Arte

Monumento ovetense del Renacimiento: el acueducto de Los Pilares

Un monumento renacentista a la sombra del prerrománico ovetense: el acueducto de Los Pilares.

Pese a la trascendental utilidad que ha tenido a lo largo de los siglos, el conducto parece estar a la sombra del resto de monumentos de la ciudad de Oviedo. Inaugurado en 1602, la obra de Los Pilares fue el principal suministro hidráulico de la urbe hasta el año 1874. Andrea García comenta en este artículo la historia del acueducto hasta la actualidad y su valor artístico.


El acueducto de Los Pilares

 / por Andrea García /

El acueducto conocido como popularmente como de Los Pilares, debido a su monumental longitud y pluralidad de arcos, fue edificado en el contexto del Oviedo moderno, el cual buscaba mejorar la calidad de vida de la creciente población, acorde con otras ciudades de época como Santiago, Huesca o Valladolid. El acueducto anterior se fecha en época de Alfonso II (760-842), que fue construido por el arquitecto Tioda, personaje el cual da nombre a una de las calles de acceso al acueducto actual: la calle Arquitecto Tioda. La otra vía que permite el acceso se denomina Los Pilares, en referencia a la obra hidráulica. Si bien en la Edad Media la primitiva obra sirvió para abastecer a los palacios reales desde el manantial de la Granda del Anillo, en el siglo XVI se planteó un nuevo proyecto hidráulico debido a la incapacidad de esta fuente para suministrar agua a toda la urbe. De este modo, en 1537 fueron descubiertas las fuentes de agua de Fitoria, Ules y Bo, que lograrían abastecer mediante un doble caudal al Oviedo del momento.

Tras varios proyectos, el maestro cantero Juan de Cerecedo comienza las obras en 1564, dedicándose a ellas hasta su muerte en 1568. En 1571, continúa el trabajo su sobrino, Juan de Cerecedo el Joven, poniéndole fin con su fallecimiento en 1588. Finalmente, el proyecto de Juan de Cerecedo se inutiliza tras encontrarse numerosos fallos.

Proyecto final de Gonzalo de la Bárcena. Imagen extraída de El acueducto de los Pilares de Oviedo, María Isabel Pastor Criado.

Gonzalo de la Bárcena, tras ser cumplidos sus requerimientos, decide abordar en 1583 la construcción de una nueva obra, alejada de los planteamientos de la familia Cerecedo, iniciándola en 1588. Bárcena era protegido de Felipe II y considerado el mejor fontanero de Castilla, por lo que su trabajo en Oviedo convirtió al acueducto en uno de los más vanagloriados de España. Debido a los múltiples proyectos que mantenía fuera de la ciudad, delega en su primo, Pedro de la Bárcena, quien termina el acueducto en 1602 junto a la ayuda de otros maestros, como Domingo de Mortera, Domingo de Argos y Gonzalo de Güemes Bracamonte.

La arquería. Fotografía de la autora.
Otra perspectiva de la arquería. Foto de la autora.

El acueducto, en sus orígenes, tenía una longitud de 390 metros. Mantenía el sistema arco-pilar en sus 40 tramos, aunque en la actualidad sólo se conservan cinco arcos Tiene una sola arquería, emplea arcos de medio punto y pilares rectangulares. La transición entre ambos se realiza mediante una sencilla moldura. La construcción tiene una estética idéntica a lo largo de su entramado y destaca la disminución de la altura en las elevaciones del terreno. El acueducto se vinculaba al suelo a través de paredones. En la parte superior se insertaba el encañado para conducir el agua. Se cubría mediante un enlosado para evitar la contaminación, mientras que las arquetas facilitaban la conducción y el saneamiento del sistema.

El pilar ilustrra el sillarejo y la sillería para las esquinas. Fotografía de la autora.

En cuanto al material empleado en la obra, se utiliza mampostería y sillarejo de Piedramuelle. Los grandes bloques de sillería se emplean para reforzar las esquinas de los pilares. El mismo material es usado en las dovelas y las losas de cubrición, por lo que es importante la piedra para garantizar el aguante de la estructura.

Detalle del ancañado. Fotografía de la autora.

Igualmente, fabricados en piedra son los canales que sustituyen a los realizados con madera de roble, pertenecientes al proyecto original. Los conductos de barro cocido eran cubiertos con betún para evitar posibles fugas del líquido. También es apreciable el entramado donde se inserta el encañado interior en las dos partes seccionadas por el derribo.

El acueducto que se conoce hoy día data del derribo acaecido en 1915. En 1874, el monumento termina su vida debido a los nuevos avances hidráulicos, por lo que comenzó a plantearse su demolición. Sin embargo, eruditas y eruditos, como el rector de la Universidad de Oviedo Fermín Canella y Secades, intentaron evitar su destrucción. Aunque no pudo triunfar en esta empresa, Canella ensalzó el interés histórico y artístico del acueducto, enviando su petición de conservación al alcalde del ayuntamiento ovetense en 1910. Una obra de arte creada en pleno Renacimiento español y que contaba con la tecnología más novedosa para el abastecimiento de agua de la ciudad de Oviedo.


 

 

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