/ La jaula / Javier Sánchez Menéndez /
IMAGINAMOS una realidad irreal, una ficción en la que somos el único protagonista.
LA verdad deja de ser verdad cuando se condiciona.
CREIMOS en la democracia, y la democracia nunca llegó. Pero la sentimos, e incluso imaginamos vivir en ella Y ahora la democracia, aquello que nunca ha sido democracia en realidad, muere, desaparece de nuestras vidas. La destrozan lentamente, como las plantas de sombra se secan por el sol directo. La democracia corre peligro, la tiranía se adueña de todo y hace peligrar nuestra libertad. Una libertad que nunca tuvimos, pero creímos en ella, como creímos en la democracia. Sin libertad y sin democracia los seres humanos dejaran de ser humanos.
EXISTEN 195 países en el mundo. Y en ninguno de ellos existe la democracia ni la libertad.
LA auténtica salvación se encuentra en cada uno de nosotros, pero hay que despertarla.
EL clientelismo se supera en nuestra consciencia con la expulsión de los políticos.
EN algunos casos la gastronomía es sinónimo de jauría.
Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles que les quitan tensión y les restan dinamismo.
Stefan Zweig

Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) es poeta y ensayista, sus últimos poemarios editados han sido El baile del diablo (Renacimiento, 2017) y Ese sabor antiguo de las obras (Chamán, 2022). De su poesía se han publicado tres antologías en España y una en Colombia. Autor de varios ensayos, destacamos la serie Fábula y El libro de los indolentes (Plaza y Valdés, 2016). Ha publicado además cinco libros de aforismos: Artilugios (2017), La alegría de lo imperfecto (2017), Concepto (2019), Ética para mediocres (2020) y Mundo intermedio (2021), y la obra Para una teoría del aforismo (Trea, 2020).
En la claridad de ideas que siempre caracterizan las “Ficciones” de Javier Sánchez Menéndez, el artículo de hoy resulta especialmente turbador, quizá por pone en letra algo que algunos tenemos bien claro en mente desde hace muchos años. El artificio que Clístenes bautizó como democracia en el siglo VI aC, protegiéndose él mismo y el poder de sus colegas dominantes de Atenas, manteniendo de hecho una oligarquía que nunca ha dejado de serlo; incluso la Revolución Francesa fue posible por el apoyo del Tercio clerical, antes de ser víctimas preferentes de la burguesía, que fue la verdadera rentabilizadora. Gracias, maestro.