Ricardo Martínez-Conde, colaborador de esta revista, publica El nombre de las cosas, un libro de microrrelatos (Zadar, 2021) del que ofrecemos acá una pequeña selección de tres.
Alta política
Es una figuración. Digamos que todos están ahí, yertos, blancos, sosteniendo una verticalidad que equivale a su buen proceder, a su veracidad, a su integridad, a su promesa de utilidad, de bien, de futuro (fungible).
Cada cual procura sostener, mantener esa postura que avala su condición de útil, de fiable, pues si, por alguna razón, pierde su equilibrio —cede en su presencia firme y vertical— supondría el equivalente a una falta de eficacia, de fiabilidad, de utilidad bien entendida.
Así es la realidad convertida no ya en deseo, sino también en emblema, en confianza; en progreso incluso. Erguidos, impolutos, ofrecen una mayor perspectiva de soluciones a las cosas, a lo más cotidiano. Es una figuración intacta.
Los rollos de papel higiénico permanecen ahí, altos, erguidos y dignos en su repisa mientras los políticos, sus símiles, debaten acerca de su propia y aciaga mentira
Pizarrín
Sospecho que mi amigo se ha enamorado.
Es mi vecino y viene a vivir aquí por temporadas. Yo le reconozco, aún sin verle, porque, antes de asomarme a la ventana, oigo ya su voz: siempre parece estar a bien con la vida.
Hoy, sin embargo, me ha parecido que su canto era más comedido, como si encerrase un mensaje distinto a lo habitual. Es más, no cantaba sino susurraba; la entonación sigue siendo preciosa, llena de espacios sugerentes, pero como que espaciaba un poco más las notas, casi entregándolas una a una. Y, al asomarme para verle, advertí algunos gestos como de decoro, de un cierto azoro… Cantaba, pero no para el universo, como lo hace habitualmente, sino para otro.
A ella la oí al poco; estaba en otra ventana. Las ondas de su canto eran distintas: livianas, confiadas, algo así como tibias…
Ay!, Pizarrín, fiel amigo. Presiento que el amor incluso te va a exigir volar de un modo distinto. Pero tu diminuto cuerpo esponjado, tu aleteo y tu colorido ceniza siempre, siempre los reconoceré
Quietud, pudor
Con gesto rápido, decidido, la dejó desnuda de cintura para arriba.
Me sobrecogió aquel gesto visto desde donde me encontraba. Ella quieta, muda, sin expresión, como recatando su pudor.
Él, recalcitrante en su apasionada tarea, cogiéndola por la cintura la volteó y le quitó la falda.
¡Oh, no! ¡Con qué frialdad, con qué indiferencia!
Ella rígida, seria (parecían resaltar incluso la utilidad de los actos sobre la desnudez de ella). El caso es que, curiosamente, no se deducía violencia de aquella insólita escena.
Tal vez con razón. Él pronto supo cubrirla —¡ese mismo gesto decidido, pero a la vez delicado!— con ropas nuevas, y yo respiré tranquilo.
Incluso me pareció advertir que la figura del maniquí me sonreía.
Para Alfredo Ovilo, escritor minucioso. Generoso y fiel amigo.

Ricardo Martínez-Conde
Zadar, 2021
89 páginas

Ricardo Martínez realizó los estudios de filosofía y letras en las universidades de La Laguna y Valladolid, concluyendo su carrera universitaria con los estudios de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Su obra como escritor es bilingüe, habiendo publicado tanto en gallego como en castellano. Como ensayista y crítico literario ha colaborado tanto en prensa (La Voz de Galicia, El País) como en revistas especializadas (Clarín, Revista de Occidente). Ha cultivado distintos géneros como autor. En poesía podemos citar: Lento esvaece o tempo (Milladoiro, 1990), Los argumentos de la tarde (A.G., 1991), De cuanto nos es dado (Calima, 2006) y Na terra desluada (Espiral Maior, 2009). Su obra Orballo nas camelias pasa por ser la primera obra de haikus en la literatura gallega. En prosa ha publicado varios libros de aforismos: Debullar (Galaxia, 1996), Cuentas del tiempo (Pre-textos, 2004), Alusión al paisaje (Calima, 2006), Ecos da néboa (Trifolium, 2012). Es autor, asimismo, del libro de relatos La luz en el cristal (Calima, 2011). Ha obtenido el premio Benasque de poesía y diploma de honor en el concurso internacional de relatos breves Jorge Luis Borges y en 1997 le fue otorgado el premio Reimóndez Portela de periodismo. Colabora en prensa y revistas especializadas. Desde el año 2014, la Fundación Jorge Guillén es la depositaria de la obra del autor. Dispone de su propia página web.
Bellos y sorprendentes.