‘Vida de Ermitaño’: una búsqueda despojada de lo externo

/ una reseña de Rosa Román /

La mano genuina de Mario Pérez Antolín muestra en su primera novela, Vida de Ermitaño, cómo su protagonista, un misántropo sarcástico, perspicaz y hábil conocedor del alma humana, está dispuesto a dejar su vida plácida y despojarse de casi todo. Emprende un viaje en solitario, pero no encuentra un momento de calma. Viaja a otro lugar, y por el camino tropieza con personajes muy diversos. Y, como la vida sorprende, su sinceridad y capacidad para luchar por la justicia social le llevan a situaciones inverosímiles. Su naturaleza contradictoria le exige buscar paz y también lanzarse sobre todo aquello que llame su atención. Conversa con un pájaro, reflexiona sobre la amistad, sale de excursión y termina en la cárcel. Pero el Ermitaño necesita más dosis de eventualidades: visita un cementerio, habla con los muertos, reflexiona sobre el poder… Y dado que las palabras y los asertos nutren su alma pero no alimentan su cuerpo, decide buscar un trabajo. Prosigue con su viaje: encuentros con leñadores, salteadores de caminos, brujas que abusan de él… Pese a todas las disparatadas vicisitudes, halla un hueco para reflexionar sobre el amor y termina ingresado en un sanatorio. Sus andanzas empiezan a ser conocidas y adquieren tales dimensiones que lo llevan a aparecer en un periódico local. En su viaje incontrolado, aunque está convencido de lo contrario, enferma y encuentra el amor de una mujer que lo cuida con esmero. Su fama aumenta y le salen imitadores. Uno, en concreto, decide suplantarlo. Los sucesos se disparan como ráfagas fuera del espacio y del tiempo. Empeñado en mantenerse al margen de la sociedad, con sus idas y venidas, y muy a su pesar, se implica en pequeñas luchas sociales llenas de acontecimientos y conflictos, aunque su objetivo sea replegarse sobre sí mismo. El Ermitaño recibe una carta decisiva que le hace pensar si esa vida que ha emprendido es la suya, y el desgarro le corroe. Parece ser que la vida sigue su propio camino.

Vida de Ermitaño es el trabajo de un orfebre. La novela está llena de pequeñas punzadas aforísticas que transitan entre la transversalidad y heterogeneidad. Porque Pérez Antolín escribe para comprender las razones profundas dentro y fuera de la existencia. Y quien lo lea, se nutrirá de dilemas emocionales que, casi sin querer, nos adentran en una escritura muy poco convencional y maravillosamente creativa.

Pérez Antolín juega con su Ermitaño y lo zarandea. Utiliza el lenguaje de aquellos que han aprendido a nombrar las cosas con una parca brutalidad, llena de pequeñas confesiones en busca de silencios. El autor necesita cuestionarse la realidad y, a la vez, plasmarla en su narración. Huye de la escritura plana, neutra y objetiva. Sus lectores son esos privilegiados que entienden la escasa condescendencia de la vida ordinaria. Por eso busca y encuentra las palabras que contienen diferentes matices y registros, sea cual sea el tema que quiera tratar. Pérez Antolín tiene un compromiso con la escritura, y está convencido de que en las páginas de su novela rompe con los estereotipos y con la denostada soledad. Su estilo vuelve a nutrirse de la poesía, la sociología y la filosofía de una manera honesta y sincera hasta dar con el tono adecuado, formando frases llenas de libertad, descaro y firmeza. Nunca le tiembla la mano. En definitiva, este es el libro de un protagonista y de un autor, la fusión de ambos es más que evidente, que buscan la utopía en el único territorio posible: la literatura.

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Rosa M. Román, nacida en León, es diplomada en derecho y trabajo social, licenciada en antropología social y cultural y doctora en sociología y antropología por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido colaboradora en el Departamento de Ciencia Política y de la Administración II, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM (Madrid). Escribe artículos para distintas revistas (Quaderns de la Mediterránea, El Viejo Topo…). Es miembro de la junta directiva de la Asociación de Antropología Michael Kenny de Castilla y León. En la actualidad se dedica a la docencia. Es profesora de educación secundaria en León en el ámbito de la orientación psicopedagógica y la empresa.