Lorine Niedecker: ese sereno limo contracorriente
/ por Miguel Ángel Muñoz Sanjuán /
En la década de 1960, una serie de jóvenes poetas, entre los que cabría destacar al norteamericano Cid Corman y al británico Basil Bunting, comenzaron a reclamar la atención sobre la obra de una poeta estadounidense técnicamente olvidada. Se trataba de Lorine Niedecker, cuya obra poética era tan discreta como original, tan profunda como sencilla. Nacida en 1903 en Black Hawk Island, pequeña isla enclavada en una zona de marismas y de humedales de Fort Atkinson, en el estado de Wisconsin, entre la confluencia del lago Koshkronong y el río Rock, pasó allí su infancia y su juventud. Su familia regentaba un modesto hotel para los amantes de la pesca fluvial que buscaban zonas apartadas como aquella, caracterizada por sus asilvestrados entornos naturales. Y, al igual que su lugar natal, la pequeña Lorine también fue una isla rodeada por sus circunstancias biográficas, estado que acentuaría su timidez, como su madre, que quedó sorda a causa de los esfuerzos en su parto, e igual que esa niña, representada por ella misma, niña sola, como hija única que era, en una casa rodeada por un mundo regido por las aguas que inundaban todo cíclicamente con imparables crecidas fluviales.
Este entorno lacustre marcaría de por vida el carácter y la obra de Lorine Niedecker, esa joven retraída cuya labor como poeta era una faceta desconocida en sus entornos familiar y social, como lo demuestra la publicación de su primer libro, New Gose (Nueva Oca), que vio la luz de una forma privada en 1946, cuando Lorine había cumplido los cuarenta y tres años. Sin embargo, el encuentro entre la poesía y Lorine aún no se completó hasta años después, cuando la propia vida le fue indicando, con sus secretas y dolosas señales, y muy a su pesar, por dónde transcurrían tanto su vida como su obra, como si toda su existencia alcanzase cierta similitud con ese entorno natural en el que vivió la mayor parte de su vida. Mientras Lorine crecía, la vida familiar fue hundiéndose poco a poco, igual que los lugares recorridos por la sensibilidad de aquella niña nacida entre marjales se hacían silenciosos como los labios de su ensordecida madre, y, así, la joven poeta fue aprendiendo a deletrear el aislamiento de esta, ya de carácter depresivo, teniendo que convivir con el fracaso familiar, después de que su padre tuviera una relación extramatrimonial, comportamiento que marcó profundamente a Lorine.
Graduada en 1922, Lorine inició estudios universitarios en el Beloit College, pero tuvo que interrumpirlos dos años después con la excusa de que, al ser hija única, era necesaria su presencia para cuidar de su madre enferma, tarea a la que se sumó la que quizá fuera la verdadera y principal razón del precipitado abandono de sus estudios: la ruina familiar y la imposibilidad de costear por más tiempo su formación universitaria. Transcurrieron cuatro años hasta que en 1928, con veinticinco años, se casó con un joven llamado Frank Hartwig, y Lorine comenzó a trabajar en la biblioteca de Fort Atkinson. La relativa bonanza y estabilidad duraría poco, ya que el crack del 29 provocó que Lorine y su marido se quedaran sin trabajo, arrastrando al joven matrimonio a su separación un año después. Pero sería en 1931, a raíz de estos acontecimientos, cuando el destino poético de Lorine comenzó a tener un relativo grado de entidad en su vida, al caer en sus manos el número de febrero de la revista neoyorquina Poetry, dirigida por el poeta Louis Zukofsky, defensor del “objetivismo”, corriente poética deudora del “imaginismo”, que consideraba el poema como un objeto y no como centro de atención de los propios sentimientos, además de llamar la atención sobre la necesidad de hacer una poesía en la que tuvieran cabida las palabras sencillas, tan arrinconadas por el lenguaje poético preciosista. Después de contactar postalmente con Zukosfsky y tras mantener una intensa relación epistolar con él, en 1933, Lorine viajó a Nueva York para conocer al famoso editor y poeta, y de ese encuentro surgió una apasionada relación amorosa que culminó con el embarazo gemelar de Lorine y su posterior aborto por sugerencia de Zukosfsky. Aunque dichos acontecimientos tuvieron como resultado la ruptura de la pareja y el regreso de Lorine al hogar familiar; sin embargo, ambos mantuvieron a lo largo de varias décadas una continua relación intelectual.
Lorine siguió escribiendo y publicado en pequeñas editoriales, a la par que realizaba variados trabajos para subsistir, como la redacción de artículos en una guía de Wisconsin para el Federal Writers Project, la escritura de guiones para la cadena radiofónica WHA, la corrección de textos para el Hoards’s Dairyman, ocupación que tuvo que dejar por sus problemas de pérdida de visión, y su trabajo como limpiadora en el hospital de Fort Atkinson. En 1963, cumplidos los sesenta años, Lorine contrajo nuevas nupcias con Albert Millen y llevó una vida tranquila dedicada a escribir en Black Hawk Island hasta su muerte, acaecida en 1970.
Aquella mujer que en su poema «Paean to Place» («Himno al lugar») escribiera «Un impulso nos hace explorar / lo ignoto», realizó ese periplo con la intensidad de lo breve, pues la obra de Lorine Niedecker se limita, básicamente, a cinco libros: New Gose (Nueva Oca), publicado en 1946; For Paul and Other Poems (Para Paul y otros poemas), en referencia al hijo de Louis Zukofsky y su esposa Celia Thaew, que no llegó a publicarse por la oposición del matrimonio; My Friend Tree (Amigo árbol), publicado en 1961 en Edimburgo; North Central (1968) y, finalmente, el recientemente publicado poco antes de su muerte, T & G: The Collected Poems, que estaría acompañado por otro libro en preparación. A pesar de su brevedad, la propuesta poética de Lorine Niedecker resulta imprescindible para completar la vidriera de peculiar colorido que supusieron aquellas obras surgidas en la bisagra que representan en la poesía anglosajona las escuelas “modernista/imaginista” y “objetivista”, y aunque originalmente su obra es deudora de ambas estéticas, Lorine creó un sello personal que le permitió interpretar ambas fuentes sin sentirse limitada por sus postulados, algo que dejó reflejado en su poema “Si fuera un pájaro”, en el que cita sus referentes, entre los que están Williams Carlos Williams, H.D. (Hilda Doolittle), Marianne Moore, Williams Stevens, Louis Zukofsky, E. E. Cummigs y Charles Reznikoff, quien acuñó el término de “objetivismo”.
La obra de Lorine Niedecker ha dejado una huella permanente en el tiempo, como esas crecidas estacionales presentes en su poesía, como en esa «agua / suave / y severa» que traería en su secreto caudal el reflejo de la vida con la amorosa presencia de esa madre que se yergue ante ella como un tótem sordo; con la irónica percepción de la vida cotidiana y el dramatismo de un horizonte enmudecedor surgido como resultado de la depresión económica y de la guerra mundial; con la sutil crítica social que reflexiona sobre la realidad positiva que representa la poesía en la vida; con la experimentación emocional que supone abrir en su obra zonas de diálogo con el haiku, convirtiéndolo en una estrofa de cinco versos; con la elegancia con la que contravino los postulados objetivistas decantando en su poesía la voz de sus emociones…; en suma, como ella mismo dijo de forma poética en su poema “La tarea del poeta”, «Aprendí / a sentarme en mi escritorio / y condensar // No me cesarán / de esta / condensación». Y así es la poesía de Lorine Niedecker, un canto asombrado, esencial y desmitificador, en el que la voz de esta discreta mujer poeta asumió reflexionar, entre las crecidas del silencio, qué es y qué no es esa secreta inundación que provocan las palabras en su surgir inesperado.

Poemas
Remember my little granite pail?
The handle of it was blue.
Think what’s got away in my life—
Was enough to carry me thru.
¿Recuerdas mi pequeño balde esmaltado?
El asa que llevaba era azul.
Piensa en cuánto he perdido en lo vivido—
Para no desfallecer esto ha bastado.
—
In the great snowfall before the bomb
colored yule tree lights
windows, the only glow for contemplation
along this road
I worked the print shop
right down among em
the folk from whom all poetry flows
and dreadfully much else.
I was Blondie
I carried my bundles of hog feeder price lists
down by Larry the Lug,
I’d never get anywhere
because I’d never had suction,
pull, you know, favor, drag,
well-oiled protection.
I heard their rehashed radio barbs—
more barbarous among hirelings
as higher-ups grow more corrupt.
But what vitality! The women hold jobs—
clean house, cook, raise children, bowl
and go to church.
What would they say if they knew
I sit for two months on six lines
of poetry?
En la gran nevada antes de la bomba
ventanas con luces de colores en el árbol
navideño, el único fulgor visible
por este camino
Manejaba yo la imprenta
rodeada de todos ellos
la peña de la que toda poesía fluye
y tristemente poco más.
Me llamaban Rubia
yo le llevaba mis listas de precios de comederos para cerdos
a Larry el Lerdo,
nunca llegaría muy lejos
porque no tenía padrino,
enchufe, ya sabéis, favor, ventaja,
protección bien engrasada.
Oía sus pullas manidas de la radio—
más bárbaras entre los currantes
cuanto más corruptos los jefazos.
¡Pero qué vitalidad! Ellas trabajan—
limpian, cocinan, crían a los hijos
y van a la iglesia.
¿Qué dirían si supieran
que me paso dos meses con seis versos
de un poema?
—
Linnaeus in Lapland
Nothing worth noting
except an Andromeda
with quadrangular shoots—
the boots of the people
wet inside: they must swim
to church thru the floods
or be taxed—the blossoms
from the bosoms
of the leaves
Linneo en Laponia
Nada que destacar
excepto una Andrómeda
y en cuadrángulo sus brotes—
las botas
de la gente
mojadas por dentro: han de nadar
hacia la iglesia en la riada
o ser clasificados—los renuevos
de los senos
de las hojas
—
Springtime’s wide
water
yield
but the field
will return
La extensa cosecha
de agua
de la primavera
pero la pradera
regresará
—
Foreclosure
Tell em to take my bare walls down
my cement abutments
their parties thereof
and clause of claws
Leave me the land
Scratch out: the land
May prose and property both die out
and leave me peace
Ejecución hipotecaria
Les dices que derriben mis paredes desnudas
mis contrafuertes de cemento
lo que a las partes respecta
y la cláusula feral
Que me dejen la tierra
Tacha: la tierra
Que prosa y propiedad se extingan
y me dejen paz
• Y el lugar era agua
Antología poética
• Lorine Niedecker
• Traducción y edición de Natalia Carbajosa
• Eolas, 2018
229 páginas; 15,00 €
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