Rodolfo Elías escribe una reflexión dura sobre los intelectuales y artistas progresistas de su país, México, y sus hipocresías, y en particular sobre uno de los más conocidos muralistas.
Rodolfo Elías escribe sobre aquel a quien considera «el único revolucionario verdadero […] entre todos los líderes de la Revolución mexicana (y quizá de toda Latinoamérica), y el más íntegro».