Mirar al retrovisor

Sodoma y la pseudociencia

Steven Collins, arqueólogo y profesor de historia bíblica en una universidad religiosa estadounidense, asegura haber encontrado la ciudad bíblica de Sodoma; y Joan Santacana aprovecha para advertirnos sobre las supercherías que se disfrazan de ciencia.

Mirar al retrovisor

Sodoma y la pseudociencia

/por Joan Santacana Mestre/

Cada cual puede tener creencias a su medida. Esto no es discutible. Hay quienes hoy afirman que la Tierra es plana y que la expedición a la Luna fue un montaje cinematográfico de alguna mente maligna. Otros consideran que comiendo muchos ajos ahuyentarán el cáncer. Todo esto son creencias; algunas quizás dañinas para quienes las sostengan.

Sin embargo, a veces las creencias más absurdas se revisten de ropajes pseudocientíficos y entonces pueden ser dañinas para los demás, ya que cualquier superchería aparece como algo serio. El tema que les traigo a colación es de esta segunda categoría. Quisiera hablar de un personaje singular, que ya rozará los setenta años y, por lo tanto, ya no tiene edad para recrearse en cuentos. Se trata de un arqueólogo y profesor de historia bíblica de una supuesta escuela de arqueología de la Trinity Southwest University de Albuquerque, en Nuevo México.  Se llama Steven Collins.

El personaje en cuestión, ¡afirma haber encontrado la bíblica ciudad de Sodoma! Ustedes recordarán que esta ciudad aparece mencionada en la Vulgata. El relato bíblico, del que se hace eco también el Corán, narra cómo Dios castigó a esta ciudad junto con Gomorra y Adma y Zeboím porque sus habitantes pecaban de sodomía. El relato bíblico del Génesis (Gen. 19, 1-29) finaliza con la terrible ira de Dios, que «hizo llover del cielo sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, y arrasó estas ciudades y todo el país confinante, los moradores de todas las ciudades y todas las verdes campiñas de su territorio». Este episodio del Génesis, como tantos otros, se ubica en un lugar impreciso del valle del Jordán.

La destrucción de Sodoma y Gomorra, de John Martin (1852).

¿Qué ha hallado nuestro hombre? ¿Por qué identifica su supuesto hallazgo con Sodoma? ¿Cuál es su base científica? Él excava desde hace años un yacimiento denominado Tall el-Hammam, en el actual territorio de Jordania. Allí, ciertamente, se han hallado los restos de una ciudad fortificada destruida hacia finales del siglo XIX antes de la Era (1850-1650 a.n.e.) Se trata probablemente de un asentamiento urbano de la edad del bronce medio, concretamente del periodo IIA, etapa en la que resurgieron en toda la región numerosas ciudades-Estado. El bronce medio IIB (entre 1750-1660 a.n.e.) fue una etapa de comercio floreciente, con amplias relaciones con Egipto. Documentar estas ciudades es una tarea muy compleja. Desde luego hay algunas fuentes escritas, tales como las colecciones de textos de rituales mágicos  —de Execración— en platos, figurillas y pedazos de cerámica en los que se citan nombres, algunos mencionados en la Biblia y otros no. La mayoría de las ciudades identificadas estaban en la llanura. Los lugares sin identificar son mucho más numerosos que los identificados; se trata de topónimos como Ahumuta, Anharu, Asannu, Mutara, Raqaha, Yasapa, etcétera. En la zona del mar Muerto realmente hay pocas ciudades localizadas. En la documentación faraónica estas ciudades aparecen a veces mencionadas con los nombres de sus gobernantes, a los que denominan Hqzw Hzwt, que se puede traducir como «príncipes del desierto», quizás los mismos que Manetón denominó hicksos. Llegados a este punto, nos preguntamos: ¿por qué ésta debería ser identificada con Sodoma?

Yacimiento de Tall el-Hammam.

Las razones de nuestro colega para identificar estos restos con Sodoma son que ésta es la ciudad más grande de la zona, afirmación difícil de demostrar cuando no se han excavado muchas y casi ninguna en su totalidad, incluida ésta. La segunda razón esgrimida por el excavador es que la ciudad fue abandonada de repente y el lugar permaneció deshabitado durante setecientos años, siendo reocupado en la Edad del Hierro. Obviamente, esta afirmación se debe a que en la excavación hay capas de cenizas causadas por la acción del fuego. La prueba definitiva, según este autor, es que algunos fragmentos cerámicos aparecen vidriados por la acción de las altas temperaturas a las que estuvieron sometidas. Naturalmente, la presencia de niveles de destrucción e incendio en los asentamientos cananeos de este periodo es abundante por razones absolutamente ajenas a la ira de Dios; y en estos incendios, con construcciones de barro y mucho maderamen, se alcanzan temperaturas capaces de derretir literalmente las piedras. La compleja situación política de estas ciudades se pone de manifiesto en algunos documentos de la época, como las famosas cartas acadias de la ciudad de Mari, que halló André Parrot en la excavación del palacio de su rey Zimri-Lin (ca. 1730-1700 a.n.e). Entre las más de 20.000 tabletas cuneiformes halladas en el archivo de palacio, había unas cinco mil cartas, la mayoría escritas en lengua babilónica por amorreos, es decir semitas nordoccidentales. En muchas de ellas se pone de manifiesto el frágil equilibrio político del Próximo Oriente durante la Edad del Bronce; y en una en concreto, que cito como muestra a continuación, se puede leer lo siguiente:

A mi señor le dice Bannum, tu siervo. Ayer partí de Mari y pasé la noche en Zuruban. Todos los benjaminitas encendieron señales de fuego. Desde Samunum a […] Mihlan, todas las ciudades del distrito de Terqa contestaron a las señales de fuego con otras señales. Hasta ahora no he averiguado el significado de estas señales; cuando lo sepa se lo comunicaré. Mientras, sea la guardia de la ciudad de Mari reforzada y no salga mi señor mas allá de la puerta.

Como puede verse, el estado permanente de hostilidad y de guerra en la zona hace muy difícil discernir qué ocurrió en Tall el-Hammam, por lo que las especulaciones sobre la identificación de Sodoma o Gomorra son pura fantasía. ¡Ah! Se me olvidaba: el fuego que destruyó la ciudad lo atribuye nuestro hombre a un meteorito que al parecer arrasaría toda la región.

A toda esta rocambolesca interpretación sólo le falta citar que la casa que se ha excavado en Tall el-Hammam era la del personaje bíblico Lot y que una de las estancias de la casa que se ha identificado era el lecho de las dos hijas que ofreció a la turba de sodomitas para salvar a sus dos invitados, ángeles enviados por el Señor (Gen, 19-1-11).

Quizás la auténtica razón por la que Steven Collins identifica estos restos con Sodoma es que él pertenece a un grupo que afirma que la Biblia tiene una interpretación histórica literal. Por ello, cualquier acontecimiento citado en la Biblia tiene que tener su verificación en el registro histórico y, si esta verificación no está clara —como es el caso—. se fuerza la interpretación. A veces uno tiene la tentación de pensar —soy mal pensado— que si los restos arqueológicos que estamos investigado decimos que son Sodoma nos resultará mucho más fácil hallar los fondos pecuniarios necesarios para financiar el proyecto, máxime cuando nuestro trabajo está vinculado con un centro de estudios bíblicos y teológicos de una universidad que se denomina sospechosamente Veritas International University. Pero no me hagan caso: yo tan sólo soy un arqueólogo del montón, escéptico ante todo aquello carente de método científico.


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

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