Mirar al retrovisor

Tres conclusiones de la historia reciente de Rusia y China

Un artículo de Joan Santacana.

/ Mirar al retrovisor / Joan Santacana Mestre /

Fue Mijaíl Gorbachov, recién fallecido, quien ideó el término de casa común europea. ¿Qué significaba? ¿Qué hubiera ocurrido si esta idea se hubiera plasmado en la política internacional? Fue uno de los principales argumentos empleados por el último líder soviético y significaba que Europa dejara de aparecer como objeto de conflicto entre bloques para defender, en cambio, las preocupaciones y necesidades compartidas por todos los países del continente. El propio Gorbachov siguió defendiendo este concepto hasta su muerte. En un discurso pronunciado en Praga hacia 1987, afirmaba: «Estamos decididamente en contra de la división del continente en bloques militares enfrentados, contra la acumulación de arsenales militares en Europa, contra todo lo que es fuente de amenaza de guerra. En el espíritu del nuevo pensamiento introdujimos la idea de la casa común europea, que significa, sobre todo, el reconocimiento de un cierto todo integral, aunque los Estados en cuestión pertenezcan a diferentes sistemas sociales». Si esto hubiera ocurrido, Europa hubiera dejado de ser un peón de la política norteamericana, hubiera gozado de autonomía de decisiones y se hubiera ahorrado un conjunto de conflictos en su propio suelo. Pero es bien sabido que las cosas no siguieron este rumbo; que no se sujetaron a esta visión paneuropea.

Hoy las cosas son muy distintas. La visión de Putin es panasiática. Estas dos visiones siempre han coexistido en Rusia desde la época de los zares. Sin embargo, fue ya Pedro el Grande (1682-1725) quien se proclamó Zar de Todas las Rusias y construyó el primer Imperio ruso de carácter occidental, es decir, europeo. Su esposa y sucesora en el trono, Catalina I (1725-1727)  continuó en la misma línea, pero Rusia se convirtió en una potencia europea en época de otra Catalina, la segunda, llamada Catalina la Grande, que reinó treinta y cuatro años, desde 1762 a 1796; y si Pedro el Grande importó de Europa la tecnología, las instituciones y formas de gobierno, así como la organización del ejército, Catalina importó la concepción del derecho, de la política o de la moral, además de la educación y la refinada cultura de la Ilustración europea. A partir de ella, Rusia formó parte de la historia de Europa. No se puede comprender esta historia sin la existencia de la gran potencia rusa en el oriente del continente.

A lo largo de todo este tiempo apareció en el Imperio de los zares un grupo de intelectuales identificado como intelligentsia. Se trataba del resultado del contacto de Rusia precisamente con esta tradición ilustrada de Europa y siempre intentó influir de manera decidida en el destino de su nación. En realidad, eran jóvenes miembros de la élite rusa que viajaron y estudiaron en Europa occidental y se dieron cuenta de que la autoridad de los zares se apoyaba en valores feudales, distintos de los que se predicaban en Europa occidental.  Ellos fueron los grandes compositores, escritores, pensadores y científicos rusos del siglo XIX. El régimen soviético fue para ellos un espejismo, pero pronto les defraudó y, en múltiples ocasiones, fueron sus víctimas. La Perestroika les dio su gran oportunidad de volver a lanzar la idea de que Rusia podía formar parte de la gran casa europea y la caída de la URSS en 1991 y la pronta reconversión de Rusia en un país capitalista favoreció la tarea de construir la gran nación rusa, con un nacionalismo fuertemente arraigado en su seno. Pero no fue esta la única opción ideológica de los intelectuales rusos: también existió a lo largo del siglo XIX el paneslavismo, un movimiento político y cultural, nacido de una ideología nacionalista que pretendía lograr la unión cultural, religiosa y política entre todos los países eslavos de Europa. Este movimiento resultaba contradictorio con el anterior, dado que, visto desde el Imperio austriaco, atentaba gravemente contra su centro de gravedad, que eran precisamente países de tradición eslava.

Ciertamente, la mayor parte del territorio actual de Rusia —más de un 70%— es considerado asiático. Por ello, hay quienes preguntan: ¿es Rusia un país asiático o europeo? Esta pregunta provocó un fuerte debate en el siglo XIX entre los dos grupos de intelectuales, los europeos y los paneslavos: los primeros eran decididamente occidentalistas, mientras que los segundos creían que Rusia debería basarse en su herencia eslava, con sus tradiciones, el cristianismo ortodoxo y los valores de la vida rural. Para ambos grupos, Asia no era más que el patio trasero, la colonia. Y este debate es el que llega hasta hoy. Sin embargo, la realidad se impone. Hoy, alrededor del 75% de los rusos vive en la zona europea, mientras que los inmensos territorios de Siberia y el Lejano Oriente están casi despoblados y su incorporación a Rusia se hizo mediante la guerra de conquista, como la de cualquier imperio colonial. Fue Iván el Terrible (1547-1584) quien conquistó Siberia, gracias a la disposición de artillería. Su expansión terminó cuando se toparon con tropas que también tenían artillería: las de la dinastía Qing, que detuvo en seco la expansión rusa. El Tratado de Nerchinsk de 1689 fijaría la frontera entre los dos países. Los rusos, en cualquier caso, siguieron avanzando hasta el Pacifico, que alcanzaron en 1639. Desde entonces, Rusia y China comparten más de 4000 kilómetros de frontera y la lista de enfrentamientos entre ambos países es tan larga como sangrienta.

En efecto, los chinos tienen muchos conflictos con la vecina Rusia en esta frontera, especialmente en el siglo XIX, cuando el zar de Rusia impuso a China la firma de los tratados desiguales mediante los que China cedía a Rusia cuatro millones y medio de kilómetros cuadrados, en los cuales hay las dos grandes metrópolis rusas de Asia Oriental: Vladivostok y Jabárovsk. Esto sucedía en vísperas del ascenso al poder de Mao. Por todo ello, no hay que sorprenderse cuando se analiza la relación tensa entre la China comunista y la antigua Unión Soviética. Esta tensión culminó hacia 1964, cuando los dos grandes países comunistas se enfrentaron en una guerra no declarada —como la de hoy con Ucrania— por el control de un puñado de islas fluviales deshabitadas y sin valor estratégico alguno, y que fue a más, hasta que en 1969 China temió de verdad un ataque nuclear soviético. En octubre, todos los lideres chinos evacuaron Pekín ante esta eventualidad y Mao puso a sus fuerzas nucleares en alerta por primera vez en su historia. Asustado por la experiencia, Mao accedió dos años después a iniciar una política de acercamiento con Estados Unidos.

De toda esta historia se pueden sacar algunas conclusiones: la primera la idea de la casa común europea fracasó porque Estados Unidos se opuso con todas sus fuerzas; la segunda conclusión es que Rusia, quieran o no sus dirigentes actuales, es europea y sus tierras asiáticas son sus colonias; y la tercera y más importante es que, al tener una larga y conflictiva frontera con China, las relaciones rusochinas siempre serán complejas y una alianza militar rusochina, que no existió ni durante la Guerra Fría, es altamente improbable.


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

4 comments on “Tres conclusiones de la historia reciente de Rusia y China

  1. José M Ferrández

    Magnífico artículo que pone sobre el tapete las fuerzas históricas profundas que nos han conducido hasta donde estamos ahora
    Enhorabuena señor Santacana

  2. Núria Rajadell-Puiggròs

    !! Siempre serás mi maestro de historia !!… y además con breves textos ofreces una compleja e interesante información de manera muy didáctica. !! Muchas gracias, como siempre, maestro !!

  3. Gràcies guapa. Com veus, la historia pot servir de bruixulaa vegades,

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