Antònia Vicens: Lovely
/Redacción/
Antònia Vicens (Santanyí [Mallorca], 1941) publicó su primer libro de poemas en 2009: este Lovely que ahora Ediciones Saltadera traduce en edición bilingüe catalán-castellano. Antes, y desde 1969, su trayectoria viene marcada por la novela y el relato breve, por el reconocimiento a una obra que la ha convertido en autora fundamental de las letras catalanas. Lovely es un recorrido por la memoria de la escritora, a través de las figuras del padre y de la madre, en la dura postguerra en la que una niña con voluntad de escribir afirma su existencia desde el cuerpo y desde el lenguaje, un lenguaje distinto en la escuela religiosa que en la calle y lo cotidiano, que tiene que adquirir como herramienta lingüística frente a la oralidad de su práctica. El mar, las complejas relaciones familiares atravesadas de miseria y dureza, desfilan al tiempo que la voz poética afirma su condición autorial a la par que articula el duelo.

Selección de poemas
1/
Los pies siempre le dolían
Los pies siempre le dolían
a mi padre.
Renqueando recorría todas las zapaterías
buscando unos zapatos lo bastante cómodos que le ayudaran
a sobrellevar el peso de todos los tajos
los roces y los cortes
que la mar le había hecho.
Nunca los encontró. Tuvo que marcharse
descalzo con el reloj de pulsera y el cuchillo
de rebanar pan de rebanar lágrimas en el bolsillo de la chaqueta y
una cara blanca como la espuma de las olas
que tantas veces montó.
Me lo decía siempre:
No tuve infancia.
No se lo sacaba de la cabeza:
Aprendí a escribir mi nombre en el frente.
Zumbaban balas resbalaban estrellas
de sangre cuando yo aprendía a escribir mi nombre.
No quería ser un peón cualquiera.
*
Y decía mi madre:
Es un hombre apuesto. Lástima
que no sepa escribir. Tú
tienes que ir a la escuela Antònia. No
tienes que ser una ignorante como tu padre hija.
Y el azulete de los ojos se le esparcía por las mejillas cuando
diluviana
lloraba su ausencia.
2/
(No era amor la voz
que te enseñó el abecedario.
Aprendiste a leer
con sangre en las rodillas.
Decían:
Como a los árboles nuevos para que no se encorve
le pondremos puntales).
3/
(No era amor la palabra
que te obligaba a ir bien derecha.
No era ternura la palabra
que te obligaba a ir con la cabeza siempre alta.
Decían:
De su juventud
sacaremos beneficio).
4/
Agua
La muerte solo se deja ver cuando sale a robar el aire
que respiramos.
Mi padre la había sorprendido desenchufándole
el inhalador a través de las manos finísimas
de una médico joven.
Pero yo
solo veía a un hombre acabado que quería huir
de su lecho de dolor.
Dijo me voy
mi padre.
¿A dónde? pregunté yo.
No lo sé pero me voy
dijo mi padre.
¿Qué quieres que te prepare? pregunté yo.
Agua
dijo mi padre.
¿Una rebanada de pan? pregunté yo.
Agua
repitió mi padre.
¿Te pongo algún pez? pregunté yo.
Ya vendrán solos los peces
solo quiero agua.
5/
(En el camino de la infancia
con pajuelas
y espárragos
ahora
ufano
florece el alquitrán).
6/
(Ni tan solo crecen
piedras.
Han rellenado de cemento
la vida de las cunetas).
7/
(Han detenido la transmigración de las
almas:
Ya no florecen los almendros
a la vera de los caminos).
8/
(Vaciada fragmentada
castrada:
Cotorrita culo cosido.
Querían convertir el camino de las mujeres
de sol a sol
en una vagina
en una flor
muda.)
9/
Mi primera librería
Era de caoba roja
con puertas vidrieras
de vidrios ahumados
y ribetes de laca
blancos.
Un metro de alto
por un metro cincuenta de ancho.
Tres estantes de veinte.
Rompimos la hucha de barro
y toda una tarde de enero
para ir a comprarla.
Pronto a casa fueron llegando Albert Camus. William
Faulkner. Virginia Woolf. Víctor Català. Carson
MacCullers. Y James Joyce con su Retrato
de un artista adolescente que
me creó una úlcera
a la pluma.
Poco a poco dejaba
de ser mueble
y pasaba a Santuario.
La librería.
Las plegarias de la noche
las hacía ante el corazón abierto de la madera
y no ante el Corazóndejesús con los ojos en blanco
de encima de la cabecera de la cama.
A mi madre
que nunca había abierto un libro
también la llenaba de devoción. La librería.
¡Libros en una casa de pobres!
Religiosamente cuidaba que el polvo
no se metiera por las rendijas e invadiera el papel.
Que la polilla de los libros
no picara las letras.
En cambio mi padre andaba envanecido
cuando pasaba por delante:
Satisfecho de haber podido comprar
la mar a su hija.
Lovely
Antònia Vicens
Traducción de Carlos Vitale
Saltadera, 2017
120 páginas
16€
0 comments on “‘Lovely’, de Antònia Vicens”