/ La jaula / Javier Sánchez Menéndez /
Todos los candidatos a las próximas elecciones, ya sean municipales o autonómicas, aparecen en los carteles publicitarios que invaden nuestros municipios con una sonrisa en su rostro. Una sonrisa de cinismo, una sonrisa falsa, una sonrisa despechada, la sonrisa de la vergüenza.
Debemos prender fuego a todos los carteles, absolutamente a todos, hacer que ardan esos candidatos en el infierno de su mentira, en el abismo de su falsedad. Solo el fuego nos hará libres, solo el fuego nos defiende, solo el fuego.
Existen los objetos marcados en la historia, en nuestra historia. Objetos que nos hacen hombres y mujeres, que nos liberan. Y ninguno de esos objetos son políticos, ni siquiera los carteles que hoy arden por las ciudades, por los pueblos, por las aldeas. El fuego otorga la vida, nos entrega nuestra libertad.
Después del fuego hay que tener claro que no hay que votar, abstenerse es un hecho, y ese hecho es un éxito. Votar no es una manifestación de libertad, ni siquiera es un ejemplo democrático, ya que nuestro sistema democrático es una trampa, está fundamentado en un engaño real que solo beneficia a los candidatos, a los políticos.
No hay nadie más ruin, ni más mezquino que un político. Ellos son la vergüenza de la sociedad. Nunca son nuestros representantes ya que ellos se representan a sí mismos.
No debemos cooperar en este engaño, en este sistema fraudulento de falsa representación. El voto no es un derecho, repetimos, hacerlo o no hacerlo tiene el mismo valor, absolutamente el mismo. Tal vez la no participación en un proceso como unas elecciones posea mayor valor. Decimos no al fraude, decimos no al engaño, decimos no a esta casta miserable que son los políticos.
En España todos los partidos desean que votemos, que lo hagamos como manifestación de libertad, como manifestación de democracia. ¡Qué gran error! ¡Qué enorme engaño! Votando solo conseguimos consolidar la posición de poder de la oligarquía política, que de por sí, está podrida.
Votar no es una obligación política, quien vota contribuye al engaño. Solo les otorgamos más poder, libertad para hacer lo que desean sin pensar en nosotros. El poder que le regalamos nunca debe ser suyo, el poder siempre debe ser nuestro.
Siguen ardiendo los carteles publicitarios de los candidatos. Huele a fuego. Huele a libertad.
Los políticos nunca defienden los principios fundamentales de los ciudadanos, nuestros derechos y deberes, nuestros intereses. Ellos habitan en la indignidad, en la ilegitimidad.
Políticos, medios de comunicación, deben arder en el más absoluto silencio. Sin legitimidad. La única legitimidad es nuestra libertad y nos la están robando.
Que sigan ardiendo todos en la pira de la libertad.
Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) es poeta y ensayista, sus últimos poemarios editados han sido El baile del diablo (Renacimiento, 2017) y Ese sabor antiguo de las obras (Chamán, 2022). De su poesía se han publicado tres antologías en España y una en Colombia. Autor de varios ensayos, destacamos la serie Fábula y El libro de los indolentes (Plaza y Valdés, 2016). Ha publicado además cinco libros de aforismos: Artilugios (2017), La alegría de lo imperfecto (2017), Concepto (2019), Ética para mediocres (2020) y Mundo intermedio (2021), y la obra Para una teoría del aforismo (2020).
Totalmente de acuerdo con el señor Javier Sánchez Menéndez.
Me ha alegrado el día el leer su artículo.
El nihilismo extremo, el odio orgulloso a los políticos (a todos), el despreció chulesco a la democracia, es extremadamente tóxico para la convivencia. El triunfo de la irracionalidad sin escrúpulos.
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