/ Crónicas ausetanas / Xavier Tornafoch /
Confieso que no he visto aún la serie televisiva basada en Patria, el libro de Fernando Aramburu sobre el conflicto vasco. Lo leí hace tiempo. Me gustó. Más tarde leí las críticas a la obra, algunas buenas, otras malas. Creo que el autor hace un esfuerzo por explicar la complejidad de lo sucedido en Euskadi durante los últimos cincuenta años. Seguramente había un sesgo: el de quien no aprobó ni justificó la violencia de ETA. Ahora bien, pienso que el libro es asumible también para los que en algún momento se mostraron comprensivos con la lucha armada. A mí, lo que más me atrajo de Patria fue la manera en que el autor describe el entorno opresivo que domina un país tan pequeño; cómo el fanatismo puede condicionar tanto la vida cotidiana de las personas. Una simple mirada puede convertirse en un alegato. Es impresionante la forma en que el autor describe los silencios, lo ruidosos que pueden llegar a ser cuando ya no existe la comunicación entre personas que tienen opiniones diferentes. Sin embargo, Patria no es un texto exclusivamente sobre la violencia política en el País Vasco: es un libro que trata de cómo una sociedad puede destruirse en su propia esencia; de cómo un lugar próspero y extraordinariamente bello se convierte en inhóspito; de cómo los proyectos de vida se ven condicionados de manera trágica por acontecimientos de índole político.
Hay un aspecto del libro que me ha hecho reflexionar y que probablemente no habrá llamado la atención de la mayoría de sus lectores, esto es, la invisibilidad de las desdichas que se viven de puertas adentro; de todo lo que no se expresa en la calle, pero que genera dolor, rabia y pena en el ámbito más íntimo de las personas y de las familias; sitios en los que los detalles cobran una gran importancia. Yo acudí a Euskadi durante los peores años del terrorismo, visité a amigos, participé en fiestas, recuerdo incluso una boda en Bilbao, y más allá de pintadas y de algunas algaradas callejeras que molestaban a medias, todo parecía dentro de la normalidad, en todo caso la normalidad de la España de los ochenta, donde cada día desayunábamos con un atentado de ETA, ciertamente una normalidad un anómala y trágica. En todo caso, mucha gente creía ingenuamente que los problemas derivados de la violencia política se situaban exclusivamente en el ámbito del orden público; que una situación así no condicionaba la relaciones entre las personas ni su cotidianidad. Estaban equivocados. El autor de Patria nos cuenta de forma novelada hasta qué punto el conflicto emponzoñaba la vida de los vascos y podía llegar a ser opresivo vivir en un ambiente así.
El trabajo del autor vasco afincado en Alemania también merece una lectura histórica, relacionada con las rémoras del franquismo, tanto de lo que impregnó, y continúa impregnando, a ciertos aparatos del Estado como de la manera en que determinados sectores pretendieron oponerse a él, utilizando formas de actuar que se negaron a abandonar a partir de 1978. De esto último también trata Patria: del sectarismo y la intransigencia de ciertas propuestas revolucionrias; de su incapacidad para situarse en contextos cambiantes y adaptarse a una sociedad en transformación. Estos sectores, a un lado y otro del espectro político español, tiñeron la Transición de muerte y violencia, y en el caso de la ultraderecha, contaron con la connivencia de determinados aparatos del Estado, haciendo que el paso de la dictadura a la democracia no fuera ni pacifico ni ejemplar, contrariamente a lo ha sostenido el relato oficial. En Euskadi estas circunstancias se adentraron en el siglo XXI e hicieron que la situación deviniera especialmente delirante, ya que mientras que la mayoría de la población quería seguir con su vida, unos mataban y los otros torturaban. A eso se refiere Patria.
Quizás el objetivo último de Fernando Aramburu fuera tratar la forma en que las condiciones históricas que nos tocan vivir a los seres humanos nos aprisionan en una especie de telaraña de la que es muy difícil deshacerse, o quizás lo que pretendía era simplemente denunciar la violencia, las amenazas y las torturas ejercidas por unas personas contra otras y de lo precisamente inhumano y cruel que es esto. Conque soy un simple lector y no un crítico literario, no puedo responder a estas cuestiones. En cualquier caso, es un libro muy recomendable. Espero ver la teleserie en breve.

Xavier Tornafoch i Yuste (Gironella [Cataluña], 1965) es historiador y profesor de la Universidad de Vic. Se doctoró en la Universidad Autónoma de Barcelona en 2003 con una tesis dirigida por el doctor Jordi Figuerola: Política, eleccions i caciquisme a Vic (1900-1931) Es autor de diversos trabajos sobre historia política e historia de la educacción y biografías, así como de diversos artículos publicados en revistas de ámbito internacional, nacional y comarcal como History of Education and Children’s Literature, Revista de Historia Actual, Historia Actual On Line, L’Avenç, Ausa, Dovella, L’Erol o El Vilatà. También ha publicado novelas y libros de cuentos. Además, milita en Iniciativa de Catalunya-Verds desde 1989 y fue edil del Ayuntamiento de Vic entre 2003 y 2015.
Patria tiene un defecto que trata igual las distintas ramas de ETA. Todas son la ETA militar, y casi diría psicópata, del asesinato indiscriminado de la última época. La confusión con los atentados islamistas,aunque falsa, no es gratuita.
También crea la falsa ilusión que la sociedad anterior a la existencia de ETA era un idilio de convivencia. La empatía por el sufrimiento silencioso de los que estaban fuera del sistema es inexistente. Es un buen retrato de una parte de la sociedad rural vasca y su perspectiva de análisis.Por lo que conozco de Euskadi, sólo de una parte.