Cuaderno de espiral

Cuaderno de espiral

Pablo Luque Pinilla inicia una columna en EL CUADERNO; un compendio de intenciones literarias cuya primera entrega reflexiona sobre cómo «a veces hay que mirar hacia arriba y comprobar que, sobre la base de un círculo, un rectángulo se pliega para mostrarnos la verdadera envergadura de nuestro devenir».

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Tengo la manía recurrente e impremeditada de concebir los libros de poemas como círculos. Con estructura circular, quiere decirse. Hasta el extremo de haber llamado al último Cero. Un cero como una cacerola, donde cocer los ingredientes de los poemas para conformar un guiso sabroso, redondo en lo posible. O eso creía. Porque comentando la anécdota con mi amigo Pedro, este me dijo:

―Perdona, pero el círculo es, por definición, vicioso. Representa ese lugar del que no se sale.

―También hay círculos virtuosos ―le respondí.

Pero nada.  Se marchó dándome un portazo invisible que hizo temblar el suelo de mis atrevimientos.

Luego, Andrea, una amiga, me confesó que mis libros, por circulares, le resultaban unitarios. Que la mentalidad racionalista basaba su argumentación en visiones lineales del acontecer histórico y antropológico. Pero que a mí se me veían las costuras del que no concibe al hombre como el centro de la realidad, sino que deposita su confianza en las fuerzas gravitacionales inversas que le llevan a levantar la barbilla y a saludar al Creador por las mañanas.  Huelga decir que mi amiga es profesora universitaria de Antropología del Derecho, o en ese plan, y no iba a ser yo quien la contradijera, a pesar del veneno de la duda que me habían inoculado. Sea como fuere, no pude por menos que saludar con agradecimiento sus observaciones, pues nunca habían sido otras mis intenciones. No en vano, escribo en el prólogo del citado libro, aunque con expresión más campanuda: «El cero es un óvalo y en él se manifiesta el mundo de manera circular, premisa discutible, pero que me proporciona satisfacción estética y argumentos de escritura. La cuestión geométrica, al final, depende de juntar o no los puntos del extremo; de reivindicar una propuesta de partida y un lugar al que dirigirse, sin que ello suponga dibujar un aro en el vacío».

Siendo que tanto Pedro como Andrea tenían, a mi modo de ver, bastante razón, resolví que la clave era la espiral. Cada círculo concéntrico nos permite avanzar un peldaño más arriba. Un escalón de mejoría. Y el destino es un vértice ―o un eje― al que tendemos para ser liberados de nuestros egotismos. Una liberación por la alteridad para la que, con seguridad, estamos hechos.

Y en esas estaba cuando un día escuché a un eminente conferenciante, Gerardo Alonso, pongamos, que nos dio una charla en el ámbito laboral sobre mentalidad positiva y proactiva (productiva, vamos, que es a lo que iban sus pagadores) en el contexto de la pandemia del Covid, que iluminó a su manera la resolución de mis cavilaciones sobre el asunto.

―Ante un cilindro, ¿por qué a menudo vemos un círculo o un rectángulo, cuando, de hecho, estamos frente a una entidad tridimensional? Todo lo que no sea apreciar cada objeto según lo que es ―resolvía― supone una mirada distorsionada sobre lo que tenemos delante.

Esta aportación, de inspiración psicoanalítica ―los que conozcan el test de Rorschach me comprenden―, me permitió poner punto y final a mis disquisiciones.

No sin añadir una más, no vaya a ser que el círculo se cierre. ¿Qué es lo que hace que los poetas se enreden ―estos amigos que acudieron puntuales a mis especulaciones, a su manera, lo son― en acaloradas discusiones sobre estos asuntos?  Y suspiré aliviado por comprobar que el valor económico del tiempo (su monetización, que dirían los youtubers) no es, no puede ser, el valor principal que nos moviliza. A veces hay que mirar hacia arriba y darse cuenta de que, sobre la base de un círculo, un rectángulo se pliega para mostrarnos la envergadura real de nuestro devenir.

[EN PORTADA: Varios círculos, de Vasili Kandinski (1926)]


Pablo Luque Pinilla (Madrid, 1971) es autor de los poemarios Cero (2014), SFO (2013) y Los ojos de tu nombre (2004), así como de la antología Avanti: poetas españoles de entresiglos XX-XXI (2009). Ha publicado poemas, críticas, estudios, artículos y entrevistas en diversos medios españoles y ediciones bilingües italianas y el poemario bilingüe inglés-español SFO: pictures and poetry about San Francisco en Tolsun Books (2019). Asimismo, fue el creador y director de la revista de poesía Ibi Oculus y junto a otros escritores fundó y dirigió la tertulia Esmirna. Participa de la poesía a través de encuentros y recitales, habiendo intervenido, entre otros, en el festival de poesía Amobologna, que organiza el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia; el festival poético hispano-irlandés The Well, que se celebra en Madrid; o el ciclo El Latido, que organizara el Instituto Cervantes de Roma.

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