Muñeco Vudú: El lugar de donde se es
/ Fotos de Iris Benítez Rosales /
“Your Love Is The Place Where I Come From”, canta la banda escocesa Teenage Fanclub. Pequeño Club Imposible, el dúo de versiones que junta a los músicos asturianos Ivo Pérez y Pablo Moro, a veces interpreta la canción, bella y sencilla: tu amor es el lugar de donde soy, el lugar de donde vengo.
El lugar de donde se es, el lugar de donde se viene. En tiempos de exaltaciones patrióticas con desafuero, no es mala idea buscar nuestro lugar en rincones más íntimos.
Es Harvest Moon, es la luna llena de septiembre, es la luna de fin de cosecha, la luna antes de que entre el otoño, es la luna a la que Neil Young escribió su mejor himno. “Harvest Moon” es una canción que cuenta cosas cotidianas. Una canción con armónica, qué sonido tan hermoso sale de este instrumento. Tan hermoso como hermosa es la canción, que habla de bailar y de enamorarse, bajo la luz encendida de la luna.
Es la tarde que precede la noche de Harvest Moon y me acerco al lugar de donde viene Ivo ahora, después de haber venido de muchos lugares, el lugar del que ahora es, después de haber venido de muchos lugares, en un a modo de vida trashumante. A través de la tierra, pues, si escarbamos en la palabra y sacamos con las manos el étimo que la conforma, y cuando se escarba en la tierra y cuando se escarba en la palabra las manos salen raspadas y el borde libre de las uñas se tiñe de negro.

Vida trashumante, primero, por razón del trabajo de su padre, José Ramón Pérez Rodríguez, Monchu, entrenador de fútbol ovetense, fallecido en el año 2011, en la trashumancia propia de los obreros de los banquillos. Vida trashumante, después, por las propias razones de Ivo. Cada uno su razón, como canta Antonio Vega.
La tarde de Harvest Moon me acerco para atisbar la cosecha, antes de celebrar la luna por la noche, en una fecha no elegida de manera premeditada, el azar provocado por las agendas ocupadas y las vidas llenas de obligaciones que transitan caminos divergentes es el que provoca que, antes de salir a celebrar Harvest Moon, vaya a visitar la cosecha de Ivo al lugar de donde es, su cosecha de arándanos, la visita en esa imagen tan cotidiana en Asturias de carretera estrecha, serpenteante, cuestuda.
Voy a conocer la cosecha y el lugar de donde viene ahora, de donde es, Iván Pérez Cuervo o Ivo Pérez o Ivo Vudú. La tarde que precede a la noche de Harvest Moon.
El segundo disco de Muñeco Vudú, la banda de Ivo Pérez, se llama La cosecha y se publicó en el año 2013. Es un disco de duelos, de ausencias irreversibles, de repaso a algunos sucesos biográficos quizá por última vez, de anuncio de nueva vida, de dejar la ciudad para volverse campesino, en las tierras de la familia aún incultas.
“There is a crack, a crack in everything, that’s how the light gets in”, lo sabemos porque Leonard Cohen nos lo enseña.
Disco de adioses y de puertas entornadas dispuestas a abrirse del todo.
Es La cosecha una obra escrita con el pecho roto, rajado por el filo oxidado del cuchillo, desde la nuez hasta el ombligo, y esa piel abierta, que es el álbum, enseña corazón, pulmones, intestinos, en forma de letras de canción, abrigadas por los instrumentos de la banda.
Esto es, una obra de desnudo, de ventanas sin visillos, donde el dolor y la rabia no se ocultan. Una obra en la cual las canciones asoman su cabeza, separando la piel rasgada para poder salir, sin anestesia, para saltar del interior del álbum en forma de corazón, en forma de pulmones, en forma de tripas.
Hubo, claro, un primer álbum, del año 2009, Mejor para todos. Obra primera, de sexo, algo de droga, mucho rock and roll, y de dedos que, con músicas reconocibles en los antros donde se juega al póquer, abrazan un gatillo.
Necesito pararme en este disco en una canción, necesito decir que hay una canción que se llama “Como Gala y Dalí”, que es una canción bonita, porque, sí, se trata de hacer canciones bonitas. Se trata de hacer canciones honestas, pero se trata de hacer canciones bonitas. Y esta canción es una canción muy bonita, con la voz de Sil Fernández en los coros, que es como ponerse, en invierno, un abrigo de terciopelo de color vino tinto y arrebujarse en él.
Ivo Pérez está construyendo —mientras escribo estas líneas—, y ya con el trabajo muy adelantado, el tercer álbum de Muñeco Vudú. A Ivo le acompaña Borja García, con sus guitarras, músico que está en Muñeco desde el primer disco, músico sólido, virtuoso, lleno de experiencia y de actitud.

Y, de nuevo, al igual que en su segundo disco, el productor, técnico y talento multiinstrumentista a raudales es Miguel Herrero, desde su estudio, Acme, en Avilés.
Acme es una casita, a las afueras de la ciudad, con apariencia normal, en su fachada, y cuando se franquea la puerta resulta ser un estudio de grabación con madera y alfombras y una gata y muñecos salidos de la guerra de las galaxias (discúlpenme quienes siguen las aventuras la imprecisión) y referencias a los Beatles y una cazadora rosa y los instrumentos y los amplificadores y teclados en reconstrucción y una gran mesa de sonido y Miguel, que me cuenta de la profesión de productor, de cómo ha afectado la crisis a esta figura imprescindible en el resultado de un disco, de la confusión frecuente entre la labor del productor y del técnico en el estudio, de representar ambos papeles… Miguel hace todo esto y, como digo, pertenece a la estirpe de los multiinstrumentistas, esos músicos admirables que lo mismo tocan un teclado, que se van a la batería y que por qué no una trompeta y… Y, además, canta.
Y me cuenta cómo es el proceso de elaboración de este tercer álbum, el productor multiinstrumentista muy cerca del autor, en una relación compacta que busca un resultado compacto, persiguiendo la frescura de las canciones, trabajando mano a mano en el estudio, en la composición, en la estructura de las canciones y, por tanto, en el resultado del álbum como obra completa, y me dice que, sobre todo en las mezclas, “tengo muy claro por dónde dirigir a Ivo”, dirigiendo, pues, el camino del disco, siempre con el beneplácito final del creador.
Miguel cultiva los instrumentos y los hace crecer con sus manos. Ivo cultiva la tierra con sus manos y hace crecer fruta.
Ivo escribe canciones con sus manos gráciles de músico y de campesino y hace crecer el relato, el relato que llevamos construyendo desde Homero, que necesitamos para saber lo que tenemos que hacer.
Ivo empieza a ver el fin del tercer disco de Muñeco Vudú cerca, mientras escribo esto que les cuento en la barra de mi bar en la ciudad. Hablo con él la tarde de la noche de Harvest Moon, cuando empiezo a conocer una cosecha que está terminando por este año, por eso por la noche saldremos a celebrar su fin. Hablo con Ivo, hablamos mucho, en el viaje que hacemos en cuarenta y ocho horas de ida y vuelta con el fin de ver a los Stones en su última gira, ahora que vinieron a Europa y decidieron pasarse por Barcelona, así que nos fuimos en coche y no supimos, no quisimos, no pudimos hacer otra cosa que hablar, o callar solo para reposar o para escuchar canciones que escribe otra gente que escribe tan bien canciones, y así seguir aprendiendo y disfrutando y dialogando sobre si los Beatles o Jeff Buckley o…
Y, así, viajamos de Asturias a Barcelona, en un viaje en conjunto luminoso, surgido de una conversación casual, e hicimos, bien de noche, una parada en Coney Island, porque, y eso Ivo lo sabe bien, quién no ha jugado alguna vez al fútbol solo por el entrenador, Ivo sabe de lo que habla el viejo Lou Reed. Y escuchamos otra vez La cosecha, “hace mucho que no oigo el disco”, y yo le digo que mi canción favorita es “Siempre había alguien más”, y me reservo las razones, y me cuenta cosas que yo ya suponía, y, así, entre ida y vuelta, por supuesto, Stones, pero también Jayhawks: cielos, “Miss Williams’ Guitar”, cielos, “songs from the book of life for everyone”; “Save It For A Rainy Day”, “don’t look so sad, Marina, there’s another part to play”, y recordamos al señor de las baquetas Wilón de Calle, músico también de este lado del mundo, que estuvo con las canciones de La cosecha. Y que toca la batería y canta esta canción.
Y los Pixies y los Who. Y Leonard Cohen y la magnífica versión que de la vapuleada “Hallelujah” tiene John Cale, un piano, un Steinway & Sons, y “the minor fall, the major lift”.Y para contarles esto ya conozco casi todas las canciones del tercer álbum de Muñeco Vudú, en maqueta, más o menos acabadas, y ya el desconcierto y el enfado han desaparecido de las letras y hay bailes y mariposas y antídotos de andar por casa, tan necesarios. Y alguna tristeza, pero reposada, y hay la decisión firme de Ivo de hacer canciones bonitas. Ya está. Tan sencillo, tan complicado, tan valiente, tan poca falta hace explicar por qué necesitamos canciones bonitas, por qué necesita hacerlas quien en un atardecer, lleno de vides, lleno de vidas, en un área de servicio en construcción, a 30 grados, manuscribe en mi libreta un par de letras; pero por qué necesitamos consumirlas quienes no sabemos hacer canciones bonitas, tampoco feas, solo aferrarnos a ellas como las garrapatas se aferran a Aire y a Rock, los mastines que guardan la cosecha de arándanos de Ivo. Aferrarnos a las canciones bonitas para poder compartir la soledad con ellas, cuando tengan ocasión, cuando se publique el disco, escuchen, por favor, una canción que habla acerca de la memoria, que pide curación, que suplica curación, otra canción de suplicar ayuda, como el “gimme shelter” que escuchamos hace menos de veinticuatro horas.
Cuando el Sol persigue acostarse, hay un autor de canciones que toma café y fuma, a 30 grados, mientras escribe las letras en una libreta, en el asiento del copiloto, en un entorno feo, de escombros…, solo en apariencia.
Y esa canción de súplica también habla de buscar la belleza.
Pero antes y durante el viaje hablo con Ivo y él me dice que ya no sueña con ser una estrella del rock, que quiere seguir en la música, que pertenece a ese gremio, así lo entiende, así se entiende, como parte de un gremio, imposible no volver aquí, otra vez más, a los workers in song que habitaron el hotel Chelsea. Que quiere seguir en la música y, por ello, sigue en la música. Con Pablo Moro cuando se reúnen en el Pequeño Club Imposible, desde hace diez años, que tocan versiones y hacen que sigamos encontrando respuestas a la pregunta de para qué sirven las canciones, puede ser al escuchar “Dead Flowers” o “Ni tú ni nadie”. Es al escuchar “Todavía una canción de amor”, canción magnífica, magnífica, que Ivo interpreta con una delicadeza que recuerda a la delicadeza con que interpreta Leonard Cohen “Famous Blue Raincoat” en Songs of Love and Hate. Con esa delicadeza extrema, que vuelve la canción frágil y fortísima al mismo tiempo.
¿Para qué sirven las canciones? Para cantarlas. Y cantar es disparar contra el olvido.
Que quiere seguir en la música. Y sigue en la música con Muñeco Vudú, y por eso su tercer álbum pronto, del que algo he leído y algo he escuchado, y hay música americana, del Norte y del Sur, escenarios comunes y conocidos, hay historias que son continuación precisa de lo que se apuntaba en La cosecha, hay guiños a Dylan (“me gusta incluir frases en inglés en mis canciones”), hay escenas domésticas, desnudos, mariposas, ríos, antídotos, bailes… Hasta el momento, público, hay el clip de la canción “Lo sabían todo”.
Quiere seguir en la música y por eso sigue. Muñeco Vudú sigue haciendo rock en una ciudad pequeña del norte de España o, mejor, en un pequeño trozo de tierra del norte de España. Después de seis años, los terrenos de donde Ivo viene ahora, de donde Ivo es, han dado frutos, esos pequeños y sabrosos frutos color vino tinto, como el del abrigo de terciopelo que nos vestimos cuando Sil Fernández hace los coros en el primer álbum de Muñeco Vudú, color vino tinto, la calidez del cuello del abrigo, la calidez de los terrenos familiares, que ahora son casa, la tierra propia llena de frutos pequeños y tintos, la calidez de las canciones bonitas, algo tan sencillo de entender, por qué pretender más, ni menos, y desde mi puesto de fuera del cuadrilátero, desde donde veo una camiseta de Muhammad Ali y desconozco las reglas del deporte que da normas para la vida, creo que es lo mejor que se puede decir de una canción. Y escucho las canciones en estado de maqueta y me encuentro con canciones bonitas, canciones en las que hay mariposas y sexo y desmemoria y bailes y el tercer álbum de Muñeco Vudú es un paso más en las letras de Ivo Pérez, de Iván Pérez Cuervo, de Ivo Vudú, y del segundo disco del pecho sajado se adivina un tercer álbum que va colocando las cosas en su lugar, desde la mirada azulísima de Ivo, el lugar de donde se viene, el lugar de donde se es.

Pingback: Muñeco Vudú: El lugar de donde se es - Belén Suárez Prieto