Crónicas ausetanas

Terenci Moix

Xavier Tornafoch escribe sobre un literato catalán marcado por la 'rauxa', en el vigésimo aniversario de su muerte.

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Fotografía de portada: retrato de Terenci Moix, por Albert Pons

Este año se cumplen veinte años del fallecimiento de Terenci Moix, escritor catalán que marcó una época. Durante todo este tiempo se corrió un tupido velo sobre su figura. He de confesar que este silencio me ha incomodado siempre. Entiendo que era un personaje que estorbaba a todos; a los de izquierda y a los de derechas, a los nacionalistas y a los no nacionalistas. No encajaba con ninguna de las rigideces ideológicas propias de su tiempo. A mí siempre me pareció un individuo fascinante. Para mí ejemplificaba mejor que nadie la rauxa, aquel sentido lúdico y transgresor, imposible de traducir, porque lo que mejor define a los catalanes, el seny y la rauxa, es intraducible. En cualquier caso, Terenci Moix fue un verso libre que hacía y decía lo que quería.

Su vida, que algunos definen como un vodevil, fue un pasar de una cosa a otra sin medir demasiado las consecuencias. De clase obrera barcelonesa, criado en lo que antes era el barrio chino y ahora se conoce como el Raval, el niño Ramon, ese era su verdadero nombre, nació con dos dones: fantasear y escribir. Con el paso de los años se consagró como un gran escritor y comunicador, en catalán y en castellano. Su capacidad para interpretar los sentimientos humanos definió su literatura, además de la manera en que consiguió ubicarlos en diferentes lugares y contextos históricos, lo mismo en el Egipto cleopátrico que en la transición española. Fue un hombre culto y autodidacta que no le hizo ascos a la cultura popular y que siempre quiso ser amado y reconocido por el pueblo. En cierta manera, lo consiguió. Era homosexual, pero rehusó hacer de ello una bandera y optó por hablar de sus intimidades con total normalidad, para escándalo de mojigatos. Aun así, se revolvió contra Camilo José Cela, flamante premio Nobel de literatura, por sus opiniones homófobas contra García Lorca.

En lo que hace referencia a su labor literaria, no creo que su aportación al lenguaje literario en castellano fuera importante, aunque dominaba perfectamente el idioma y sus obras eran interesantes, pero en el caso del catalán eso fue otra cosa. Terenci Moix, gran conocedor de los cásicos catalanes del período anterior a la guerra civil, adaptó un lenguaje literario catalán para el último tercio del siglo XX. Esa no fue una tarea fácil para una literatura minorizada, como era la catalana, y él contribuyó a hacerlo posible. En este sentido, su irrupción literaria con la escandalosa La torre dels vicis capitals (1968) le dio a conocer como un valor emergente que significaba lo que Pere Gimferrer calificó de impugnación de la tradición y de voluntad de trabajar con un catalán literario creativo e inventivo, que contrastaba con una literatura catalana mayormente anclada en el realismo. Creo que una de las cosas más censurables de su olvido es precisamente ignorar su trabajo en ese campo. Ciertamente, nadie se acuerda de ello; nadie habla de Terenci ni de su obra en catalán. Quizás tenga alguna relación con la dura sátira que hizo del mundo cultural catalán en su obra el Sexe dels àngels (1992).

Sea como fuere, el personaje tuvo también sus sombras, y para conocerlas no hay mejor manera que visionar el magnifico documental de la cineasta aragonesa Marta Lallana sobre su vida privada, Terenci: la fabulación infinita. En este trabajo audiovisual se muestran las miserias, también las grandezas, del ser humano llamado Ramon Moix. Su vida excesiva lo abarcó todo: el consumo desmedido de tabaco, sus múltiples relaciones afectivas, sus amistades. Nunca dejó de ser un genio, aunque los que se acercaron más a él tuvieron que sufrir su genialidad. Más allá de todas estas circunstancias, lamento profundamente que su legado haya pasado tan desapercibido a lo largo de todos estos años. Fue una persona muy conocida porque su impacto social iba más allá de su literatura, aunque vendió muchísimos libros. Se le conoció por sus programas de televisión, por sus artículos en la prensa general y en el papel cuché. Fue, en cierta manera, un icono de la España finisecular, sobre la que se produjo un gran silencio desde el día de su muerte. Humildemente, creo que, con sus luces y sus sombras, a Terenci hay que recordarlo y reivindicarlo.


Xavier Tornafoch i Yuste (Gironella [Cataluña], 1965) es historiador y profesor de la Universidad de Vic. Se doctoró en la Universidad Autónoma de Barcelona en 2003 con una tesis dirigida por el doctor Jordi Figuerola: Política, eleccions i caciquisme a Vic (1900-1931). Es autor de diversos trabajos sobre historia política e historia de la educación y biografías, así como de diversos artículos publicados en revistas de ámbito internacional, nacional y local, como History of Education and Children’s Literature, Revista de Historia Actual, Historia Actual On Line, L’Avenç, Ausa, Dovella, L’Erol o El Vilatà. También ha publicado novelas y libros de cuentos.

5 comments on “Terenci Moix

  1. Agustín Villalba

    «Este año se cumplen veinte años del fallecimiento de Terenci Moix […] Durante todo este tiempo se corrió un tupido velo sobre su figura.
    […]
    Nunca dejó de ser un genio, aunque los que se acercaron más a él tuvieron que sufrir su genialidad.
    […]
    Fue, en cierta manera, un icono de la España finisecular, sobre la que se produjo un gran silencio desde el día de su muerte.»

    ¿Cómo es posible que un «genio» de «genialidad» tan evidente esté tan olvidado?

    Si el «Truman Capote de las Ramblas», como lo llamó Umbral, es un genio, ¿cómo es posible que en el extranjero nadie sepa quién es?

  2. No tengo claro que citar a Umbral sea la mejor idea para burlarse de Moix.

    • Agustín Villalba

      Yo no me burlo de T.Moix, como tampoco lo hacía Umbral. Lo compara a un gran escritor. Un periodista mediocre lo hubiera llamado el «Truman Capote catalán». (Entre paréntesis, Umbral, es uno de los mejores prosistas españoles desde la postguerra hasta hoy – quien no lo crea, por confundirlo con su personaje público, que lea «Mortal y rosa», uno de los libros más bellos escritos en español en el siglo XX).

      • Moix era un personaje genial y complejo, esa es mi opinion. Que fuera más o menos conocido en el extranjero no lo hace ni menos genial ni menos complejo.

  3. Agustín Villalba

    Todo depende del significado que se le dé a la palabra «ganial». Para mí geniales fueron Platón, Lao-zi, San Agustín, Dante, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Montaigne, Shakespeare, Cervantes, Leibniz, Velázquez, Newton, Bach, Rembrandt, Vermeer, Mozart, Beethoven, Balzac, Schubert, Dickens, Tchekhov, Einstein, etc, etc. Pero no Terenci Moix.

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