/ una reseña de Carlos Alcorta /

Continúa Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) su personal búsqueda de sentido a una realidad con tantas aristas y tantas zonas oscuras que, a veces, resulta del todo incomprensible. Probablemente, solo podemos acceder a un conocimiento más profundo de esa realidad, no gracias a sesudos tratados de carácter científico, sino con el apoyo del conocimiento poético, es decir, a través de la imaginación y de la metáfora.

Los aforismos (no es preciso ya reivindicar su pertinencia, más aún en situaciones como las que estamos sufriendo), por su carácter fragmentario y asistemático, son, sin duda, una herramienta apropiada para acceder a ese conocimiento y Sánchez Menéndez, poeta y articulista, además de consumado aforista, lo certifica en cada una de sus entregas. Son, incluyendo este Mundo intermedio, cinco los libros que ha dedicado al género: Artilugio (2016), La alegría de lo imperfecto (2017), Concepto (2019) y Ética para mediocres (2020). Además, ha reflexionado sobre el alcance del género en el libro Para una teoría del aforismo (2019).

Seis «cuadernos» más otras dos secciones ―«Mundo intermedio» y «Estado principal»― de temática compleja integran esta nueva entrega de Sánchez Menéndez, y, como ocurre con frecuencia, algunos aforismos pueden encajar en más de una sección. En el primer cuaderno, el discernimiento de la verdad, un término resbaladizo donde los haya, es el concepto sobre el que giran las reflexiones: «Todas las verdades nos resultan elocuentes en el inicio de su necesidad. Después pierden su eficacia», aunque el trabajo o la amistad también merezcan un agudo comentario. En el segundo, un tanto heterogéneo, se centra en asuntos de orden moral, como el suicidio, el egoísmo o el autoconocimiento. En el tercero, se enaltece la meditación por encima de la actividad: «No provoques con tus actos, tampoco con tus disposiciones. Limítate a escuchar o a leer los labios y, en todo caso, lee, lee siempre. Dicen que leer rehace a los ángeles».

De los cuadernos restantes, temáticamente muy variados, también anotamos algunos que dan idea de los múltiples intereses que acucian al autor. Por ejemplo: «En la medida que cumplimos años perdemos amigos. Será que son dos magnitudes inversamente proporcionales», «El miedo a la muerte ha dado paso al miedo a la vida» o «La felicidad ha llegado a ser una amenaza, un conflicto, la demolición de nuestra civilización».

Una cita de Ovidio: «¿O es que tienen también los sueños peso?» y otra de Homero: «El Sueño, hermano de la Muerte», encabezan la última sección, centrada en esos dos temas inagotables, la muerte y el sueño, y para Sánchez Menéndez, el sueño es «descubrir que el sentido es una realidad relativa y real, proporcional a la esperanza, al amor a la eternidad de las nubes de antaño, las que avanzan y están siempre en alerta». No cabe duda de que, para los incontables seguidores de este renacido género, la voz de Javier Sánchez Menéndez continúa siendo una referencia.

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Selección de aforismos

CUANDO te dicen que algo es así, o que ha sido así, tú no lo creas. Tú eres el único valedor de la historia, al menos, de tu historia que es la única verdadera.

EN la medida que cumplimos años perdemos amigos. Será que son dos magnitudes inversamente proporcionales.

SI creemos todo lo que nos relatan, nuestras capacidades menguan, y acaban convertidas en disparates.

EL miedo a la muerte ha dado paso al miedo a la vida.

ALGUNOS confunden la felicidad con los correos no deseados.

TODAS las grandezas que queremos comunicar acaban siendo rechazadas por nuestros receptores.

PRESTAMOS más atención a nuestros deseos que a nuestras capacidades.

LOS inmorales pretenden mostrarnos, tan solo, lo que les interesa.

LOS codiciosos predican que la vida solo tiene sentido si haces caso a sus consignas.

NINGUNO está en lo cierto. Rechazan el pasado en el presente y destruyen el futuro.

EL hombre suele ser lo que no es, o viceversa.

UNA vez comencé a recolectar tréboles de cuatro hojas, y resultaron ser hierbas de Barrabás, oxalis, flores de oca. Tiempo de introspección.

HUBO un tiempo donde los malnacidos odiaban a los biennacidos. Los biennacidos no sentían aversión hacia los malnacidos, pues los utilizaban como esclavos. Ahora tanto los malnacidos como los biennacidos figuran como monstruos en los Libros de la Historia.

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Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. Ha publicado, entre otros, los libros Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2007), Sol de resurrección (2009), Vistas y panoramas (2013) y la antología Ejes cardinales: poemas escogidos, 1997-2012 (2014). Ha sido galardonado con premios como el Ángel González o Hermanos Argensola, así como el accésit del premio Fray Luis de León o el del premio Ciudad de Salamanca. Ejerce la crítica literaria y artística en diferentes revistas, como Clarín, Arte y Parte, Turia, Paraíso o Vallejo&Co. Ha colaborado con textos para catálogos de artistas como Juan Manuel Puente, Marcelo Fuentes, Rafael Cidoncha o Chema Madoz. Actualmente es corresponsable de las actividades del Aula Poética José Luis Hidalgo y de las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Mantiene un blog de traducción y crítica: carlosalcorta.wordpress.com.