Crónica

¿Qué es la historia moderna?

El sinólogo Rana Mitter, profesor de la Universidad de Oxford, defiende una historia moderna no eurocéntrica en un mundo en el que el auge de Asia hace a la tradicional, centrada en Occidente, inoperativa para entender las transformaciones del mundo contemporáneo.

/ por Rana Mitter /

Artículo originalmente publicado en la web de la Academia Británica el 15 de febrero de 2020, traducido al castellano por Pablo Batalla Cueto

En Gran Bretaña, la historia emerge como olas que, en ocasiones, rompen contra la costa y nos empapan, pero después se retiran. De pronto arrecia el debate sobre el imperio o conmemoramos un aniversario; pero pasa, y el agua, después, regresa a su cauce. Sin embargo, al igual que sucede con el mar, siempre hay una vasta extensión de agua en la que podríamos zambullirnos mucho más profundamente, si quisiéramos. Y la cultura nacional de al menos algunos países llega en esto más lejos que nosotros. En Estados Unidos, la cuestión racial y la historia de la esclavitud, una práctica vigente todavía hace una centuria y media, están estrechamente ligadas, de un modo difícil de soslayar en la vida pública. En China, buena parte de la identidad nacional está vinculada a la idea de un siglo de Humillación Nacional, lo que se refiere a la idea de que una sucesión de países extranjeros estuvieron invadiendo China desde las guerras del Opio de 1830, mancillando a la nación con un pasado vergonzoso. Antes de la segunda guerra mundial, China incluso tenía un día nacional que conmemoraba esto.

Para los historiadores, en cambio, las historias de los países individuales no son lo único que importa, aunque a menudo sean, por supuesto, fascinantes e importantes. Nuestra visión de la historia consiste más bien en tratar de comprender cómo toda una variedad de procesos convergen en los últimos siglos para conformar un presente del que, muchas veces, no pensamos que tenga más que unos pocos años o décadas. Durante mucho tiempo, en el mundo occidental hemos asumido que la historia moderna era nuestra historia. En esta versión de los acontecimientos, católicos y protestantes luchan entre sí entre los siglos XVI y XVIII, desarrollando entretanto una revolución científica e industrial; en el siglo XIX, Occidente se apropia de grandes porciones del resto del mundo y en el siglo XX los devuelve, librando dos guerras mundiales por el camino.

Por supuesto, semejante versión de la historia moderna es una caricatura, por más que posea algo más que una poca de verdad. Pero los historiadores se han ido dando cuenta, en los últimos años, de que la historia moderna nunca fue tan sólo una historia del mundo occidental. Probablemente no sea una coincidencia que esta toma de conciencia haya ocurrido al mismo tiempo que el poder económico y militar se desplaza del oeste hacia el este: China y Japón son ya la segunda y la tercera economías más potentes del globo. También nos hemos dado cuenta de que muchas de las cosas que asociamos con el mundo moderno, como por ejemplo los vínculos comerciales a través de los mares, sucedían ya en grandes porciones de Asia mucho antes de que los europeos colonizaran la región. Había también reinos sofisticados y ricos en África, como el de Kongo, que en el siglo XVII, también mucho antes del control de la región por los europeos, enviaba misiones diplomáticas a Brasil.

En nuestra propia época, la historia moderna se ha convertido en la historia de cómo el mundo evolucionó hasta ser lo que es ahora; una historia en la que el punto de vista occidental ya no es el dominante. La historia de una revolución industrial desarrollándose en Europa es, no cabe duda, una pieza clave de la modernidad. Pero el siglo XIX, cuando esa dinámica alcanzó su ápice, no puede ya ser tratado como un proxy de todo el período moderno. Hoy, cuando vemos a Asia alzarse, con China, India e Indonesia deviniendo potencias poderosas e igualando el poderío económico de Japón, un país que ha sido durante décadas epítome de la modernidad en muchos sectores, de la cultura a la tecnología, podemos mirar atrás, a la historia larga de nuestro período moderno, y darnos cuenta de que urge que repensemos sus premisas fundamentales. Eso es lo que la historia moderna hace: nos capacita para entender las últimas centurias entendiéndonos a nosotros mismos, los occidentales, como lectores no externos y de algún modo objetivos, desconectados, de esa historia, sino producto de los procesos que conformaron la modernidad.

[EN PORTADA: Exhibición naval y torpedo, de Chikanobu Toyohara (s. XIX), representación de los emperadores Meiji de Japón contemplando un festival de barcos en el río Sumida]


File:Rana Mitter.jpg

Rana Mitter (1969), es un historiador británico de origen indio, especializado en la historia de la China republicana. Es profesor de historia y política de la China moderna en la Universidad de Oxford, director del Deutsche Bank del Dickson Poon China Centre y miembro y vicerrector del St Cross College. Ha publicado libros como China’s war with Japan, 1937-1945: the struggle for survival (2013), sobre la segunda guerra sinojaponesa, o China’s good war: how World War II is shaping a new nationalism (2020). Presenta regularmente el programa Free thinking de la BBC Radio 3 y es Oficial de la Orden del Imperio Británico (OBE).

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