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La coyuntura argentina

El politólogo Augusto Villarreal analiza la situación política en Argentina tras la irrupción del ultraderechista Javier Milei en la carrera presidencial

/ por Augusto Villarreal /

Introducción

Hay días que, inevitablemente, determinan el curso de la historia de una nación. El 13 de agosto de 2023 fue uno de ellos. Javier Milei ganaba sorpresivamente una elección con siete millones y medio de votos, sacando una ventaja de más de dos millones sobre Sergio Massa, el candidato de la coalición política más grande del país [NdE: el actualmente gobernante Frente de Todos, ahora redenominado Unión por la Patria, que incluye al peronista Partido Justicialista]. Todas las luces se pusieron sobre el candidato outsider. Ganaba contra todo pronóstico y con una fuerza política conformada por los más variopintos personajes de la derecha reaccionaria nacional: tuiteros antifeministas, cabecillas de ponzis financieros y defensores acérrimos del más oscuro capítulo de nuestra historia reciente (la dictadura asesina de 1976) conforman un espacio político que bajo el nombre La Libertad Avanza arengan por una mayor presencia policial. Pero sus contradicciones son elementales para poder comprenderlos como fenómeno electoral, social y político. Y, ya sea en condición de causa o consecuencia, como parte de la debacle en la que se encuentra la República Argentina.

1.

Una radiografía dentro del movimiento autodenominado libertario llega, sin mucho esfuerzo, a una serie de curiosas observaciones. Javier Milei, un economista identificado como académico, saltó a la escena nacional con sus apariciones mediáticas que entre gritos e insultos, instaló la noción de casta política como clivaje nacional. Con una gran elección en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital federal, llega a diputado nacional en 2021 y realiza su salto a la política. Nutriendo su estructura desde el Partido Libertario, aparecen rápido las contradicciones que caracterizan a su espacio: Agustín Laje, cabildero reaccionario, lo introduce al ala conservadora del partido. Y Milei, identificado como paleolibertario, se posiciona en contra de la legalización de la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) y pone como compañera de banca a Victoria Villarruel, abogada defensora de militares acusados de delitos de lesa humanidad en la última dictadura del país y abierta reivindicadora del genocidio. Es ella quien arenga a los sectores más reaccionarios del espacio político: negacionistas de las víctimas de la dictadura de pronto se encuentran en el mismo espacio que liberales clásicos y paleolibertarios. La fuerte disciplina partidaria que puede encontrar un espacio tan variopinto se explica solo desde el mesianismo: siendo la figura de Milei el indiscutido pilar de su capital político, no existe forma de disputarle nada hacia adentro. La falta de dirigentes políticos, funcionarios públicos, empresarios o actores con cuotas de poder propia, acrecientan este fenómeno, volviendo a La Libertad Avanza un espacio sumamente vertical y personalista. El límite de la parodia llega cuando la principal referente del espacio, agradecida regularmente por el propio Milei e importante figura del partido es Karina Milei, su propia hermana.

2.

No es difícil ver las similitudes entre Milei y el resto de extremas derechas reaccionarias que emergen a lo largo de las democracias europeas y americanas. Discursos antipolítica y antifeministas, alianzas con sectores reaccionarios, campañas de fuerte anclaje en la cultura digital y un ordenamiento desde los márgenes del sistema político son características que encontramos en Milei, en Donald Trump y en Santiago Abascal por igual. No es ninguna coincidencia que en estos momentos Tucker Carlson, exlocutor estrella de la Fox News, venga a Argentina a entrevistar a Milei, o que este mismo defienda a Abascal en Twitter reiteradas veces. Sus lógicas políticas y sus anclajes narrativos están fuertemente vinculados. Pero es en las particularidades donde encontramos sus diferentes puntas de lanza. Milei encontró su espacio en los escombros cada vez mayores que la crisis económica argentina viene generando en las raíces de la patria. Criticando al Estado, hablando de casta política para referirse a todos los funcionarios públicos y motorizando la categoría de anticomunista que se arraiga en momentos oscuros de nuestro pasado, demostró a los gritos las pasiones y el ímpetu que un gobierno de crisis y una oposición prudentemente tímida no pudo mostrar. Una pasión que capitalizó electoralmente de la forma más atroz posible: poniendo en duda los derechos conquistados por el campo popular progresista nacional. No soy el primero en mencionar esto. Todas las últimas encuestas (Página/12, 09/9/2023) muestran la increíble brecha de género en los votantes de Milei: mientras lo votan principalmente varones jóvenes, el voto femenino se decanta por Sergio Massa, el candidato de Unión por la Patria. Magdalena Chiriom, comunicadora política, lo identificaba (Oleada, 22/06/2023) brillantemente mucho antes de las elecciones, titulando a este fenómeno como «la contrarrevolución de los hijos», haciendo un juego de palabras con la revolución de las hijas que conformo la ola feminista que al grito de «¡ni una menos!» disputó por los derechos de las mujeres a lo largo del país. Capitalizando y amplificando un antifeminismo paranoico y violento, Milei consiguió marcar la cancha narrativa ligando feminismo-estatismo-comunismo de una forma bizarra pero convincente en su superficialidad. Una masa orgánica de simpatizantes activos online fue el último clavo que legitimó la jugada, que llega incluso a los medios tradicionales. Niveles de federalismo, internas peronistas, crisis en Juntos por el Cambio (la oposición moderna al peronismo) e incluso el pago de la deuda externa nacional quedaron en segundo plano en estas elecciones, volviendo inverosímil una agenda política que buscaba un lugar novedoso tras reiteradas crisis y reconfiguraciones. Nada que no hayamos visto con Trump en 2016. Pero como a esta altura ya sabemos todos, en política ninguna victoria escapa a ser contingente. Y esto es algo que parece escapársele a Milei.

3.

La ultraderecha se sedimenta en una victoria parcial. Su entrada abrupta al sistema político vía victorias electorales contundentes son hoy un signo de época que marca la cancha sobre las izquierdas y el campo popular que se muestran reaccionando a su presencia. Pero así como Trump pudo ganar, también perdió. Y no haríamos mal en recordar por qué. Las fortalezas del movimiento reaccionario, su flexibilidad, son también su más grande debilidad: sin estructuras políticas que sostengan sus postulados, sin intereses populares reales y sostenibles presentes en sus plataformas y sin programas de acción coherentes, las candidaturas de la ultraderecha son los reales tigres de papel. Mucho se comenta sobre la ingobernabilidad de una potencial presidencia de Milei, pero lejos de ser una amenaza, es una lectura política. Porque no hay comunidad digital o clivaje discursivo que pueda por sí solo sostener un programa de gobierno, menos aún, uno tan caníbal como el que propone una ultraderecha cuya solución al hambre son las balas.

El campo popular nacional, conformado por un sinnúmero de instituciones, parte del movimiento peronista, organizaciones populares y feministas, no es un tigre de papel. Su salto a la escena política es hija de la crisis nacional que provocó el gobierno neoliberal menemista de los años noventa y sus raíces se hunden en décadas de resistencia y lucha que va desde el retorno de la democracia, pasando por exigirle a la agenda de gobierno de Nestor Kirchner, hasta la movilización para parar reformas laborales del gobierno de Mauricio Macri en 2017. Su ethos, profundamente institucionalizado en la maduración de nuestra democracia, es testigo de cómo la conquista de derechos fue resultado de un crecimiento político, no un golpe de suerte ni un arrebato temporal, cultivado en décadas. Y, de nuevo, nada de esto es una amenaza: es una lectura política. Idea que no estaría mal recordarles a quienes esperan que la resignación sea la marca de época de la nación Argentina y de todo el progresismo internacional.  Razones por las cual se le puede decir a los Tucker Carlson, Javier Milei o Santiago Abascal, que pregonan una violencia constante e inaudita, que no hay ningún problema: aquí los espera un pueblo digno.


Augusto Villarreal es politólogo e investigador. Su trabajo gira en torno a la cultura digital, la democracia y la política latinoamericana. Escritor autodidacta, le interesa comprender y conmover, dos cosas imposibles de separar. Actualmente, publica sus textos en https://leccionesdeguerra.substack.com

1 comments on “La coyuntura argentina

  1. guillermoquintsalonso

    Toda una lección que sigue sin hacerme comprender la solución escogida. Argentina, tan querrida como desconocida! Guillermo Quintás.

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