/ por Luz María Requejo /
Es indiscutible que está cambiando el clima, se están reduciendo las precipitaciones que se hacen más irregulares y aumentan las temperaturas; y el agua, indispensable para nuestra vida, se vuelve más escasa. Como sociedad debemos adaptarnos a esta nueva situación para intentar mitigar sus peores efectos y hacerlo de la mejor manera posible para todos. Sin embargo, a falta de un compromiso social sobre el agua, afloran los conflictos que la negativa a aceptar la realidad de este cambio provoca: disputas entre regantes y comunidades autónomas por el trasvase de ríos, problemas de abastecimiento en muchos de nuestros pueblos por falta de recursos o aguas contaminadas, ríos que se secan en verano, pantanos semivacíos ya en primavera…
Urge por tanto abrir un debate sobre el agua que permita definir unas bases justas sobre su gestión, al servicio del conjunto de la sociedad. Un debate que para ser sereno debemos acometer ya, antes que la evolución climática abone posturas muy enfrentadas. Y para hacer este debate es preciso poner sobre la mesa datos objetivos sobre el estado del recurso, sobre los consumos y aprovechamientos del agua en la actualidad, tanto desde el punto de vista social como económico, y analizar cómo se realiza la gestión del agua para poder pensar entre todos qué es necesario mejorar, cambiar o redirigir.
Lo primero que hay que decir para poder entendernos parece una obviedad: el agua que bebemos y utilizamos diariamente tiene un origen natural. La calidad y la cantidad de agua que fluye en nuestros ríos y acuíferos depende del mantenimiento de la naturalidad de los ríos y riberas, de la no contaminación de los suelos que filtran la lluvia, de la existencia de bosques y cubierta vegetal que permitan producir agua, retenerla en el suelo y contener la erosión… Debemos tener claro que las propiedades del agua que necesitamos para vivir están profundamente ligadas a las características ambientales de los ríos y del territorio. Cuando se habla de caudales ecológicos, ese nivel de caudal necesario para mantener la vida de los ríos y riberas, debemos saber que estamos hablando del caudal necesario para mantener nuestra salud y nuestra vida. Es por ello que la legislación europea y nacional protege los caudales ecológicos al considerar que «el agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal» (Directiva Marco del Agua). El entendimiento de qué son los caudales ecológicos es fundamental, porque la primera demanda que escuchamos de los grandes consumidores de agua en cualquier situación de crisis es que se reduzcan, y debemos entender que, si colapsa la dinámica de funcionamiento natural de los ríos y acuíferos, lo que colapsará es nuestra salud y nuestra forma de vida. No hablamos de pececillos, flores y bellos paisajes: hablamos de nuestra supervivencia y deberíamos aprender, antes de que sea demasiado tarde, las terribles lecciones que nos está dando la inacción ante el cambio climático.
Conocer cómo se consume el agua y qué aporta cada sector consumidor a nuestra riqueza y bienestar es un dato relevante si queremos ser capaces de abordar con justicia posibles soluciones. En este artículo aportaré los datos, todos ellos de fuentes oficiales y públicas, de la situación en la Cuenca Hidrográfica del Duero, pero el panorama que se dibuja es trasladable a gran parte de las cuencas hidrográficas de España.
Según el Informe de seguimiento del Plan Hidrológico de la Cuenca del Duero (año 2018), el consumo de agua se distribuía entre: 86,83% regadío, 7,36% abastecimiento a poblaciones, 1,58% ganadería, 1,21% industria y 3,01 energía.
También es importante saber el empleo que genera cada sector consumidor de agua y su aportación al valor añadido bruto regional, es decir, la riqueza que genera. Estos son los datos: el número total de personas empleadas en la demarcación española del Duero en 2018 (INE) ascendía a 870.000, de las cuales un 73,4% trabajan en el sector servicios, un 14,0% en la industria, un 6,9% en la construcción y un 5,8% en el sector agrario. La aportación de estos mismos sectores a la riqueza regional (VAB: Valor Añadido Bruto) era para el mismo año del 69,50% el sector servicios, 20,03% el sector industrial, un 6,77% de la construcción y, finalmente, un 3,69% del sector agrario. Dentro del sector agrario hay que discernir el secano del regadío, y según el Anuario de Estadística Agraria de Castilla y León, el secano representa el 91% de las tierras de cultivos (4.218.596 ha) frente al regadío, que solo representa el 9% de las tierras labradas (416.817 ha), lo que reduce notablemente su papel en el empleo y la riqueza regional, pese a que emplea más personas por hectárea y produce más riqueza que el secano. Indudablemente existen un empleo, una industria y unos servicios ligados a la agricultura y la agroindustria, y todos los sectores económicos están imbricados entre sí, pero estos datos son muy representativos del peso relativo de cada sector.
Pero tan relevante como la cantidad del agua es su calidad, es decir, que sea apta para el abastecimiento humano. Según advierte la Confederación Hidrográfica, la contaminación por nitratos de origen agrícola y ganadero constituye el principal problema en la Cuenca del Duero, lo que ha obligado a la Junta de Castilla y León a declarar como «vulnerables» 24 zonas, que suponen el 15% de la superficie de la comunidad y el 20% de la superficie agraria útil, y afecta directamente a 387 municipios, a 359 masas de agua superficiales (51% del total) y 39 masas subterráneas (60% del total). Supone un grave problema de salud pública, ya que limita el suministro de agua a las poblaciones afectadas y obliga a disponer de costosos sistemas de depuración. Por otra parte, la contaminación de los acuíferos es un problema gravísimo, ya que es una reserva esencial de agua y, por sus características hidrogeológicas, su recuperación y descontaminación requieren tiempos muy prolongados.
Es igualmente interesante para este debate social conocer cómo están organizadas las confederaciones hidrográficas, que son las responsables de la planificación y gestión del agua, y como están integradas en ellas, junto con los representantes de la administración, los sectores que consumen agua (abastecimiento, agricultura e hidroeléctricas principalmente) y su peso dentro de la organización, pues es un factor que explica la forma en que está gestionando el agua.
El sistema de gobernanza de las confederaciones hidrográficas, que indudablemente se ha hecho más participativo en los últimos años, da acceso a los representantes de los consumidores tanto en los órganos de gobierno (presidencia y junta de gobierno) como en los de participación y planificación (consejo del agua de la demarcación) y los de de gestión (asamblea de usuarios, juntas de explotación, comisión de desembalse, juntas de obras), pero su composición pone claramente de manifiesto que se sigue considerando el agua como un recurso económico y no como un patrimonio común y derecho de las personas a la salud y el bienestar.
No puede negarse que los usuarios más numerosos son los ciudadanos (en Castilla y León más de 2.400.000 personas), representados como consumidores por las entidades responsables de la gestión del suministro. Sin embargo, en la Junta de Gobierno de la CHD, de los 9 representantes de los usuarios, solo 2 lo son de los municipios, frente a 4 de los regadíos y 3 de las hidroeléctricas; en el Consejo del Agua, solo 6 de los 26 vocales nos representan, frente a 16 de los regadíos y 4 de las hidroeléctricas, y en la Asamblea de Usuarios y Junta de Explotación solo 36 de los 166, frente a los 100 vocales de los regantes y 30 de las hidroeléctricas, con la salvedad de que el suministro de los usuarios mayores de 1000.000 solo tiene 4 representantes y los otros 34 representan a los menores de esta población.
Por consiguiente, nos encontramos con la paradoja de que la agricultura de regadío, que consume 86,83% del agua de la Cuenca del Duero, es el sector que menos aporta al empleo y a la riqueza regional, además de ser responsable de los problemas más graves de contaminación; y las empresas hidroeléctricas, cuya contribución al empleo y riqueza regional es marginal, detentan la máxima representación en los órganos de planificación y gestión de la Confederación Hidrográfica.
Es evidente que la reducida representación de los ciudadanos a través de las entidades locales y la sobrerrepresentación de los grandes consumidores de agua (empresas agrarias e hidroeléctricas) está condicionando la gestión del agua a favor de los intereses de estos grupos económicos, impidiendo un cambio en la orientación de la política hidráulica, a todas luces necesaria en el escenario de carestía de agua a la que nos enfrentamos. Sobra decir que en este contexto organizativo en el que se otorga más representación a quien más agua gasta, los esfuerzos desarrollados en las ciudades y pueblos de ahorro de agua, mejora de gestión y depuración de los vertidos se convierten en irrelevantes.
Este modelo de gobernanza que sesga la actuación de la administración del agua a favor de los intereses más consumistas es muy peligroso en este escenario de creciente carestía, y además puede contribuir a favorecer el enfrentamiento entre sectores económicos, comunidades autónomas e incluso países, como hemos visto en los últimos tiempos.
Es urgente, por tanto, abrir un debate social sobre la gestión del agua que tenga en cuenta los intereses del conjunto de la sociedad, ineludiblemente ligados a la salvaguarda de nuestros ríos y acuíferos. Este debate debe propiciar entre otras cosas un cambio en el modelo de gestión y de gobernanza del agua, que otorgue el peso que corresponde a la representación de los ciudadanos y sus Ayuntamientos, única garantía de que la gestión del agua sea justa y esté por encima de los intereses cortoplacistas de determinados sectores económicos que no por importantes dejan de ser minoritarios.
En resumen, necesitamos un nuevo enfoque de nuestra relación con el agua, que sea social por encima de todo y por ello ineludiblemente ambiental, que nos permita garantizar el acceso al agua para todos, en condiciones de cantidad y salubridad, tal como establece la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas que reconoció explícitamente el derecho humano al agua, y que evite los conflicto sociales y guerras territoriales que inevitablemente vendrán si cerramos los ojos al nuevo escenario climático en que nos encontramos.

Luz María Requejo Brita-Paja (Valladolid, 1956) es geógrafa, especialista en ordenación del territorio y medioambiente. Ha desarrollado su carrera profesional tanto en la empresa privada como en la administración pública, lo que le ha permitido tener una visión amplia de los mecanismos de intervención en el territorio y de los problemas inherentes al desarrollo económico y su coste humano y ambiental. Ha participado en la redacción de normas y estrategias de ordenación del territorio y urbanismo, en la evaluación del impacto ambiental de proyectos industriales, urbanísticos y de energías renovables en todo el territorio nacional y, en los últimos años, en la planificación de las normas de ordenación y gestión de los espacios naturales de Castilla y León. En todos estos trabajos ha prestado especial atención a los mecanismos de participación ciudadana, propiciando en la medida de sus posibilidades la inclusión de la voz de los habitantes del territorio en la toma de decisiones sobre la ordenación y gestión de sus recursos.
Este artículo debería saltar a primera de los diarios de toda España. Los datos hablan por sí mismos y urgen un quehacer muy distinto al de ponerse o no ponerse al teléfono. También en este tema será preciso convencer incluso a los que hacen un uso incorrecto del agua porque siempre la tuvieron para regar a manta. Luz, escriba y difunda su opinión. Guillermo Quintás.
Mi enhorabuena por la presentación del tema y por aproximar al ciudadano la realidad del Duero. A pesar de que he leído con interés su artículo, me asaltan algunas dudas y quiero aprovechar las posibilidades de la prensa digital para compartirlas con usted y con los lectores.
En primer lugar me sorprende que no se hable para nada de la absoluta necesidad de reconocer que, frente al cambio climático, urge desligar los recursos hídricos de la propiedad, sea privada o regional. En el marco europeo urge una política solidaria entre los países y las cuencas del norte y del sur y en nuestro país es imprescindible evitar que los gobiernos regionales de carácter supremacista se apoderen de las aguas que circulan por su territorio en un ejercicio de insolidaridad absoluta.
Dicho lo anterior, creo que las cuencas sean posiblemente las unidades de gestión menos susceptibles de ser politizadas con la racanería local y estoy de acuerdo en que se plantee la participación en su gobernanza de gobiernos de las comunidades implicadas, los ayuntamientos y los consumidores. Obviamente, la estructura participativa en nuestro país se encuentra sesgada por el papel preponderante que tuvo en el pasado el sector hidroeléctrico y eso es algo que debería cambiar radicalmente.
Me ha abrumado y asustado comprobar que en la gestión de la Confederación Hidrográfica del Duero existen tantos organismos, desde la Junta de Gobierno al Consejo del agua y la Asamblea de usuarios y junta de explotación. Confío en que coincidirá conmigo en la imperiosa necesidad de reducir las estructuras y poner freno al gasto público que puedan generar.
Creo que además urgen políticas de reutilización de aguas residuales, de separación de aguas potables y de otros usos y que, de cara a la sequía que vendrá, se hace necesario pensar en términos de servicio a los ciudadanos y mantenimiento de la producción agrícola, industrial y turística y no tanto en términos de beneficio económico.
Muchas gracias al sufridolector que haya leído estas líneas y sí, mi intención es hablar sobre el tema y confrontar diferentes opiniones.
Interesante documentado y necesario articulo, que merece la máxima difusión. Los datos objetivamente expuestos y tratados con absoluto rigor son la base más sólida para su incontestable planteamiento. Imprescindible su lectura. Ignacio Muñoz.
Siento la duplicidad de comentarios. No entró el primero y traté de cargar de nuevo el comentario. Lo que se constata es que soy incapaz de escribir lo mismo dos veces de igual manera!!!!
Lo siento