Algún día este libro saldrá en los telediarios y será una buena noticia
/ por Ángel Luis Miguel Martín /
Un talento natural es la tercera novela del escritor británico Ross Raisin quien, con sus dos primeros trabajos, logró gran reconocimiento crítico y no pocos premios, creando unas expectativas para este tercer libro que no siempre logra alcanzar.
La campaña no era fácil. Tratar un tema tabú en un contexto archiconocido para el que cada lector tiene sus propias vivencias y opiniones requiere hilar muy fino si se quieren evitar los agujeros. Raisin sale vivo pero con heridas, triunfador pero con bajas. Sólo Philip Kerr se había atrevido a hacer algo parecido en La mano de Dios. Y tampoco él logro salir indemne.
Del mismo modo que no sale indemne la traducción. Nada que objetar a la labor de Íñigo F. Lomana, cuya experiencia como traductor de novelas deportivas no deja lugar a la crítica mordaz. A veces la traducción impide lo necesario, coarta lo pretendido. La necesidad semántica a la que se ve obligado Lomana de introducir el término “talento” en el título mutila la intención del autor con su título original en inglés,“A natural”, un sintagma que da lugar al juego de interpretaciones (¿Se refiere al talento futbolístico?, ¿a qué significa ser natural?, ¿a lo que entendemos como natural?) y también al juego morfológico (“a natural” frente a “unnatural”, cuyas pronunciaciones son muy semejantes). La primera vez que el entrenador, un dinosaurio, ve a Tom, le comenta:
“He visto todos tus videos. Más de una vez. ¿Y sabes lo que pensé mientras los veía? (…) Que ese chaval era un futbolista de verdad. Que tenía un talento natural. Y que debía convertirlo en un hombre –”
Comparada con la versión original en inglés:
“(…) A natural. And I’m going to turn him into a man –”
Vemos claramente la pérdida de significado al traducir. El título (y muchas otras frases) en español presenta una novela sobre fútbol. Y no es así.
Un talento natural es una novela sobre miedos, fobias, soledad, presión, fragilidad, inseguridad, bullying, orgullo, dolor y sobre todo, vergüenza. La que todos sus protagonistas sufren frente a los demás y frente a ellos mismos en un mundo, el fútbol profesional al más bajo nivel en Inglaterra, que potencia hasta el máximo la necesidad de ser parte del clan si se quiere sobrevivir sin daños. Ninguno de los protagonistas, por unos motivos o por otros, pueden / quieren ser parte del grupo. Aspectos como la orientación sexual, la pérdida de reconocimiento o la renuncia a la propia vida en pos de agradar a otros empujan a los personajes de este libro al sufrimiento constante y el alejamiento del mundo.
Es éste, los personajes ajenos a lo normal, un elemento literario sobre el que Raisin ya había hecho girar sus dos novelas anteriores. Tanto en God`s Own Country como en Waterline los protagonistas son outsiders perfectamente elaborados y capaces de soportar una trama literaria por sí mismos. No es el caso de Tom Pearman. La novela necesita de las tramas secundarias para mantenerse viva hasta el punto de que sin ellas el final (atropellado, esperable como acelerar tras un atasco) no sería posible. Es más, si hay algún personaje que sustenta el hilo de la historia, más allá de los aspectos puramente futbolísticos, ese es Liam, el otro, y no Tom.
Todos ellos se encuentran viviendo algo que no es lo que habían esperado. En una ocasión, poco después de iniciar el libro, el narrador en tercera persona y que se mueve por el texto como si de una cámara de cine se tratara para poder mostrar elementos ajenos a los personajes, dice que:
“(Tom) se sentía como si aquella historia perteneciera a otra persona
Doscientas páginas después:
“Cada vez (a Tom) se le daba mejor actuar; desdoblarse en dos identidades: una normal, el futbolista, y otra inaccesible -”
Y casi al final:
“Jamás (Tom) podría ser una sola persona en lugar de ese montón de identidades que huían se escondían las unas de las otras”.
Hay una evolución en los personajes que no llega a completarse y que se mezcla con las demás hasta hacerlos dependientes. A su vez, el capitán del equipo, imagen del poder y el liderazgo, heterosexual, machista, racista, intolerante y plenamente aceptado, oculta su identidad en un chat de fútbol en el que da rienda suelta a sus temores y en el que busca el cariño que le falta y que el reconocimiento público no le aporta. Un cariño que intenta aportarle su mujer, Leah, atrapada en una vida de sumisión a las necesidades de su marido que le obliga a renunciar a lo que realmente quiere, dedicarse al mundo de la moda y salir con su grupo de amigos entre los que se encuentra Liam, trabajador del club en el que juega Tom, hijo de los caseros de Tom y desde la mitad de la novela, pareja de Tom. Una amalgama de personajes no siempre bien delimitada que hace que el lector llegue a preguntarse qué historia es la principal.
Si bien la construcción del bloque narrativo resulta, cuando menos, aparatosa, Raisin se muestra en este libro como una fantástico descriptor de momentos y emociones. El trabajo de documentación sobre la convivencia en un equipo de fútbol es magnífico. Las imágenes en el vestuario, en las concentraciones o en el campo de fútbol, fehacientes. Quienes hayan estado en esas circunstancias verán, recrearán momentos con nitidez extrema. Las descripciones físicas de los cuerpos desde el punto de vista de Tom (siempre sexualizadas, con esa mezcla de lascivia y pánico), la acción dentro de la inacción para narrar los momentos de homofobia, racismo o “macho-camaradería”o los párrafos en los que cualquiera de los cuatro protagonistas sufren en soledad sus respectivos tormentos son brillantes. Son tan buenos en comparación con la novela en sí (lenta, innecesariamente ilustrada, previsible) que, leyéndolos, se tiene la tentación de dejarla a un lado y buscar textos cortos, relatos breves del autor.
En cualquier caso, es una novela de la que seguramente, esperemos, todo el mundo oirá hablar. No todo el mundo ha visto Brokeback mountain o conoce la historia de Reinaldo Arenas, pero todos sabemos de su existencia porque, en su momento, mostraron lo que otros no supieron o no se atrevieron. Cuando en un futuro (ojalá el caso de Collin Martin, del Minnessotta United espolee al resto) algún futbolista profesional dé el paso, Tom Pearman saldrá a la palestra y Ross Raisin tendrá su merecido “He was first”.
Un talento natural
Ross Raisin
Traducción de Íñigo F. Lomana
Seix Barral, 2018
544 páginas; edición en papel: 22,00 €; Ebook: 12.99 €
Ross Raisin (1979) es un novelista británico, autor de tres novelas y cuyos relatos han sido publicados en medios como Granta, Prospect, The Sunday Times, Esquire o BBC Radio 3. Actualmente enseña escritura creativa en la Goldsmiths University y en el máster organizado por la universidad de East Anglia (UEA) y el periódico The Guardian.
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