/ una reseña de José Luis Zerón Huguet /
Hay buenos libros de entrevistas literarias que me han hecho disfrutar, y por poner algunos ejemplos mencionaré Los hombres y los días de Alfonso Camín, las entrevistas del poeta venezolano Rafael Cadenas, el volumen Don de lenguas: entrevistas literarias, de Jordi Doce, 16 entrevistas de Jorge Hardmeier o los volúmenes de diálogos literarios de Esther Peñas. Y, por supuesto, también hay grandes escritores y periodistas que han basado su obra en la entrevista literaria. Estoy pensando en Elena Poniatovska, la Premio Nobel Svetlana Alexiévich, Rosa Montero o Gabriel García Márquez. Pero la entrevista literaria, no ha sido asumida por la crítica y se la considera como un subgénero de poca importancia relegado a los periódicos, los blogs y los medios audiovisuales, de modo que pocos editores se atreven a publicar libros dedicados exclusivamente a este formato híbrido entre el texto periodístico, el ensayo y la creación literaria.
El escritor peruano Julio Ortega dice en su artículo «De la entrevista como una de las bellas artes»:
«He sostenido que la entrevista literaria es un género literario, y para demostrarlo basta repasar las características que le dan ese rango: presupone un escenario del habla que no se confunde con ningún otro; sugiere un guion de personas y personajes en acción comunicativa; y, sobre todo, se hace leer en su peculiar protocolo, esto es, pasando del lenguaje a la convención de un diálogo. Por lo mismo, la entrevista literaria tiene las otras conductas discursivas propias de un género: colinda con otros géneros, en primer lugar con el periodismo; disputa las nociones de la actualidad porque está hecha para establecer los hechos y sostener las opiniones, y configura su propio archivo de referencias siendo como es una memoria del presente cambiante»
Yo no voy a polemizar sobre este asunto. No sé si la entrevista literaria es un género o un subgénero literario, si trasciende lo meramente periodístico o informativo y llega a alcanzar una categoría creativa; lo que sí sé es que me fascinan las entrevistas literarias que están elaboradas con entusiasmo, inteligencia y profundidad, sobre todo cuando el entrevistado (o la entrevistada) es uno de esos escritores accesibles que valoran la dimensión de una conversación bien planteada y se entregan al diálogo.
Por eso mismo valoro No dejemos de hablar, libro de entrevistas de Ada Soriano a 19 poetas, y el que Juanjo Martín Ramos haya apostado por él incorporándolo al catálogo de Polibea.
Mi trabajo como periodista durante varios años de mi juventud me obligó a realizar muchas entrevistas, algunas meramente periodísticas y unas cuantas literarias, y desde entonces hasta hoy he seguido practicando ocasionalmente este género o subgénero. Es por eso que sé lo mucho que cuesta elaborar una buena entrevista. Y más difícil todavía realizar una buena entrevista literaria. Supone un arduo ejercicio de documentación y una gran capacidad de síntesis; también de saber estar. Y por supuesto, la complicidad y la buena disposición del entrevistado. Sé lo que le ha costado a Ada elaborar estas entrevistas reunidas en el libro que reseño (anteriormente publicadas en el diario digital Mundiario y en el blog «Frutos del tiempo») porque he sido testigo privilegiado del proceso de elaboración de las mismas, he entrado en su cocina literaria de Ada, he visto cómo las trabajaba, y sé las horas que les ha dedicado. Yo mismo he sido protagonista de una de ellas, y creo sinceramente que es una de las mejores entrevistas que me han hecho.
Pero yo calificaría las 19 entrevistas a poetas (diez hombres y nueve mujeres) reunidas en este libro como diálogos, ya que no siempre la autora interroga, pocas veces interpela y a menudo sugiere, opina y abre vías de complicidad para que el entrevistado se sienta cómodo y no rehúya el ejercicio dialéctico. Yo entiendo la entrevista literaria no tanto como plática, conversación o charla entre dos o más personas, sino como diálogo a la manera como lo entendían los griegos de la antigüedad, es decir, al proceso de conocimiento mediante la palabra. Y estas entrevistas, estos diálogos, rezuman mucho conocimiento a través de la palabra. Logos («palabra») se relaciona con la raíz indoeuropea leg, presente en palabras como elegir, elegante e inteligencia, tres de los atributos que podemos destacar de este libro. Hablo de la capacidad de Ada para elegir a los entrevistados, y de su inteligencia y elegancia para plantear las introducciones y las preguntas o cuestiones.

Si alguien pretende encontrar en este libro chismorreos, trivialidades más o menos ingeniosas, polémicas morbosas o alardeo de pirotecnia irónica le recomiendo que no lo lea. Aquí se habla principalmente de literatura en general y de poesía en particular, y también de las constantes vitales de cada uno de los entrevistados y entrevistadas. Ada crea un clima de complicidad con los 19 escogidos. Con todos ellos. Incluso con aquellos con los que no mantenía amistad, ni siquiera algún tipo de relación cordial antes de que aceptaran ser entrevistados. Su forma de dialogar es cálida, profunda y sutil, con una fusión acertada de preguntas que pueden parecer tópicas o previsibles y otras complejas
Pero cuando Ada hace preguntas o plantea cuestiones profundas y dificultosas, lo hace sin atisbo alguno de pedantería, de ahí como decía, la sagacidad y la elegancia con que están planteadas sus entrevistas. También me parecen destacadas las introducciones, mediante la cuales, de manera irremediablemente esquemática pero eficaz, la autora ofrece unas pinceladas biográficas de los poetas entrevistados y añade una opinión siempre emotiva, penetrante y veraz de la obra de cada uno de ellos, especialmente del último libro que han publicado.
Como colofón a cada entrevista se reproduce un poema del autor o la autora seleccionados, una feliz idea del editor, que le otorga al libro categoría de antología poética.
Destaco, sobre todo, la inteligencia de Ada para escoger sus 19 poetas. Ha rehusado entrevistar a autores consagrados, habituales en los suplementos culturales, aquellos que destacan en el llamado canon literario de la poesía española. Con buen criterio literario, rechaza Ada en sus entrevistas el formato solemne y consagratorio y asimismo evita una lista endogámica en la que solo cupieran sus amigos más cercanos.
Su selección reúne a poetas de distintas generaciones, en su mayoría reconocidos, prestigiosos, con una trayectoria dilatada pero no necesariamente mediáticos, o al menos no siempre, como pueden ser Alberto Javier Cebrián, Alberto Chessa, Antonio Enrique, Jose Luis Ferris, Ilia Galán, Rafael González Serrano, Marina Oroza, María Antonia Ortega, Esther Peñas, Marisol Sánchez Gómez, María Engracia Sigüenza Pacheco y Rosario Troncoso. Y a este grupo se une una poeta de amplia y excelente trayectoria secreta como es Almudena Urbina; más otras dos que han publicado un solo libro (ya están preparando el segundo): me refiero a Cleofé Campuzano y María Ángeles Manzano Romera.
Y Ada tampoco olvida a algunos de sus amigos y colegas oriolanos, aquellos que publicaron libro cuando ella empezó a realizar sus entrevistas: Hablo de Manuel García Pérez, José María Piñeiro, José Manuel Ramón, la mencionada M.ª Engracia Sigüenza y quien esto escribe.
Unos son más poetas que escritores, pues se dedican casi exclusivamente a la poesía; otros son polifacéticos, y algunos hasta son editores, pero todos han escrito y publicado poesía. Solo hay una excepción: Marisol Sánchez Gómez, que no ha escrito poesía (aunque ¿no son verdaderos poemas en prosa algunos de sus textos breves?), si bien el motivo de su entrevista es su labor como coeditora de la antología Del alma a la boca: trece poetas madrileñas (Huerga & Fierro, Madrid, 2018).
Unos poetas se extienden en sus respuestas y son más abarcadores; otros son sintéticos y responden con respuestas breves y contundentes. Ada no ha puesto un límite de extensión a sus entrevistas, y permite así que los autores y autoras que lo deseen puedan explayarse. Hay líneas de confluencia y de alejamiento entre los 19 poetas, digamos que es un conjunto heterogéneo pero no discordante, algo así como el vuelo de las abejas o el de algunos pájaros como los estorninos: muchos vuelos y un solo enjambre, o una sola bandada. Lo que une a los 19, en mi opinión (y creo que es una condición sine qua non de Ada Soriano a la hora de plantear sus entrevistas) es su compromiso radical con la poesía. Son poetas que viven su vocación poética sin tapujos, como la vive Ada. Todos están convencidos de la importancia y la trascendencia de la poesía. De ahí que en la nota de la contraportada escriba acertadamente Juanjo Martín Ramos:
«En definitiva, siendo este un libro de entrevistas, podemos también argumentar que es, al mismo tiempo, una obra personal de la propia Ada Soriano, en la medida en que los autores seleccionados, los cuestionarios que cada uno de ellos le han suscitado y las respuestas, que encontrará el lector en este libro, operan igualmente a modo de una gran poética, suma de las que cada poeta ofrece de sus respectivas obras, y son la clave del ser poético, del oficio de vivir, del oficio de escribir, de leer y de pensar de Ada Soriano, que el lector podrá ahora discernir e indagar, con mayor sentido, en las entregas literarias que la autora ha hecho hasta la fecha».
Por último, solo me queda destacar el título: ese imperativo negativo que implica un deseo y un ruego y nos transmite esperanza: No dejemos de hablar; un título precioso. No dejemos de hablar. Que así sea.
[EN PORTADA: Ada Soriano]

Ada Soriano
Polibea, 2018
268 páginas
15 euros

José Luis Zerón Huguet, nacido en Orihuela el 28 de octubre de 1965, fue cofundador y codirector de la revista de creación Empireuma y desarrolla una actividad cultural diversa. Su producción poética editada consta de dos plaquetas (Anúteba, conjunto de poemas suyos y de Ada Soriano [Empireuma, 1987], y Alimentando lluvias [Pliegos de Poesía del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1997]) y los libros Solumbre (Empireuma, Orihuela 1993) , Frondas (Ayuntamiento de Piedrabuena y Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, Ciudad Real, 1999), El vuelo en la jaula (Cátedra Arzobispo Loazes, Universidad de Alicante, 2004), Ante el umbral (Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante 2009), Las llamas de los suburbios (Fundación Cultural Miguel Hernández, Orihuela 2010), Sin lugar seguro (Germanía, Alzira, 2013), De exilio y moradas (Polibea, Madrid, 2016), Perplejidades y certezas (Ars poética, Oviedo, 2017) y Espacio transitorio (Huerga & Fierro, Madrid, 2018). Ha sido incluido en varias antologías y colabora con ensayos, artículos, cuentos y poemas en numerosas revistas nacionales e internacionales. Ha obtenido varios galardones literarios. El vuelo en la jaula fue seleccionado para el Premio Nacional de la Crítica del año 2004 por los miembros de la Asociación Española de Críticos Literarios y los componentes del jurado. En mayo de 2006 viajó a Rumanía invitado por el Ministerio de Cultura español y el instituto Cervantes de Bucarest, donde participó, como director de la revista Empireuma, en un encuentro de revistas literarias españolas y rumanas en el Centro Cultural de Bucarest y en la Universidad Esteban el Grande de Suceava.
Absolutamente de acuerdo con lo que José Luis Zerón destaca de este libro. Ada Soriano hace entrevistas cercanas, sensitivas e inteligentes que demuestran la seriedad de su aproximación a los autores y sus obras. Ha sido un placer haber podido participar.
Marisol Sánchez