El nacionalismo y el culto al odio

Pedro Luis Menéndez reseña 'Los nuevos odres del nacionalismo español', de Pablo Batalla Cueto, «un libro», escribe, «muy sólido, con un peso argumental que afronta el debate ideológico con la profundidad que este necesita y que tanto echamos de menos en el ruido mediático».

/ De rerum natura / Pedro Luis Menéndez /

Muchos años después de mi primera lectura, me encuentro preparando de nuevo para mi alumnado de bachillerato la Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, y rememorando con ella mis singladuras frecuentes por la vida y la obra del autor. En estas horas de reencuentro no puedo olvidar La mala hora, en la que reflejaba el ambiente irrespirable de la vida en Sucre, tal como señalan Yannelys Aparicio y Ángel Esteban en su guía didáctica de Crónica: «Estaba muy extendida la costumbre de colocar pasquines, carteles con acusaciones, calumnias, amenazas, en algunos lugares visibles de la localidad, o por debajo de la puerta de las casas de los vecinos de Sucre, contra adversarios políticos o personales».

Los cestos se fabrican con los mimbres que cada uno posee. No soy historiador. Quienes lo son construyen su relato a partir de sus mimbres, los propios de su oficio. Así lo hace Pablo Batalla Cueto en su obra más reciente, Los nuevos odres del nacionalismo español, publicada en la colección Ensayo de Ediciones Trea, que también acogió sus dos libros anteriores. El valor principal de esta obra de Pablo Batalla es precisamente no ser un pasquín ni un panfleto. No oculta el autor su actitud militante y escribe desde una posición muy concreta. Dispara con munición real y no con balas de fogueo, porque nos encontramos con un libro muy sólido, con un peso argumental que afronta el debate ideológico con la profundidad que este necesita y que tanto echamos de menos en el ruido mediático.

No siempre comparto la elección de los mimbres que lo configuran, tal vez porque —como indica Antonio García Santesmases en el epílogo del libro— algunos de mis mimbres generacionales son otros. Por eso esta obra de Pablo Batalla me parece de lectura obligada para escuchar un pensamiento joven y consistente más allá de la algarabía de los medios y las redes sociales.

Así que, tal como anda el patio, no me sorprende en absoluto que, en alguna de las primeras entrevistas aparecidas a raíz de la publicación del libro, encontremos comentarios de los lectores del siguiente jaez: «…Claro, gallo, por eso gobierna la extrema izquierda junto con la eta y los golpistas. Yo cada vez que oigo “ultraderecha” automáticamente pienso “mira, otro cínico”. Veis ultraderecha por todas partes. Anda, tira a soltar etarras y golpistas, que es lo vuestro». «¿Habrá algo más reaccionario y conservador que la nueva izquierda, la tiranía sanitaria y la obsesión globalista? La nueva izquierda es más liberticida que el estalinismo». «Resumen de la entrevista: el que no piense como yo es un facha. Punto». He escogido tres de relativa suavidad, los hay más insultantes.

José Antonio Marina (que no está entre los mimbres de Pablo Batalla pero sí entre los míos) estudió hace ya más de una década cómo la estupidez humana podía trasladarse a la estupidez de algunas sociedades y a su fracaso colectivo. Para Marina existen cinco grandes deformadores sociales: la pobreza, la ignorancia, el miedo, el dogmatismo y el odio al vecino. Y en buena parte de esos deformantes encuentra el nacionalismo español actual sus espacios de sembrado de un odio peligroso. Por esa razón, ni siquiera intentan refutar argumentaciones, sino odiar directamente el hecho de que pueda existir la argumentación como tal. El odio —como el amor mal entendido— son viscerales y se mueven en el plano de la simple emoción. Los odiadores no leen libros en los que la argumentación tenga un peso sólido (o no leen libros, sin más).

No tengo medios para afirmar si esta obra de Pablo Batalla es aplicable a cualquier nacionalismo populista con que nos enfrentamos (observables en todo el planeta y en los nacionalismos periféricos de la propia España), pero sospecho que sí, y que cada vez nos sitúan en una espiral más cerrada a la que temo sin retorno. El nacionalismo español actual parte de una idea de fracaso del Estado-nación a la que resulta muy ajustada la tercera acepción del verbo fracasar en la RAE: «Dicho especialmente de una embarcación, cuando ha tropezado con un escollo: Romperse, hacerse añicos y desmenuzarse». Esa España rota y a punto de desaparecer a la que parecen querer aplicar el arte japonés del kintsugi (cicatriz dorada), que consiste en reparar cerámica con resinas de oro.

Para ello necesitan lo que denomino aglutinadores épicos, y como las técnicas y estrategias del mercado invaden ya todos los ámbitos, todo acaba siendo merchandising: un inmenso quiosco virtual y real en que se mezclan los cromos de Iniesta, el rey Pelayo o Blas de Lezo. Un maremágnum incitador al odio que se mueve en ámbitos tan aparentemente dispares como el deporte (sobre el que escribí en otra ocasión), las tertulias televisivas de toda condición y los millones de intervenciones pagadas de las redes sociales.

Y en la confusión de un solo aparente colapso ideológico llegan hasta el límite de vendernos como antisistema lo que no son sino más productos del propio sistema: las apelaciones actuales a la tiranía sanitaria o a la libertad individual no se sostienen ni desde el sentido común, y sin embargo ruedan y ruedan como mantras que no dejan de crecer.

A mi parecer y en este mismo sentido, el libro de Pablo Batalla sólo corre un riesgo: convertirse él también en un aglutinador épico de otras banderas, porque el riesgo de la nostalgia de pasados mejores lo tenemos todos. ¿Resulta posible escribir sin correr ese riesgo? No tengo para esta pregunta más respuesta que mi resistencia creciente con la edad hacia la épica. No me gusta la épica. Ninguna.

[El Cuaderno publicó hace unas semanas un extracto de Los nuevos odres del nacionalismo español]


Pedro Luis Menéndez (Gijón [Asturias], 1958) es licenciado en filología hispánica y profesor. Ha publicado los poemarios Horas sobre el río (1978), Escritura del sacrificio (1983), «Pasión del laberinto» en Libro del bosque (1984), «Navegación indemne» en Poesía en Asturias 2 (1984), Canto de los sacerdotes de Noega (1985), «La conciencia del fuego» en TetrAgonía (1986), Cuatro Cantos (2016), la novela Más allá hay dragones (2016), y el libro de prosas cortas Postales desde el balcón (2018). Recientemente ha dado a la luz en Trea el libro de poemas La vida menguante (2019) y el poema-libro Ciudad varada (2020) en los cuadernos Heracles y nosotros. Desde 2017 colabora de modo asiduo en El Cuaderno y mantiene una sección semanal sobre poesía y cuentos en el programa La Buena Tarde de la Radio del Principado de Asturias.

1 comments on “El nacionalismo y el culto al odio

  1. Su serenidad de análisis es envidiable. Para mí la quisiera. Gracias por ello.

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