/ por José de María Romero Barea /
Se explora en el cuento «Villa Sacchetti» nada menos que la historia de la humanidad, aunque a través de los puntos de fuga de los argumentos rotos, el mosaico de escenas y voces, cuadros y fragmentos, interpolaciones de imágenes y mapas, «un gigantesco organismo, confuso, hecho de material vivo y muerto, en el que impera la casualidad, la miseria y la ley del sol».
Se cumple el ritual de las negaciones a través de las promesas de justicia de la nostalgia, una fuente de escape «ladera abajo como si hubiera llegado el fin del mundo», un sustento ocasional, un combustible tóxico que acorta nuestro futuro a medida que lo consume: «Las ruinas se han convertido en un objeto de deseo».
Víctimas y perpetradores comparten un linaje ininterrumpido en la obra de Judith Schalansky (Greifswald, 1980), donde la peripecia privada es apenas una de las muchas hebras entrelazadas en torno a las investigaciones, apropiadamente parciales, «de una pasión dulce y amarga que consume a quien la sufre» («Las canciones de amor de Safo»).
Bidimensional la interlocutora del volumen Inventario de algunas cosas perdidas (2018; Acantilado, 2021; Traducción de Roberto Bravo de la Varga), reverberante la tragedia de su situacionismo, a través de la observación crónica de los recuerdos fracturados, «miembros fantasma [de] una estrategia que nos permite intuir lo que hemos perdido» («Safo»).
Espectrales puntos de encuentro entre pasado y presente desaparecen de la evocación viva del apólogo «Una enciclopedia en el bosque», antes de internarse en el brumoso reino de la afirmación: «Se lee para establecer un orden. Y, para que haya orden, primero hay que escribir». Entre el humor y el patetismo, una reconvención más allá de las hazañas del relato, propulsado por giros y revelaciones, anclado en la seriedad moral («Quien desprecia la belleza no sabe cuánto depende la vida de ella»), tendente a la unidad de las cosas dispares: «Toda anormalidad esconde una chispa de normalidad».
Deducir un orden superior en el puzzle de disquisiciones «Las selenografías de Kinau» es tarea del lector. Si bien la retentiva no es un bien en sí misma, olvidar es una terapia, parece concluir la historiadora del Arte y diseñadora alemana, recomponer nuestra autointimidad a través de los destellos de un egoísmo adverso, para «asegurar la pervivencia de lo oculto».
Se aborda en esta fábula la melancolía no de lo que creemos sino de lo que solíamos creer, el cheque retroactivo de una inexistente banca que, de alguna manera, siempre paga: «No nos espera ningún renacimiento, sólo la destrucción». Se lleva a cabo una incursión en cierto tipo de hilaridad al abordar el propósito de la vida, la naturaleza de la religión, la posibilidad de redención, la ausencia de sentimentalismo.
Heredera de Oliver Sacks o WG Sebald, la Preis der Literaturhauser 2014 recrea los distintos pasados en los que nos hemos sentido a salvo a través de sus híbridos de ensayo, narrativa, relato, como salas decoradas con completista precisión, con detallismo obsesivo de marcas particulares, pantallas demediadas, entrevistas de archivo: «Estar vivo implica sufrir pérdidas», sostiene la autora en el prólogo: «Preguntarse por el porvenir es tan antiguo como el propio ser humano».
Década a década, estos refugios espaciotemporales nos permiten habitar el espacio virtual de la Premio Warwick para Mujeres en Traducción 2021, donde se desarrollan meditaciones sobre temas como el derecho, la identidad o la política de la memoria desestructurada, porque «quien quiere controlar el futuro debe desmontar el pasado». Una literatura protésica nos devuelve momentos de incompleta felicidad, encuentra consuelo al recordar no lo que experimentamos sino aquello con lo que fantaseamos, «encerrando en un objeto finito [un libro] la totalidad de la creación infinita».

Judith Schalansky
Acantilado, 2021
304 páginas
22 €

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Es autor, entre otras obras, de los poemarios Resurrecciones (2011), (Mil novecientos setenta y) Dos (2011) y Talismán (2012), que conforman la trilogía El corazón el hueco, primera sección a su vez del proyecto Poesía (qué si no). El primer libro de la segunda sección, Un mínimo de racionalidad, un máximo de esperanza salió publicado en 2015. Romero Barea también es autor de la trilogía narrativa Interrupciones, formada por Hilados coreografiados (2012), Haia (2015) y Oblicuidades (2016), y ha traducido los poemarios Spanish sketchbook, de Curtis Bauer (España en dibujos, 2012); Disarmed, de Jeffrey Thomson (Inermes, 2012) y Gerald Stern. Esta vez. Antología poética (2014). Además, colabora con reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional como El País (Babelia), Le Monde Diplomatique, La Vanguardia (Revista de Letras), Claves de Razón Práctica, Ábaco, Quaderni Iberoamericani, Quimera y Nueva Grecia, de cuyo consejo de redacción forma parte. Los volúmenes La fortaleza de lo ilegible (2015) y Asalto a lo impenetrable (2015) incluyen una amplia selección de su obra crítica.
Pingback: Memorias desestructuradas (de Judith Schalansky) en Revista El Cuaderno | Romero Barea escritor