/ Mirar al retrovisor / Joan Santacana /
Hacia 1639, José de Ribera pintó un óleo sobre lienzo de gran formato que se conserva en el Museo del Prado, aunque creo que no se expone. En él se puede ver a un joven con barba que está dormido, recostado. Detrás suyo hay un árbol y al otro lado la escala de luz por la que suben y bajan los ángeles. La obra se titula El sueño de Jacob.
En este larguísimo año que llevamos de pandemia, muchos museos y archivos parece que han emulado a Jacob en su sueño. Cierto es que tardaremos un cierto tiempo en poder valorar los efectos devastadores que la pandemia del COVID-19 ha causado en los museos y archivos despues de tan largo sueño. La mayoría de los museos y también archivos de Europa cerraron sus puertas al público y, cuando se han ido reabriendo, se ha podido observar que las cosas no van a volver fácilmente a su sitio. Las pérdidas han sido económicas, dado que la mayoría de ellos dependían en gran parte del turismo y la caída de éste los ha arrastrado. Cuatro de cada diez turistas europeos elegían destino en función de ofertas más o menos vinculadas a la cultura y ahora esto ha desaparecido. Para compensar la situación, hubiera sido necesario reforzar inmediatamente los servicios digitales de museos y archivos, como se hizo en escuelas y como hicieron muchos centros comerciales.
Sin embargo, la crisis sanitaria ha demostrado, una vez más, la debilidad de estos servicios digitales que la mayoría de los museos y archivos son capaces de ofrecer. Los programas de muchos museos y archivos de nuestro país durante la pandemia han sido, en general, de mera subsistencia. Algunos se han limitado a las visitas virtuales a través de la red, sin ningún elemento novedoso. Ello ha puesto de manifiesto que, aun cuando existe poca información sobre las visitas on line que han recibido, ha sido nula la interactividad con sus públicos potenciales.
El contexto cambiante en el que se mueve la cultura y en especial los museos y los archivos hubiera requerido un gran esfuerzo de técnicos, personal de archivos, museólogos y demás personal de los mismos para reinventarse, ofrecer programas educativos on line, poner en contacto a los usuarios entre sí y con los expertos, etcétera. También hubiera sido necesario implementar nuevos métodos de trabajo, más flexibles, más imaginativos, usando todas las posibilidades que ofrecen las plataformas digitales. ¿Cómo es que los museos o los archivos, durante esta etapa, no han modificado las tareas del personal, aumentando la capacidad de respuesta digital? ¿Cómo es que la mayoría no han colaborado estrechamente con las escuelas para ofrecer material didáctico complementario ante el gran desafío a que el profesorado se ha enfrentado?
Tareas tales como digitalizar objetos para que puedan ser reproducidos mediante impresoras 3D en las casas o en los centros escolares hubiera sido una buena idea; documentar la crisis, generar material para el futuro, recopilar la memoria de la pandemia también es una forma de crear nuevos patrimonios inmateriales. ¿Cuántos museos y archivos en nuestro país lo han hecho en cada una de sus localidades? ¿Cuántos museos o archivos han realizado encuestas on line a sus usuarios y en las redes para detectar que es lo que la gente quiere o espera?
Las épocas de crisis son tiempos de cambios, y los museos deben aprovechar estas situaciones para cambiar hacia fórmulas de inclusión más eficaces. Han surgido nuevas herramientas y canales de comunicación en este tiempo de standby y es necesario implementar estas novedades relativas. ¿Por qué no utilizar herramientas y recursos propios de Tik Tok, memes, reels, challenges y otros?
También debería ser tarea nuestra, tanto de archivos como de museos, ayudar a impulsar la alfabetización digital de nuestros usuarios. Lo agradecerían con toda seguridad. Es fundamental para empoderar al público ofrecer de forma creciente acceso abierto a los fondos de los archivos y museos. Algunos museos lo han hecho durante la pandemia: hemos visto, por ejemplo, cómo la Smithsonian ponía a disposición del publico varios millones de registros. Los museos pueden ampliar sus portales abiertos con obras de arte nunca vistas; se pueden realizar visitas guiadas en vivo de las colecciones y exposiciones; se pueden organizar debates abiertos entre personal técnico y divulgadores o didactas. Por otra parte, Twitter puede ser una herramienta muy útil. En un museo británico, algunos tuits se han hecho virales mediante preguntas curiosas sobre imágenes antiguas, fenómenos aparentemente difíciles de explicar, enigmas, etcétera. Hay archivos y museos que han explotado mediante sus documentos sentimientos como el miedo ante el futuro, la soledad encerrados en nuestras casas, la falta de ternura y caricias que sufre mucha gente, etcétera. Todo puede tratarse en un museo o un archivo, porque el museo y el archivo atesora y guarda la vida humana en todas sus facetas. Y nada que sea humano es ajeno a nosotros.
Sin embargo, salvo loables excepciones, uno tiene la sensación de que estas cosas no han ocurrido de forma generalizada. ¿Esperan los responsables de estas instituciones culturales que todo siga igual despues de la crisis? Las crisis, cuando son profundas, introducen cambios irreversibles y el COVID-19 ha mostrado que nuestros museos y archivos necesitan cambios muy profundos si quieren sobrevivir a la generación siguiente. Es de esperar que, cuando museos y archivos despierten del sueño, al igual que el Jacob del cuadro de Ribera, vean el haz de luz que se filtra bajo el cielo azul y gris.

Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.
Colpidor tan com real… tenien una gran oportunitat que penso que molts no han sabut aprofitar per a reinventar-se !!
I aquí el paper dels pedagogs i museòlegs era bàsic.
En altres escenaris, com és el cas dels grans hospital de Barcelona, han aprofitat a traspassar la formació a digital…
Per què sempre anem amb tant retard en aquest país amb la cultura ??