciana de la España de mediados del siglo XX; Victoria, Eros y Eolo (2010), novela; La piel asada del bacalao (2010), libro de reflexiones y recuerdos gastronómicos;  28008 Madrid (2012), novela urbana sobre un barrio de Madrid; Delicatessen (2018), ensayo sobre los alimentos considerados exquisiteces; y Viaje a Nápoles (2018), original aproximación a la ciudad de Nápoles.

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