Arte

Manolo Valdés en gran formato

La exposición "Manolo Valdés: una visión personal" en la Fundación Bancaja (Valencia) ha supuesto un magnifico repaso a la trayectoria del artista valenciano.

Una mirada a la obra de Manolo Valdés

/ por María Jesús Soler /

Manolo Valdés: una visión personal es el título de la exposición de la Fundación Bancaja (Valencia) dedicada a la obra del artista valenciano Manolo Valdés. Comisariada por Kosme de Barañano, que ha escrito un imponente libro-catálogo al efecto, la exposición es una muestra excelente de 130 obras de gran formato que requieren para su ubicación un gran espacio, como ha podido ofrecer la Fundación Bancaja, y que ha complementado con talleres didácticos para escolares durante el tiempo que permaneció abierta la exposición, inaugurada el 6 de Octubre del 2017 y clausurada el 25 de Marzo del 2018, con un éxito de público por encima de las 44.000 visitas.

La exposición ha presentado el recorrido de Valdés desde los años 80, una vez que se disolvió el Equipo Crónica, al que perteneció el artista valenciano. La muerte de Rafael Solbes a los 41 años, en víspera de una retrospectiva del Equipo en la Biblioteca Nacional de Madrid, supuso la desaparición del Equipo Crónica, del que la otra mitad era Manolo Valdés, quien en una entrevista concedida a El País el 12 de Noviembre de 1981 manifestaba: “El Equipo se ha terminado…yo voy a continuar pintando porque es mi profesión y no sé hacer otra cosa. Es indudable que mi patrimonio cultural seguirá estando ligado íntimamente a él después de diecisiete años de trabajar unidos”. Valdés, junto a Rafael Solbes, supuso la subversión de los códigos y conceptos artísticos imperantes en España con un notable influjo sobre la vanguardia artística y sobre una sociedad lastrada de prejuicios que había supuesto el franquismo en múltiples ámbitos. El Equipo Crónica introdujo en España un nuevo lenguaje artístico que combinaba el compromiso social de sus autores con una buena dosis de ironía.

Indudablemente, del año 1981 al 2018 ha pasado el tiempo, un tiempo en que este artista, fiel a unos principios plásticos, ha ido evolucionando en su discurso estético, no solo en la figuración que construye, sino en los materiales que utiliza, los cuales, desde mi punto de vista, constituyen un registro ineludible a la hora de analizar su obra o la escala monumental de la misma. Podríamos decir que hay momentos clave en la evolución de Valdés. En 1981 comienza su andadura en solitario. Pintura, collage: Meninas, desnudos. Pero es en 1989, con su traslado a Nueva York, cuando  descubre una nueva dimensión en su obra, esculturas en madera como su gran librería que aparece en esta exposición o meninas también en madera. Cuadros en los que toman protagonismo la mancha, la desestabilización de la forma, la corporeidad de los pigmentos en pinceladas muy empastadas, el uso de arpilleras y telas cosidas. Posteriormente, obras en pintura o grabado de gran formato, esculturas con materiales diversos,  no solo para el ámbito privado, también para el público. Recoge temas de la vida cotidiana, sus mesas con libros, naipes, hojas… insistiendo en la fuerza del pigmento de sus cuadros de los años 80, además de la materialidad del informalismo con esos empastes acumulativos de pintura propios del expresionismo. Todo ello hace que los materiales cobren gran protagonismo en esa etapa.

La mezcla de figuración, en cuanto obra reconocible, y los materiales con que están realizadas cada una de sus obras, plantean al espectador un metalenguaje plástico, cómplice de figuración, técnica, materiales y escala inseparables entre sí. Él mismo, el 26 de Junio de 2017 en una entrevista al diario ABC a propósito de una exposición de esculturas situadas sobre el agua del estanque del  Museo de las Artes y las Ciencias de Valencia, patrocinada por la Fundación Hortensia Herrero, manifiesta: El único arte del que no soy partidario y me produce rechazo es el que no se expresa desde la  especificidad. El arte que necesita de la literatura, sociología o de lo que sea para comprenderse. El arte que no puedo leer directamente desde la imagen, sino que tienes que ir a leer sobre él a la cartela. De hecho, sus cartelas son de una total  literalidad respecto a lo que se está viendo, no hay ninguna carga semántica. Un ejemplo de esto es la escultura Alambres lll.

El uso de la arpillera cosida y recosida a otras telas recuerda la obra de Manolo Millares, perteneciente al grupo El Paso (Madrid 1957). Desde sus comienzos, Millares se decantó por un tipo de manifestación matérica, realizando unas pinturas sobre telas de arpilleras recosidas en las que los colores aparecían totalmente restringidos. Pinturas inquietantes que producían cierto desasosiego. No ocurre así con Valdés, en quien no se aprecia desasosiego alguno, sino más bien la fragilidad, la incertidumbre, el cambio, aspectos todos con los que se configura el mundo actual, lo cual no es incompatible con la firmeza en la representación escultórica de iconos contemporáneos en los que prevalece la masa de manera compacta, como es el caso de Mickey Mousse y Minnie con moto.

En la imagen anterior, podemos observar la escultura mencionada sobre una gran alfombra con el título de Cuatro damas y, al fondo, un inmenso abanico hecho con retazos de tela y madera.

 

El arte decorativo entra de lleno en la nueva faceta de Valdés y se manifiesta en alfombras, mesas o consolas que parecen provenir de un revisionismo e interpretación del modernismo. Esta línea, con motivos florales o propios de la Bauhaus,  aparece también en bustos escultóricos

 

Como vemos, mármol, hierro y bronce entran dentro de la polisemia del lenguaje artístico de Manolo Valdés, el cual, una vez dejado atrás el componente político presente en su época del Equipo Crónica, pasa a cuestionar la propia mirada hacia la historia del arte. Valdés, según Barañano, genera una atmósfera de ternura, elegancia y fascinación.

Sus registros han sido múltiples, pero hay un denominador común en su producción, la reintepretación de determinadas obras de la historia del arte que, a lo largo del tiempo, ha ido tomando una forma configuradora del trabajo del artista valenciano. Así es como emula a determinadas figuras de la historia del arte por las que siente admiración: Velázquez, Ribera, Matisse y Picasso, entre otros. A partir de una obra de cualquiera de ellos, la deconstruye, la pasa a sus códigos léxicos de tal forma que esa obra deja paso a otra generando en consecuencia otra mirada.

Dance (1909), Matisse

Un ejemplo de esto lo tenemos en su reinterpretación de la obra de Matisse. Lo que muchos podrían considerar una copia, forma parte de un registro diferente que convierte a Valdés, desde mi punto de vista, en una especie de hermenéuta. Ni “revisionista”, ni “reescritor” de nada. Siguiendo a Gadamer: El experimentado no es aquél que lo sabe todo: es aquél que ha aprendido de experiencias y ha aprendido a experienciar: ha adquirido buen juicio y se ha convertido en ‘perspicaz y  apreciador certero’. Eso lo que hace Manolo Valdés, que ha aprendido a “experienciar” cuando revisita determinadas obras para interpretarlas en nuestro presente. Se genera así  un punto de vista nuevo: el de la contemporaneidad del lenguaje del sujeto que descifra lo hecho anteriormente para actualizarlo a la mirada del que contempla la obra, pues ésta es también “un texto a descifrar”. A fin de cuentas,  ya decía Pessoa que todo arte es literatura. Descifrar el arte del pasado como si fuera un texto conlleva esa investigación y experimentación que siempre han ido de la mano en el trabajo artístico de Manolo Valdés.

El propio Valdés presentaba la exposición con estas palabras: Me gusta mucho tener temas que son de repertorio como los cantantes de ópera. Me encanta enfrentarme al trabajo y sobre todo trabajar con las cosas claras y sabiendo a lo que voy. Me encanta cuando veo un cuadro de Rafael y poder decir ‘éste se enfrentó a un cuadro sin riesgo, porque sabía hacerlo y lo hizo así’. Me gusta ir a la cosa sin riesgo, sabiendo lo que hago y controlando, me gusta ese tipo de cuadros ante los que dices ‘lo ha hecho un pintor cuando ha llegado a la madurez’ que no digo que sea mi caso, sino como planteamiento. No soy de esos artistas que les gusta pintar sobre la cuerda floja, creo que hay que pintar sabiendo lo que haces y controlando. Muy conscientemente.  

Las Meninas II, Mixta sobre arpillera, 2011

¿Acaso no supone Las Meninas II una investigación, una experimentación y un trabajo meta-interpretativo? Velázquez pintó Las Meninas, Picasso las interpretó y Valdés participa de ese proceso originando otra lectura.

Las obras de esta exposición proceden del propio artista, de colecciones particulares de Bilbao y París, entre otros lugares, y de la Fundación Bancaja.


Manolo Valdés (Valencia, 1942)

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