Crónicas ausetanas

Falcone

Xavier Tornafoch reseña la última novela de Roberto Saviano, 'Los valientes están solos', protagonizada por el heroico juez siciliano Giovanni Falcone, asesinado en 1992.

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Acabo de leer Los valientes están solos, el último libro de Roberto Saviano, el autor napolitano que se hizo famoso por contar en sus obras las miserias de la Camorra. Se trata de un texto sobre el juez siciliano Giovanni Falcone, asesinado el 23 de mayo de 1992 por el clan de Salvatore Totò Riina, en una espectacular acción que costó la vida al magistrado palermitano, a su esposa Francesca Morvillo y a los escoltas Rocco Di Cillo, Vito Schifani y Antonio Montinaro. El de Saviano es un libro original porque, entre otras cosas, muestra al Falcone humano, rodeado de otros personajes en los que también aflora la humanidad, incluidos los mafiosos a los que persiguió, envueltos estos últimos en una espiral de delincuencia y violencia, de la que era muy difícil librarse.

Aunque se trata de una biografía novelada, es una obra rigurosa que se desenvuelve metódicamente, intentando explicar el porqué de los acontecimientos. Ahí aparecen todos los actores de esta historia siciliana: de Tommaso Buscetta, el primer mafioso arrepentido, al general Carlo Alberto della Chiesa, el comandante de los Carabinieri que fue asesinado por la mafia en 1982, pasando por Totò Riina, el hijo de una familia muy humilde de Corleone que se convirtió en mafioso a raíz de una tragedia familiar a finales de la segunda guerra mundial. De hecho, el libro de Saviano empieza con Riina, justamente el inductor de la muerte de Falcone. No es solamente un recurso retórico, se trata del momento fundacional de la nueva mafia: una organización creada en la posguerra por un puñado de campesinos corleoneses, motivo de burla para los clanes palermitanos hasta que estos aldeanos semianalfabetos lograron adueñarse del poder en los pueblos eliminando físicamente a los caciques locales. Más tarde asaltarán las ciudades sicilianas (Palermo, Trapani y Catania) para controlar todas las actividades ilegales que se mueven en ellas, del tráfico de drogas a la prostitución. No se conformarán con eso y saltarán a la península itálica para establecer sus delegaciones en las poderosas metrópolis del norte (Turín, Milán, Bolonia…) para pasar finalmente a Roma y situarse cerca de los círculos gubernamentales, teniendo incluso las puertas abiertas del despacho de Giulio Andreotti, el todopoderoso líder de la Democracia Cristiana.

No está nada mal la trayectoria de este grupo de campesinos pobres, pero extremadamente violentos. El autor napolitano nos presenta esa meteórica ascensión y cuál es la intervención del juez Falcone en ese proceso. Porque Falcone, junto con otros magistrados y policías, son la otra cara de la moneda. Los viejos jueces sicilianos se distinguían por su indolencia, a veces por su descarada connivencia, con la mafia. Los nuevos magistrados perseguirán con saña los crímenes de la Cosa Nostra, y pagarán un precio muy alto por ello. Es justamente aquí donde quisiera detenerme. Según Saviano, Falcone sabía que lo iban a matar, que nadie lo protegería suficientemente como para evitar lo que él juzgaba inevitable. Aun así, el juez palermitano no abandonó su trabajo y, entre angustiosos momentos personales, continuó de forma implacable con sus obligaciones. Es ese pundonor lo que me admira de Falcone, ese sentido del deber cívico a pesar de las circunstancias adversas.

El autor napolitano nos muestra a una persona devorada por las incertidumbres, que no teme la muerte y que incluso justifica su martirio como una especie de redención para sus conciudadanos de Sicilia. Repite, a menudo, que no quiere dejarlos solos, que abandonar sería dejar huérfanos a sus vecinos. En una sociedad atemorizada como la siciliana, Giovanni Falcone y sus colegas demostraron una gran valentía hasta sus últimas consecuencias, de ahí el título del libro de Saviano. Esta historia acaba en la autopista que va al aeropuerto de Palermo un día de primavera de 1992, cuando los sicarios de Totò Riina colocaron 150 kilos de explosivo bajo la calzada y los hicieron estallar al paso del coche del magistrado. La profecía se cumplió y Falcone murió. Un mes más tarde correría la misma suerte su colega y amigo Paolo Borsellino. Utilizaron el mismo método. Un coche bomba colocado cerca de la casa de su madre, a la que iba a visitar, acabó con su vida y con la de cinco de sus escoltas.

En estos tiempos de tanta verborrea intrascendente, el ejemplo de tipos como Falcone, o como Borsellino, nos sobrevuela. Saviano ha venido a contárnoslo.


Los valientes están solos
Roberto Saviano
Anagrama, 2023
592 páginas
24,90 €

Xavier Tornafoch i Yuste (Gironella [Cataluña], 1965) es historiador y profesor de la Universidad de Vic. Se doctoró en la Universidad Autónoma de Barcelona en 2003 con una tesis dirigida por el doctor Jordi Figuerola: Política, eleccions i caciquisme a Vic (1900-1931). Es autor de diversos trabajos sobre historia política e historia de la educación y biografías, así como de diversos artículos publicados en revistas de ámbito internacional, nacional y local, como History of Education and Children’s Literature, Revista de Historia Actual, Historia Actual On Line, L’Avenç, Ausa, Dovella, L’Erol o El Vilatà. También ha publicado novelas y libros de cuentos.

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