El marcapáginas

La red social

Pertenece Fernández Mallo a una generación —o, si no tanto, sí un grupo— que con el arranque del nuevo milenio quiso explorar las fronteras de la narrativa en relación con los nuevos mecanismos audiovisuales y virtuales que ya configuran nuestra noción de la realidad.

Trilogía de la guerra (Seix Barral) es un libro sorprendente. Se ha escrito tanto acerca de la novela con la que Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) ganó el pasado mes de febrero la última edición del Biblioteca Breve que quizá ese mismo hecho, que el libro siga sorprendiendo cuando uno ya ha leído antes todas las reseñas y elogios publicados al respecto, sea el mejor apunte de que, efectivamente, el escritor que alumbró el nocillismo (o que al menos le puso nombre) ha llegado no sé si a su cima como autor —eso se verá a medida que continúe su carrera—, pero sí a un punto álgido que, a mi entender, supera con creces lo que dio de sí el Proyecto Nocilla y enriquece aquel primer baldón con las experiencias acumuladas en títulos posteriores como Limbo.

Pertenece Fernández Mallo a una generación —o, si no tanto, sí un grupo— que con el arranque del nuevo milenio quiso explorar las fronteras de la narrativa en relación con los nuevos mecanismos audiovisuales y virtuales que ya configuran nuestra noción de la realidad. Que aquello no fue flor de un día lo demuestra el que dos de sus representantes más ilustres, Fernández Mallo y Manuel Vilas, hayan publicado este año sendos libros que apuntalan con firmeza sus respectivas propuestas narrativas. A su modo, el Ordesa de Vilas (Alfaguara) y la Trilogía de la guerra de Mallo giran en torno a un mismo tema: el de las conexiones invisibles, y a menudo inadvertidas, que unen a los vivos con los muertos y tejen una poderosa e indeleble red social que a la postre da sentido a la realidad en que habitamos. Si Vilas trata el asunto desde una óptica estrictamente personal —refiriéndose a los espectros de sus padres muertos y, con ellos, a la evocación de un mundo perdido en una serie de reflexiones de carácter autobiográfico y político—, Fernández Mallo lo aborda con una perspectiva óptica histórica y global en la que se emparentan los presos republicanos confinados en la isla gallega de San Simón con los muertos del desembarco de Normandía y las víctimas de la guerra del Vietnam, mediante un tríptico tan improbable como gozoso en el que van tomando la voz un escritor en fuga, un astronauta olvidado y una mujer que emprende un viaje para buscar algo cuya esencia no alcanza a formular con exactitud, pero que se vincula con las aristas que definen el concepto de identidad. Ya existían en los anteriores títulos de Mallo líneas argumentales que exploraban esos significados, pero nunca hasta ahora había explorado sus potencialidades con tanto tino y tanta libertad, configurando una historia de fantasmas posmodernos en la que Salvador Dalí y Federico García Lorca siguen charlando en nuestros días, a uno y otro lado de las verjas de Central Park, y Stanley recibe nuevamente el encargo de localizar al doctor Livingstone a través de un telegrama que llega al bajo donde hoy se abre una populosa tasca madrileña. El aparente delirio por el que discurren la mayor parte de las tramas que configuran Trilogía de la guerra constituye en realidad una meditada y acertada disertación sobre el tiempo (o los tiempos), la humanidad y la propia vida que se lee bajo la excitación lisérgica que induce una prosa cargada de electricidad y ávida por centrarse en lo esencial sin esquivar ni un solo merodeo. Estamos ante uno de esos libros de los que no se sale indemne.


Agustín Fernández Mallo y Manuel Vilas en la Feria del Libro de Zaragoza (2014)

0 comments on “La red social

Deja un comentario

%d