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No se engañen y no nos engañen

Guillermo Quintás enumera algunas críticas al Ministerio de Educación, referentes a la cuestión lingüística.

/ por Guillermo Quintás /

Después de haber formado parte de importantes catálogos editoriales he de confesar a mis lectores que no siempre se guarda el mismo afecto por todos ellos. Algo equivalente acontece con aquellas cabeceras en las que has colaborado y que, en ocasiones, han generado distancias para que te acabes autodespidiendo. Siempre han sido los intereses de las cabeceras los que han generado la distancia y, por tanto, mi abandono. Todo lo contrario sucede con El Cuaderno, pues le guardo un especial afecto por haber protegido  el primer momento de una de mis mis protestas ante un abuso de quien se decía dirigir y proteger las editoriales universitarias desde la dirección de la UNE. Ese afecto es el que me lleva a renovar mi deuda con estas páginas y hacerlo tratando una causa que es especialmente significativa para mí.

Corren tiempos en los que debemos recordar aquel extraño fenómeno por el que el tema de Gibraltar aparecía sin el menor pudor en la prensa española. Algo así está sucediendo con los problemas asociados a la educación y el tema de los teléfonos móviles. Un retrato de la situación que vivimos podría ser este: ya se ha desprestigiado el saldo que aporta la encuesta PISA y se ha dejado claro que no cabe establecer causalidad alguna en base a los datos que esa encuesta aporta. Superado ese trago, anulada la fuerza inercial proporcionada a los datos por los medios, tenemos noticia de la modificación del decreto que ha de regular en el futuro las pruebas de acceso a la Universidad que en estos momentos flotan en la más absoluta de las incertidumbres, aunque la que dice ser ministra de Educación parece vivir de espaldas a la incertidumbre que ha generado en todos los centros. En este contexto reaparece la polémica por los teléfonos móviles y, para sorpresa de todos, la señora ministra se muestra encantada de convocar a todas las consejerías de educación de España y debatir sobre ese tema. Para cerrar esta compleja faena, adornada con el esperpento de la cita ministerial, los periódicos locales de Valencia, digitales o analógicos, han comenzado a avanzar la noticia de una nueva regulación tanto del valenciano como del castellano en la enseñanza.

La verdad que todo aventura un esfuerzo titánico para no dejar a salvo la única situación en la que los individuos hacen uso de esa espléndida capacidad que tienen para optar. En principio, nada es más deseable que en el acto de la matrícula el alumno o su tutor escojan la lengua en la que desea aprender. Eso era lo que durante muchos años se vino consolidando en la Comunidad Valenciana. Los centros deberán organizar dos líneas de enseñanza y es muy probable que los alumnos hagan de lo que se conocía como lengua materna el principal instrumento de su aprendizaje. Este fue el principio que durante años  se defendió en todas las esquinas en las que la pedagogía se cruzaba con los ciudadanos. ¿Por qué delegar en los consejos escolares o en los claustros esa opción tan decisiva e importante para todos los estudiantes? Restituyamos al individuo lo que nunca debió perder: la toma de decisión en un asunto tan importante. Hace falta una educación que nos entusiasme con nuestro patrimonio y que reintroduzca los textos y la lectura en los centros.  Y la lengua materna ha de ser nuestro principal patrimonio cultural para hacernos con ese patrimonio y esos textos.

Esta restitución de un derecho perdido no irá contra ninguna de las lenguas. Quien se forma usando una de las dos lenguas oficiales tiene una oportunidad diaria de aprender la otra y, en su caso, la administración educativa puede generar oportunidades de aprendizaje de esa otra lengua que pudiera  considerarse en situación de franco retroceso, sea la que fuere. Puede ser el castellano en unos casos o el valenciano en otros.

Muchas han sido las oportunidades en las que he defendido que la enseñanza debe desplegarse haciendo uso de la lengua materna. Hoy entendía que era preciso hablar con claridad, sin hurgar en las leyes ya pasadas ni en las sentencias ya formuladas. Es el momento de recuperar un principio que nunca debimos perder: la libertad de aprender en la misma lengua en la que nos hablan nuestras madres y que es reconocida como lengua oficial por la Constitución, sea la que fuere. Para la otra lengua solo cabe recetar voluntariedad y programas de desarrollo para su implantación entre las gentes.

Este es uno de esos temas a los que le afecta de lleno un principio cuya vigencia en todas las aulas es fundamental: la docencia solo es tal si genera entusiasmo ante el propio patrimonio cultural. De este modo la protección de las lenguas, como de otras formas culturales, corren por cuenta de los ciudadanos. No dejemos que la opción de la lengua nos sea arrebatada de sus verdaderos lindes: los que el sujeto de la educación tiene todo el derecho a establecer.

No puedo evitar referirme al tema que parece entusiasmar a la señora ministra de Educación. En los temas fundamentales de la educación nada es más fácil que no hacer cuestión de las prácticas docentes en el aula y que, por ejemplo, busquemos la solución a las faltas de atención de los alumnos y a los fracasos escolares en el uso de los teléfonos móviles. Estamos a un tris de conseguirlo. No se engañen. Con o sin teléfonos en el bolsillo los alumnos pueden caer en la más absoluta desmotivación ante el más próximo y fundamental patrimonio que para ellos puede representar su cultura. No se engañen y no nos engañen. El debate sobre la presencia de los teléfonos móviles en las mochilas de los alumnos es un falso debate que enmascara el necesario debate sobre la calidad de una enseñanza que no se hace con la atención de los alumnos y que no respeta la lengua materna como la que debe hacer posible su aprendizaje.


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Guillermo Quintás Alonso (Gradefes, 1944), doctor en filosofía, obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado por la Universitat de València con una tesis dirigida por el Dr. Fernando Montero Moliner. Ha impartido clases de filosofía en enseñanza media y de filosofía moderna en la Universitat de València. En su faceta editorial, ha formado parte del equipo de lectura de prestigiosas editoriales y ha sido director de colecciones como «Leyendo… », «Filosofía. Las propuestas en sus textos» o «Educació. Materials». Autor de numerosos artículos y conferencias integradas en seminarios de distinto signo, siempre ha asociado sus reflexiones a la edición de textos clásicos.

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Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

2 comments on “No se engañen y no nos engañen

  1. Miguel de la Guardia

    Muchas gracias por la claridad y valentía con la que desnudas el desinterés de la titular ministerial y las cortinas de humo con que tratan de ocultar el retroceso de la enseñanza
    Me temo que te lloverán las críticas de Lis seudo progres que escudan su falta de propuestas para mejorar la sociedad tras escudos de lo que llaman discriminaciones positivas que, en definitiva, son solo imposiciones
    Resulta chocante que quienes propugnan referéndums varios se nieguen a preguntar a los ciudadanos a Lis que dicen servir en qué lengua sueñan y aman. Olvidan que posiblemente esa fuera la mejor lengua para enseñarles
    Ahí va mi lanza en favor de la seriedad y el rigor y en contra del pistero seudo progre
    Adelante, sin miedo, aunque traten de convencernos que todo el que no comparta los cambios de opinión del gobierno o es de derechas o claramente facha

  2. Los ciudadanos, en Cataluña y Euskadi, votan – votamos – de manera abrumadora a las fuerzas políticas que apuestan por la inmersión lingüistica y la promocion de euskera y catalan en la escuela, que yo recuerde.

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