/ La jaula / Javier Sánchez Menéndez /
La muerte no está bien resuelta. La vida tampoco. Cruzamos a la otra orilla del río y descubrimos que no tenía toda la razón Aristóteles. Su misión principal estaba enmascarada por arquetipos. Nos adentramos en una enorme avalancha de fantasías, que nunca son objetivas.
La muerte no está bien resuelta. El camino hacia la muerte tampoco. No es preciso meditar sobre ello. Rechazamos cualquier energía que no se nos manifiesta, y unificamos tan solo lo esencial. Aristóteles no fue esencial.
La muerte no está bien resuelta. Nuestra visión de ella tampoco. Transformamos nuestros propósitos en identidades, y todo aquello que resulta original y auténtico, lo rechazamos.
Somos puertas, pero siempre estamos cerradas.

Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) es poeta y ensayista, sus últimos poemarios editados han sido El baile del diablo (Renacimiento, 2017) y Ese sabor antiguo de las obras (Chamán, 2022). De su poesía se han publicado tres antologías en España y una en Colombia. Autor de varios ensayos, destacamos la serie Fábulay El libro de los indolentes (Plaza y Valdés, 2016). Ha publicado además cinco libros de aforismos: Artilugios (2017), La alegría de lo imperfecto (2017), Concepto (2019), Ética para mediocres (2020) y Mundo intermedio (2021), y la obra Para una teoría del aforismo (2020).
Si precisamente hay algo resuelto en esta vida, es la muerte. La muerte no necesita de más filosofía que la aceptación. Ya sabemos que, en sí, es un ángel ecológico. Conozco la misión de la muerte, dándole a la misma forma humana, para entenderla mejor. La muerte es la solución a una vida reducida a la nada. Excepto la muerte violenta. En un mundo obsesionado por la pureza ambiental, la muerte es un ejemplo. La muerte no necesita programas. Es tal cual. Muerte. Final. Hablamos del cuerpo. Luego Aristoteles elucubra sobre el alma. Yo creo en el alma. Ya lo dijo Einstein, que la energía ni se crea ni se destruye. El alma es energía. Ahí queda. El alma no contamina.
Así, pues, la muerte sí está bien resuelta. Lo que no está resuelto, como bien dice usted don Javier, es nuestra visión de ella. Es cuestión de aceptar y pensar.
No sabemos qué es lo que descubrimos al otro lado de la orilla. Lo imaginamos, lo escribimos…subjetivamente. Claro. Así es, por más vueltas que le demos.