Un delicioso encargo de la realeza: el Bodegón de cocina de Luis Meléndez en el Museo de Bellas Artes de Asturias
/por Andrea García Casal/
María Luisa de Parma (Parma, 1751-Roma, 1819) y Carlos de Borbón (Portici, 1748-Nápoles, 1819), todavía princesa y príncipe de España, respectivamente, dieron la oportunidad de trabajar para la corte al pintor Luis Egidio Meléndez de Ribera (Nápoles, 1716-Madrid, 1780). Y a partir de entonces, Meléndez se convirtió en un afamado exponente de la historia de la pintura de bodegones.
En el presente artículo abordamos dos cuestiones fundamentales para entender la relevancia del lienzo Bodegón de cocina (1772), ya que es una pieza clave de la colección Pedro Masaveu en el Museo de Bellas Artes de Asturias. En primer lugar, hacemos una presentación de la biografía del pintor, recorriendo aquellos momentos importantes de su vida. A continuación, realizamos una investigación sobre el Bodegón de cocina relacionándolo con la serie de bodegones para el Real Gabinete de Historia Natural (1760-1776) que Luis Meléndez pintó para María Luisa de Parma y Carlos de Borbón. De este modo, planteamos que se ha creado en el mismo contexto que el proyecto para el Real Gabinete porque la cronología es idéntica. Bajo nuestra teoría, el Bodegón de cocina (1772) es un regalo u ofrecimiento por parte de Meléndez para la corte de María Luisa de Parma y Carlos de Borbón; quizá concretamente para la princesa. Una posibilidad más es que haya sido un encargo, aunque no la consideramos la opción más plausible por lo que argumentamos a lo largo de texto.
La vida de Luis Meléndez: de pintor de retratos a bodegonista
Luis Meléndez fue hijo de Francisco Antonio Meléndez (Oviedo, 1682-Madrid, 1752/1758) y sobrino de Miguel Jacinto Meléndez (Oviedo, 1679-Madrid, 1734). Ambos fueron pintores que trabajaron en la corte de Felipe V como retratistas, aunque destacó más Miguel Jacinto Meléndez porque ejerció como pintor de cámara de este rey. De esta forma, una de sus tareas consistió en retratar a Felipe V y su familia en diferentes ocasiones. Luis Meléndez nació en Nápoles en 1716. Prontamente se trasladó a Madrid y allí estudió con su padre y con Louis-Michel van Loo (Tolón, 1707-París, 1771), el cual fue pintor de retratos para la monarquía española.

Luis Meléndez siempre quiso especializarse en el género del retrato. Con treinta y cuatro años, pintó un autorretrato muy virtuoso donde podemos ver que el artista apuntaba maneras desde joven. Meléndez se ha representado como un pintor orgulloso de su profesión; sostiene un pincel y un dibujo de un hombre desnudo. El hecho de representarse así no es baladí, especialmente por el asunto del dibujo. Dibujar un desnudo es sinónimo de que Meléndez conoce a la perfección la anatomía humana, siendo crucial para desenvolverse en los géneros artísticos más valorados durante el Antiguo Régimen: la alegoría y la historia. Es útil aclarar que la alegoría es la personificación de conceptos, por ejemplo, la justicia o la verdad. El tercer género mejor considerado fue el retrato. Saber anatomía hizo que Meléndez encararse más fácilmente cualquier retrato. Además, quiso trabajar en esta dirección porque su familia siempre se dedicó a la retratística de modo talentoso. Van Loo también le dio la posibilidad de trabajar con él y conocer de primera mano los gustos artísticos de la casa real. Sin embargo, las aspiraciones de nuestro protagonista se frustraron solo dos años después del Autorretrato (1746). Fue expulsado de la Junta Preparatoria junto a su padre en 1748.
El padre Francisco Antonio Meléndez fue el precursor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tras enviarle un proyecto al rey Felipe V con el objetivo de crear una institución oficial de Bellas Artes en Madrid. Se tratará de la academia artística más importante en el ámbito español. Sin embargo, el monarca rechazó la idea prefiriendo el proyecto de su escultor de cámara Giovanni Domenico Olivieri (Carrara, 1708-Madrid, 1762). La institución se fundó en 1744 con el nombre inicial de Junta Preparatoria. A pesar de todo, Francisco Antonio Meléndez pasó a ser maestro director de Pintura conforme con el historiador del arte Gabino Busto Hevia (1997). Sin embargo, demostró una actitud subversiva al no cumplirse su proyecto y fue despedido. A pesar de que superó las pruebas de acceso, Meléndez todavía fue expulsado.
La actitud vengativa de la Junta Preparatoria arrasó con la trayectoria de Luis Meléndez en el ámbito académico. Haberse instruido en la futura Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le hubiera granjeado el éxito en la corte como retratista. Animado por el inmejorable clima artístico de Roma y Nápoles, viajó a estas ciudades para continuar su formación. Durante su periplo, conoció a Carlos VII de Nápoles: el futuro Carlos III de España, que le concedió el título honorífico de pintor de cámara tras enseñarle unas obras hoy desconocidas. Lamentablemente, sus posibilidades de continuar en Italia se mermaron por la situación económica deplorable que arrastró. Regresó a Madrid coincidiendo con el trono de Fernando VI (Madrid, 1713-Villaviciosa de Odón, 1759), gracias al cual Meléndez empezó a trabajar como miniaturista de libros corales destinados a la Real Capilla del Palacio Real de Madrid. Su padre fue quien alentó a Fernando VI para que permitiese ejercer al joven Meléndez en la capilla, aunque le fue alejando del retrato. El desempeño de la tarea abarcó desde 1752 hasta 1759; momento en el que asciende al poder Carlos III (Madrid, 1716-ibídem, 1788). Debido a que fue nombrado pintor honorífico de cámara y por su estrecha colaboración con el palacio, Meléndez pensó en haber logrado una buena reputación ante el rey que finalmente no fue correspondida.

Tras el rechazo del monarca español, el pintor napolitano estuvo fuera de los encargos de la realeza hasta contactar con la princesa María Luisa de Parma. Coincidiendo con la teoría de la historiadora del arte Carmen Espinosa Martín (1989), la princesa fue la verdadera mecenas de Luis Meléndez frente a la hipótesis habitual de que el príncipe Carlos de Borbón fue su promotor.
Meléndez manifestó su propósito de trabajar para la monarquía a María Luisa de Parma. La idea del pintor era realizar un grupo de bodegones acerca de los distintos productos alimenticios del reino de España. La princesa vio interesante esta propuesta y se la transmitió al príncipe Carlos de Borbón. Gracias a la aceptación de María Luisa de Parma, Meléndez pudo acometer su proyecto para el Real Gabinete de Historia Natural. Esta serie fue creada entre 1759 y 1776 y está compuesta originalmente por cuarenta y cinco cuadros. A finales de 1776, el príncipe Carlos de Borbón consideró que Meléndez no tenía que pintar más bodegones para la casa real. Las causas de su decisión son desconocidas, pero el proyecto del pintor no se había concluido aún. Se pidió a Meléndez tasar su producción para estimar el precio de los últimos lienzos de la serie para el Real Gabinete. El pintor fijó una remuneración para todos los cuadros según su tamaño. No obstante, afirmó que, si la continuación de la serie se suspendía, no estaba dispuesto a cobrar únicamente los 105.300 reales de su propia tasación. Lo llamativo es que la princesa y el príncipe ya le habían pagado 106.000 reales a lo largo de los años, por lo que no se le quiso remunerar más.
Luis Meléndez pasó los últimos años de su vida trabajando para particulares, siguiendo a Gabino Busto Hevia (1997) y el historiador del arte Ángel Rodríguez Rebollo. Este último opina que los bodegones repartidos en los museos y colecciones del extranjero se inspiran en los lienzos patrocinados por María Luisa de Parma y Carlos de Borbón. Falleció en 1780 y afirmó encontrarse en absoluta pobreza. Empero, Luis Meléndez es recordado como uno de los mejores artistas de España.
Los bodegones para la familia real: el caso del Bodegón de cocina (1772) del Museo de Bellas Artes de Asturias
La serie del Real Gabinete de Historia Natural se ubica mayormente en el Museo Nacional del Prado. En realidad, nunca ocupó el Real Gabinete, sino que decoró la Casa del Príncipe de El Escorial y a continuación el Palacio de Aranjuez. Seguramente, el Bodegón de cocina (1772) del Museo de Bellas Artes de Asturias no pertenece a esta vasta serie, ya que los bodegones que la componen están identificados. A priori, no parece que se vaya a cambiar esta clasificación. Treinta y nueve de las obras se encuentran en el Museo del Prado, cuatro en Patrimonio Nacional y una en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Nuestra opinión es que solo los lienzos del Palacio Real de Aranjuez son originarios de la serie del Real Gabinete, pues pasaron del palacio a la colección del Museo Nacional del Prado. En todo caso, no vamos a contrariar la clasificación, sino a ofrecer una alternativa para ubicar al Bodegón de cocina (1772) entre las pertenencias de la realeza.
Lo cierto es que hay muchos otros bodegones del artista esparcidos por distintos museos nacionales e internacionales que se enmarcan en la cronología de 1759 a 1776, es decir, que fueron creados a la par que la serie del Real Gabinete. Por tanto, queremos reforzar la teoría de que el Bodegón de cocina (1772) del Museo de Bellas Artes de Asturias se pintó para la corte de María Luisa de Parma y Carlos de Borbón, ya que se ejecutó al mismo tiempo que dicha serie. Con este propósito, presentamos algunas características que acercan el lienzo asturiano con los bodegones del Museo del Prado: la cronología idéntica, la unidad temática y la repetición de la iconografía, particularmente de determinados objetos y alimentos y la organización de la composición. La iconografía es la ciencia que describe las obras de arte, analizando cada elemento (personajes, objetos, ambientación, etcétera) para averiguar el tema representado. Por otro lado, la composición es la forma de organizar todo aquello que se representa en una obra de arte, por ejemplo, desde la iluminación a los objetos.
El Bodegón con arenques, cebolletas, pan y utensilios de cocina (1760-1770), el Bodegón: pan, granadas, higos y objetos (1770), el Bodegón con manzanas, pan, queso y recipientes (1772), el Bodegón con jamón, huevos y recipientes (tercer cuarto del siglo XVIII) y el Bodegón con pichones, cesta de comida y cuencos (tercer cuarto del siglo XVIII) del Museo Nacional del Prado se han pintado entre 1759 y 1776, tal y como atestiguan las fechas de los cuadros y los datos sobre la serie que ofrece el museo. La única con una cronología más imprecisa es Bodegón con pichones, cesta de comida y cuencos (tercer cuarto del siglo XVIII). Así, coinciden con la época en la que fue pintado Bodegón de cocina (1772) del Museo de Bellas Artes de Asturias. Hemos seleccionado las obras citadas porque hay objetos iguales a los que se encuentran en el Bodegón de cocina (1772), siendo prácticos para reforzar nuestra teoría.
A lo largo de dieciséis años, Meléndez ejecutó su proyecto de la serie para el Real Gabinete de Historia Natural, a pesar de que luego la princesa y el príncipe la utilizaron como decoración palaciega. Meléndez recibió los pagos por sus obras hasta el año 1777, pues no terminó los 45 bodegones a la vez, sino que fue los pintando progresivamente para completar la serie. Los documentos que se conservan no dicen que fuera un encargo expreso de María Luisa de Parma ni de Carlos de Borbón. Solo se sabe que el príncipe solicitó cuatro de los lienzos del Prado que tienen mayores dimensiones y un paisaje al fondo de cada bodegón. Los textos tampoco son claros acerca de qué obras componen la serie original.
Con todo, se trató de un ofrecimiento por parte de Luis Meléndez a María Luisa de Parma, ya que el pintor cultivó el gusto italiano por los bodegones y naturalezas muertas que la princesa apreció tanto. Cuando Carlos de Borbón ordenó detener el proyecto, el pintor defendió la continuidad de la serie como trabajo propio, reforzando nuestra teoría de que Meléndez fue todo un emprendedor en la corte.
Así, el cuadro del Museo de Bellas Artes de Asturias se pintó a la vez que la serie del Real Gabinete por la cronología explicada. Ahora, vamos a profundizar en la temática, la repetición de la iconografía y la forma de organizar la composición para estrechar los lazos del Bodegón de cocina (1772) con la producción para la corte de María Luisa de Parma y Carlos de Borbón. Meléndez ideó un proyecto para el matrimonio real con la voluntad de crear «una gran colección de Cuadros de diferentes tamaños que debían contener la historia natural de españa, esto es la pintura de todas las frutas, carnes, aves, pezes, Flores, Alimentos y demás producciones naturales de estos Reinos» (Meléndez en Borderías Tejada, 2016). Está encuadrado en el movimiento cultural de la Ilustración en España, dotando de un carácter científico a sus bodegones. Al fin y al cabo, la serie fue concebida para el Real Gabinete de Historia Natural. No podemos olvidar que esta institución surgió al amparo del Siglo de las Luces con su afán enciclopedista de recopilar y profundizar en todas las disciplinas del conocimiento. A pesar de que la princesa y el príncipe no destinaron los lienzos al Real Gabinete, la intencionalidad de Meléndez nunca cambió.
De esta manera, la serie del Real Gabinete es una suerte de catálogo visual que exhibe algunos de los alimentos que se cultivaron y produjeron en el Reino de España. En la iconografía, cobran un protagonismo especial los alimentos sin procesar, especialmente las frutas de origen peninsular. Los alimentos procesados son escasos, pero típicos de la gastronomía española como el vino, el pan y el queso. Además, la mayoría son productos que disfrutaron todos grupos sociales, no estableciendo una distinción entre la comida de la gente pudiente y la empobrecida. Curiosamente, hay un mayor número de comestibles que estuvieron al alcance de los grupos sociales con peor economía, por ejemplo, el campesinado. Esto demuestra que el proyecto fue concebido enteramente por Meléndez, ya que lo habitual en los bodegones cortesanos fue la presencia de alimentos valorados por los grupos sociales enriquecidos como la carne o los productos de confitería.
A excepción de los cuatro lienzos encargados por el Príncipe Carlos de Borbón, los bodegones de Meléndez para el Real Gabinete se encuentran en interiores con una tenue iluminación natural, generalmente sobre mesas en las que se disponen los comestibles, los recipientes para bebidas o productos líquidos y los útiles de cocina de modo armonioso. Entonces, ¿el Bodegón de cocina del Museo de Bellas Artes de Asturias entronca con la temática, la iconografía y la composición de los lienzos del Museo Nacional del Prado?
Para comprobarlo, volvemos a los bodegones del Museo del Prado que hemos tomado como ejemplo en relación con el Bodegón de cocina (1772) del Museo de Bellas Artes de Asturias. La temática de todos es común, ya que muestran alimentos de la España peninsular y además frecuentes en nuestra dieta dieciochesca. Destaca el pan como el alimento procesado que unifica tres de las cinco obras elegidas. Los panes circulares y planos del Bodegón de cocina (1772) también pueden ser un par de empanadas, estando conformes con lo que interpreta el Museo de Bellas Artes de Asturias. En los demás casos, se trata de hogazas de pan inconfundiblemente. El pan fue un alimento muy apreciado y uno de los principales sustentos de la alimentación del campesinado. Es llamativo subrayar el virtuosismo del pintor a la hora de representar los panes con un alto nivel de detalle. Percibimos la textura de la masa crujiente con sus pequeñas muescas y rugosidades; incluso las migas que desprende. El detallismo es un rasgo definitorio de la pintura de Luis Meléndez, apelando a una imitación muy estricta de la realidad.
Los dos panes o empanadas del Bodegón de cocina (1772) son los únicos alimentos sólidos representados en este lienzo y están acompañados de la botella de vidrio con vino situada al fondo. Se presume que contiene vino porque la botella de vidrio funcionó como su recipiente principal. Este motivo es frecuentísimo en la iconografía de Luis Meléndez. El Bodegón: pan, granadas, higos y objetos (1770) y el Bodegón con manzanas, pan, queso y recipientes (1772) incorporan también una botella de vino, aunque más achatada. Se repite en los tres lienzos. Normalmente, Meléndez empleó el vino tinto porque las botellas adquieren un color verde oscuro. La excepción es la botella de vino blanco de Bodegón: pan, granadas, higos y objetos (1770). El vino fue una bebida muy consumida en todos los grupos sociales. España fue toda una potencia en su comercio nacional e internacional en el siglo XVIII.
El tercer elemento iconográfico que se repite en nuestra selección de bodegones es la jarra verde de cerámica. Está presente en el Bodegón de cocina (1772), el Bodegón con arenques, cebolletas, pan y utensilios de cocina (1760-1770) y el Bodegón con jamón, huevos y recipientes (tercer cuarto del siglo XVIII). Este tipo de jarra también se llamó puchero panzudo y fue común en el siglo XVIII. En los tres casos, la cerámica está vidriada y logra un color verde oliva con un potente efectismo de los reflejos. Asimismo, está cubierta por un plato de cerámica talaverana, de acuerdo con Busto Hevia y el Museo del Prado cuando hacen referencia a las piezas del Museo de Bellas Artes de Asturias y de la pinacoteca madrileña, respectivamente. Busto Hevia supone que la jarra del Bodegón de cocina (1772) es de cerámica de Alcorcón, por lo que extendemos la misma definición a las demás. Las tres jarras no son idénticas, pero todas tienen el asa igual, así como un plato de cerámica talaverana que las cubre y un cucharón de madera.
El cuchillo con el mango cuadrangular de madera es el último elemento del Bodegón de cocina (1772) que es común a uno de los lienzos del Museo del Prado. La realidad es que hay muchos cuchillos en la serie de la pinacoteca madrileña, pero el único que se corresponde con el Bodegón de cocina (1772) aparece en el Bodegón con pichones, cesta de comida y cuencos (tercer cuarto del siglo XVIII). En definitiva, Luis Meléndez incorporó objetos iguales o similares en los bodegones de la misma cronología. Esto facilitó la labor al artista porque dispuso de un grupo limitado de objetos para pintar.
Finalmente, la forma de concebir la composición también es equiparable. El Bodegón de cocina (1772) utiliza la luz natural para iluminar los motivos del lienzo, tal y como demuestran los reflejos en la botella de vino y las sombras generadas por la luz que proviene de la derecha del cuadro (la izquierda para el público). Aparte, se trata de una composición ordenada y equilibrada en consonancia con las pinturas de Meléndez para el Real Gabinete. A nuestro juicio, es uno de los lienzos más ordenados junto al Bodegón con pichones, cesta de comida y cuencos (tercer cuarto del siglo XVIII).
Según nuestra tesis, los bodegones tuvieron que pintarse por y para la corte de María Luisa de Parma y Carlos de Borbón, ya que las fechas de creación coinciden. Como hemos visto, igualmente tienen elementos en común con la serie del Real Gabinete en cuanto a temática, iconografía y composición que no se pueden dejar de lado.
Por tanto, el Bodegón de cocina (1772) que hoy se muestra en el Museo de Bellas Artes de Asturias es un preciado bien del patrimonio asturiano, testimonio del interés de la Princesa María Luisa de Parma y del Príncipe Carlos de Borbón por el género pictórico del bodegón. El bodegón y la naturaleza muerta fueron devaluados constantemente en las academias de Bellas Artes. Cuando a Meléndez se le negó su carrera en la Junta Preparatoria, fue alejado en cierta medida del retrato. Su padre contribuyó al apartamiento definitivo de este género al pedirle trabajar con él como miniaturista de libros de coro. Es cierto que Meléndez pasó calamidades económicas en Italia, pero su futuro como retratista habría empezado allí. Ante la desazón de un destino con tantos obstáculos, los bodegones resultaron una excelente alternativa para ganarse la vida de manera digna. Fue una suerte que María Luisa naciera en Italia, ya que el bodegón estuvo mejor considerado en esta nación y permitió a Meléndez trabajar para ella y su marido.
Al observar el lienzo de Oviedo, vemos reflejado los gustos de la futura reina de España María Luisa de Parma, la gastronomía de nuestro país y la impronta de la Ilustración. Por esta razón, el Bodegón de cocina (1772) es una de las obras maestras del Museo de Bellas Artes de Asturias.
* Entre algunas de las fuentes consultadas, citamos exclusivamente aquellas donde las autoras y autores están referenciados en el artículo: el tomo del Museo del Prado Aportes documentales a los bodegones de Luis Meléndez de Carmen Espinosa Martín (1989), el catálogo de la exposición Los Meléndez: una familia de pintores de origen ovetense en el Madrid del siglo XVIII (1997) y el libro Panorama de la pintura. Aproximación didáctica a las colecciones del Museo (2005), ambas publicaciones para el Museo de Bellas Artes y escritas por Gabino Busto Hevia, la tesis doctoral La imagen artístico-científica en el Madrid de la segunda mitad del siglo XVIII de Rita Borderías Tejada (2016) y la biografía de Luis Meléndez escrita por Ángel Rodríguez Rebollo para la web de la Real Academia de la Historia (sin fecha, disponible en la web de la Real Academia de la Historia).
Andrea García Casal ha realizado el grado en historia del arte, el máster en género y diversidad y el máster en formación del profesorado. También es redactora de artículos académicos, divulgativos y de crítica de arte en publicaciones nacionales e internacionales, además de miembro de prensa con acreditación, conferenciante y congresista. Su página web es <https://andreagoethe.wixsite.com/misitio/>. Su dirección de Instagram, @missgoethe_; su Twitter, @miss_goethe.
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