Poéticas

Beat Generation: una antología

Carlos Alcorta reseña una antología de los 'beats' compilada por Marcos Ricardo Barnatán, que se presenta el 10 de diciembre en Madrid

/ una reseña de Carlos Alcorta /

La relación de la Generación Beat con la poesía española no está exenta de malentendidos, acaso propios de la época en la que se dieron a conocer los poetas agrupados bajo ese epígrafe. Este se le adjudica a Herbert Hunke, que gritó dicha palabra de forma subversiva en Times Square. Corría el año 1947. Unos años después, en el New York Times, John Clelon aludió a la inminencia de una revolución cultural propiciada por jóvenes tachados de iconoclastas que aspiraban a transformar las costumbres de su país y tituló su artículo «This is the Beat Generation».

La autarquía política y cultural que padecía España en aquella época, los años cuarenta y cincuenta, principalmente, provocó que la obra de estos poetas tardara aún muchos años en llegar al lector de nuestro país y, por tanto, a influir en la creación de los poetas coetáneos. La primera generación de poetas españoles que dejó sentir la influencia de los beats fue la que se agrupó bajo la etiqueta de novísimos, etiqueta que proviene, es bien sabido, de la antología Nueve novísimos poetas españoles, a cargo de Castellet. Uno de estos poetas ―no incluido en la nómina castelletiana, pero sí en el ámbito estético que dicha antología propuso― es el poeta, narrador y crítico de arte argentino, residente en España, Marcos Ricardo Barnatán (Buenos Aires, 1946), autor de una sólida obra que fue muy pronto reconocida por la crítica ―a los 21 fue accésit del entonces prestigioso Premio Adonáis por su libro Los pasos perdidos y que ha sido agrupada recientemente en el libro Todas las noches del mundo. Poesía reunida 1965-2015, publicada en Bogotá en 2017 se ocupó de traducir y editar en España la primera antología de los Beat. Fue en 1970 y la publicó la editorial Plaza & Janés. Barnatán se encontraba por aquellas fechas en Londres. Esta circunstancia, y el hecho de que en su país de origen los beat tuvieron una temprana recepción, favoreció que aventurara en dicho proyecto.

La antología que ahora rescata Chamán Ediciones tiene su origen en aquella de hace ya más de cincuenta años. La traducción es la misma. Solo se han corregido para la ocasión algunas erratas y se han actualizado los datos biográficos que acompañaban a los poemas, lógicamente obsoletos después del tiempo pasado. Los autores que seleccionó Barnatán son los más representativos: Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso, Philip Lamantia y Lawrence Ferlinghetti. Quedan fuera autores como Gary Snyder o William Burroughs, tal vez porque el grueso de su obra es fundamentalmente narrativo, no poético. Pero ¿cuáles son las circunstancias que propiciaron la aparición de este grupo? Según el antólogo y autor del prólogo,

«fue necesaria una tragedia tan escalofriante como la Segunda Guerra Mundial para que de entre sus mismas cenizas comenzara a nacer una concepción distinta del hombre y de la sociedad norteamericana. Una nueva mentalidad surgía en la juventud divorciada de sus mayores, rebelde y vagabunda que, perseguida muchas veces, se refugió en los suburbios del paraíso americano. Esos jóvenes, escudados en el jazz, infiltrados y expulsados de las universidades, presos en las cárceles por robo, escándalo o violación, trastornados por las drogas o el alcohol, acusados por los inquisidores, perseguidos por la ley, el orden y la moral de sus ciudades natales, se autobautizarían beatniks».

La radicalidad de su propuesta sorprende a propios y extraños. Muchas de sus primeras obras son descalificadas por su presunta falta de destreza técnica y por una espontaneidad que rompe todos los clichés referentes al cuidado formal y a la depuración del lenguaje que exige todo poema:

«Los beat ―escribe Barnatán― no solo hablan de poesía, hablan de todo. Utilizando las dos vertientes de la poesía moderna, escriben sus poemas acusadores y fantásticos, ligados a la realidad y sumergidos en los mundos brumosos de la imaginación más exacerbada. Abre el poema tratando de dar cabida en él a todos los elementos, sin ningún tipo de discriminación. Llevan hasta las últimas consecuencias el concepto de “obra abierta” […] El verso adquiere, sin embargo, una fuerza admirable, alimentada por una enumeración caótica y una entonación sálmica, nombrando todas las cosas, elevándolas o destruyéndolas con una pasión solo comparable a los arrebatos místicos».

Por supuesto, estos juicios, muy certeros, no responden por igual a la obra de cada poeta. Quizá se avengan mejor a la poesía torrencial de Ginsberg ―el poeta, con diferencia, más representado en la antología― o Ferlinghetti, pero menos a la de Corso o Kerouac ―quien, por cierto, es autor de unos excelentes haikus― y el Lamantia, aunque los dos únicos poemas que le representan en esta antología no son, por fuerza, todo lo representativos de su obra que nos hubiera gustado.

En resumen, la influencia de la obra de estos poetas no ha hecho más que crecer con el tiempo (no hace mucho, la editorial Bartleby ofreció al lector español Beat Attitude: antología de mujeres poetas de la generación beat, en traducción de Annalisa Marí Pegrum: Elise Cowen, Joanne Kyger, Lenore Kandel, Diane di Prima, Denise Levertov, Ruth Weiss, Janine Pommy Vega, Hettie Jones, Anne Waldman y Mary Norbert Körte), no siempre para bien. Lamentablemente, algunos han obviado el intrincado mundo de relaciones culturales, religiosas, políticas y sociales que se esconde en gran parte de estos poemas y se han quedado solo con el poderoso influjo de las imágenes surreales y con la perversa idea de que todo aquello que brota del conflicto interior es digno de ser transcrito en la página. Este es uno de los mayores malentendidos que ha creado la lectura acrítica de estos poemas, malentendido del que se han beneficiado impostores, timadores y gente de esa ralea ―abundante también en la geografía poética― que han amparado su falta de talento en letanías espasmódicas de palabras sin sentido. Pero el cada vez más común todo vale no tuvo entonces, ni tiene ahora, otra línea de flotación que la mediocridad, vistamos esta con los adjetivos que, según la ocasión, más nos convengan. 


Beat
Marcos-Ricardo Barnatán (ed.)
Chamán, 2021
166 páginas
14,25 €

Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. Ha publicado, entre otros, los libros Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2007), Sol de resurrección (2009), Vistas y panoramas (2013) y la antología Ejes cardinales: poemas escogidos, 1997-2012 (2014). Ha sido galardonado con premios como el Ángel González o Hermanos Argensola, así como el accésit del premio Fray Luis de León o el del premio Ciudad de Salamanca. Ejerce la crítica literaria y artística en diferentes revistas, como ClarínArte y ParteTuriaParaíso o Vallejo&Co. Ha colaborado con textos para catálogos de artistas como Juan Manuel PuenteMarcelo FuentesRafael Cidoncha o Chema Madoz. Actualmente es corresponsable de las actividades del Aula Poética José Luis Hidalgo y de las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Mantiene un blog de traducción y crítica: carlosalcorta.wordpress.com.

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