Escuchar y no callar

Tiendas de museo

Un artículo de Miguel de la Guardia sobre la falta de visión comercial de algunos museos.

/ Escuchar y no callar / Miguel de la Guardia /

Las tiendas de museo son una excelente forma de publicitar la institución, a través de la comercialización del llamado merchandising: objetos corrientes rotulados con el nombre y el logo del museo, que actúan a la vez como recuerdo de la visita y como regalo para los amigos. Además, las tiendas son el mejor canal de distribución de catálogos y publicaciones sobre sus fondos. Nada que objetar a este modelo de negocio que imagino altamente productivo para grandes instituciones como El Prado, el Louvre, el British Museum… Los problemas surgen cuando el tamaño del museo no es excesivamente grande. Surge la dicotomía de imitar a los grandes o, simplemente, no disponer de tienda, aunque estoy convencido de que hay una tercera vía a explorar.

Cada vez que visito un museo de tamaño mediano o pequeño, me sorprendo de la falta de visión comercial de sus gestores, puesto que una tienda no necesariamente debería incrementar los costes de gestión y, en mi opinión, es una oportunidad de negocio además de ser un importante vehículo de divulgación cultural.

El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) es un ejemplo del declive de las tiendas de museo. A pesar de su importancia y larga trayectoria, la tienda, con su precioso diseño actual, se ha convertido en una librería más, especializada en la venta de catálogos de las exposiciones realizadas; lejos de convertirse, para el visitante, en el escaparate de la actividad de los artistas locales y regionales que todavía no han alcanzado el prestigio que justifique exponer sus obras pero que, con la ayuda del museo y la venta de sus trabajos, podrían encontrar inesperados apoyos a su trabajo por parte de los visitantes. Esta proyección de los artistas y artesanos locales me parece evidente e imprescindible en el caso de museos de menor tamaño como el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC), cuya tienda agoniza, convertida en simple librería que vende, además, catálogos.

En las antípodas del modelo de negocio que suponen IVAM y CAC, el Museo y Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, rehabilitado por la Fundación Hortensia Herrero, ha hecho de su tienda y de su restaurante, una forma de autofinanciación que garantiza su mantenimiento para los valencianos y los visitantes interesados en la historia del gremio de velluters y en los objetos de seda.

En cuanto a los pequeños museos dedicados a artistas concretos, ya he indicado en estas páginas la necesidad de dotar de tiendas a los de Antonio Ferri y Antonia Mir, en Bocairent y Catarroja, respectivamente; y otro tanto aconsejaría hacer con otros, como la Casa Museo de los Benlliure de Valencia. En el caso de los artistas vivos, está claro que la tienda sería un vehículo de dinamización y difusión de la obra del artista; y en el caso de los Benlliure, solo hace falta mirar al Museo Rodin de París para enterarse de que los moldes de esculturas, obra del artista, pueden emplearse para obtener réplicas en polímeros cargados que ofrecer a los amigos del museo o vender en su tienda o que las planchas originales de los grabados se pueden emplear para estampar copias certificadas por el museo.

Sería injusto acabar estas líneas sin alabar el trabajo de la tienda del Centro Cultural La Beneficencia de Valencia, que desde su creación incorporó a su tienda reproducciones de piezas arqueológicas de gran calidad hechas por artesanos actuales, ni lamentar la desaparición de la tienda el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MUVIM) que era un punto de difusión de la fotografía y el diseño que se hacen en Valencia.

En cualquier caso, espero que estas líneas llamen la atención del lector sobre los objetos que se pueden adquirir en los museos y animen a algún responsable para dinamizar ese espacio de su institución que puede ser una oportunidad de negocio pero, especialmente, un canal cultural.


La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es imagen.png

Miguel de la Guardia es catedrático de química analítica en la Universitat de València desde 1991. Ha publicado más de 700 trabajos en revistas y tiene un índice H de 77 según Google Scholar y libros sobre green analytical chemistry, calidad del aire, análisis de alimentos y smart materials. Ha dirigido 35 tesis doctorales y es editor jefe de Microchemical Journal, miembro del consejo editorial de varias revistas y fue condecorado como Chevallier dans l’Ordre des Palmes Académiques por el Consejo de Ministros de Francia y es Premio de la RSC (España). Entre 2008 y 2018 publicó más de 300 columnas de opinión en el diario Levante EMV.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

2 comments on “Tiendas de museo

  1. Joaquin Villalba Garcés

    Muy de acuerdo con el contenido del articulo de Miguel . Yo siempre visito las tiendas de los museos en las que suelo encontrar , casi siempre, objetos interesantes no presentes en los circuitos comerciales habituales .Para mí es el final imprescindible de la visita física que permite , mediante una pequeña compra, prolongar la satisfacción de la experiencia cultural

  2. Pingback: Tiendas de museo – Camilo Eduardo

Deja un comentario

Descubre más desde El Cuaderno

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo