Gabriel Giorgi y Ana Kiffer: amar como rasgadura

José de María Romero Barea reseña 'Las vueltas del odio: gestos, escrituras, políticas', un libro promotor de lenitivos de multiculturalidad frente a las cámaras de eco.

/ por José de María Romero Barea /

La última palabra se sitúa «entre lo que, como ruido, escuchamos todavía sin descifrar, y lo que, como insurrección, nos impulsa a pensar». Se inicia así una discusión que argumenta el camino hacia una libertad de expresión en que «las fricciones entre las lenguas, las ideas, las experiencias históricas no se dejan reducir por lecturas aéreas». Un tratado a cuatro manos administra nuestras diferencias, acepta las diversidades de nuestra convivencia, «desplaza los mapas previsibles, las perspectivas ya dadas».

En épocas de autoexpresión obligatoria, nada mejor que someternos a las curas de consenso de los escritores Gabriel Giorgi y Ana Kiffer, que en su ensayo Las vueltas del odio: gestos, escrituras, políticas (Eterna Cadencia, 2020), promueven lenitivos de la multiculturalidad, frente a las cámaras de eco. En y entre culturas, el argentino y la brasileña conectan el habla a las múltiples manifestaciones, defienden el debate contra el único discurso.

Denuncia el profesor de la Universidad de Nueva York nuestra tendencia a someternos a los subproductos culturales de las redes sociales, al precariado de los decepcionantes servicios de conmoción continua, perpetuo remordimiento, virtual crítica compulsiva de «una arqueología en tiempo presente que encuentra en el odio escrito su línea de entrada».

Mutilados por el veneno de la sedición digital, habitamos «un terreno quebradizo, recorrido por cesuras internas, por viejas y nuevas tensiones»; habituados a ser consumidores en lugar de ciudadanos («Lo que se odia es la proximidad y la igualdad entre cuerpos»), acunados por el escepticismo, nos desviamos de la autenticidad; necesitamos «un nuevo espacio en común, irreductible a las identidades, a las formas, a las imágenes vigentes, dominantes, de lo colectivo».

Frente a la sacerdotal psicopolítica que bendice doctrinas represivas para mantenernos dóciles, el laico pluralismo de los principios consensuados al que se aplica el profesor de la Universidad de San Andrés (Argentina), «ese fondo opaco, esa zona de riesgo donde se trabajan los derrames de lo social, donde se puedan gestar lazos, nuevas interpelaciones, nuevas configuraciones de la vida pública».

Alienta el totalitarismo una mentira imaginaria se traduce en una forma de conocimiento en masa, que santifica el consumo de lo que no necesitamos: «Debemos preguntarnos sobre esas afecciones en sus matices, cómo operan desde su precariedad compulsiva». Para paliar pandemias de animadversión, propone la profesora carioca «una razón extra para que busquemos intersticios, matices y gradaciones que abran el conflicto donde los odios se encierran».

Contrarresta la erudita latinoamericana incitaciones al aniquilamiento, opone las cualidades de un periodismo que no se contenta con plantear preguntas en lugar de resolverlas, sino que vindica los principios globales universales de un debate igualitario, que tiene lugar en «una escritura en actividad, desplazamiento, movilidad e insurgencia».

Hoy que asistimos a una debacle conectada sin descanso, «¿cómo poder concebir relación en y con las separaciones, la conciencia y la herida de nuestros desligamientos?». Promulga la columnista de la revista Pessoa la necesidad de «amar no como estado de resiliencia, pasividad o tejido reintegrado. No juntar los retazos. Amar también como rasgadura. Y escribir como poder-decir que el poder no nos unifica».

Privados de sueño(s), confinados a solas, a merced de las intimidantes transmisiones de la propaganda, nos atiborramos de bienes de consumo en un estado artificial de necesidad, por lo que Kiffer y Giorgi fomentan «más que demoler o levantar muros, escribir sobre ellos». Hoy más necesario que nunca este internacional vademécum plurilingüe, «un entre-lugar por donde se filtra un deseo de pliegue y de matices».


Las vueltas del odio: gestos, escrituras, políticas
Gabriel Giorgi y Ana Kiffer
Eterna Cadencia, 2020
200 páginas
15 €

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José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Es autor, entre otras obras, de los poemarios Resurrecciones (2011), (Mil novecientos setenta y) Dos (2011) y Talismán (2012), que conforman la trilogía El corazón el hueco, primera sección a su vez del proyecto Poesía (qué si no). El primer libro de la segunda sección, Un mínimo de racionalidad, un máximo de esperanza salió publicado en 2015. Romero Barea también es autor de la trilogía narrativa Interrupciones, formada por Hilados coreografiados (2012), Haia (2015) y Oblicuidades (2016), y ha traducido los poemarios Spanish sketchbook, de Curtis Bauer (España en dibujos, 2012); Disarmed, de Jeffrey Thomson (Inermes, 2012) y Gerald Stern. Esta vez. Antología poética (2014). Además, colabora con reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional como El País (Babelia)Le Monde DiplomatiqueLa Vanguardia (Revista de Letras)Claves de Razón PrácticaÁbacoQuaderni IberoamericaniQuimera y Nueva Grecia, de cuyo consejo de redacción forma parte. Los volúmenes La fortaleza de lo ilegible (2015) y Asalto a lo impenetrable (2015) incluyen una amplia selección de su obra crítica.

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