Poéticas

El camino sin retornos

Antonio Reseco reseña 'De Traslación', de Pureza Canelo, un poemario resumible con estos de sus versos: «Sumarse/ al Universo.// La intemperie/ humana/ no tiene límite/ ni redención».

/ por Antonio Reseco /

No podemos decir que Pureza Canelo (Moraleja, 1946) sea una autora de marejadas y bonanzas, o de vaivenes inconexos en su larga trayectoria. Independientemente de todo lo que puede abarcar una obra nutrida ya con una veintena de títulos, una de las constantes de su labor literaria ha sido el cuestionamiento de su propio quehacer poético. Entre las definiciones de la filosofía está aquella que la destaca como una aspiración de búsqueda, un hacer para deshacer o, si queremos, un continuo ir haciéndose. Mucho de esto, si no todo, encontramos en De Traslación (Pretextos, 2022) última entrega de la premio Adonais.

Pureza Canelo, desde Habitable (1979), aquel libro que perseguía la indagación de una poética que compendiase el leitmotiv de su propia creación, no ha dejado en ningún momento de cuestionarse el para qué de esta continua lucha de la escritura, para qué el examen y el desasosiego, y, junto a eso, dónde ha de situarse el afán creativo. De esa dialéctica, de esa insomne puja, solo ha salido lo que de otra manera cabía esperar, más dudas que certezas, pues escribir es, una vez más, tirarse al vacío sin que el resultado sea predecible o, cuando menos, tenga un significado claro.

Las declaraciones de intención encontradas en Detraslación nos dibujan una autora que ya ha superado casi cualquier terrenal temática de la poesía («¿Después de Retirada/ dónde cobijarse?») para centrarse en una perspectiva mucho más trascendental y, diría, casi cósmica. «Espacio/ te pido benevolencia/ para seguir/ a escala inextinguible». La palabra encumbrada al nexo del hombre con el universo, a veces como ser colectivo, a veces como ser individual que representa la autora. «Mira que no/ hacer versos/ como hojas/ y fuentes.// Voz/ en la cuerda/ sideral/ que no atiende/ ni dilucida/ lo pequeño». La autora cree haberlo dicho todo y es por eso que la poesía se convierte, en sí misma, en el objeto consustancial a ella, porque poesía y persona son la misma cosa no pudiéndose entender la una sin la otra. Ese aparente desorden no es sino el intento de reafirmarse, de hacer de la poesía la explicación de uno mismo. Y en esa batalla los momentos de zozobra son intrínsecos al hecho que nos ocupa: «Otra vez/ liquidación/ del poema/ enésimo/ agotado.// En fondo./ Y forma».

 Se me antoja que los riesgos asumidos por la autora en este libro no se encuentran tanto en el fondo como en la forma del poemario. Sin dejar nunca los tics que caracterizan su idiosincrasia, la depuración adjetival, la supresión del artículo, la potenciación del sustantivo, el hipérbaton matemáticamente calculado, el libro se estructura en algo más de cien poemas de versos brevísimos (apenas una o dos palabras) y dos únicos títulos para cada uno de esos poemas que se van alternando, celeste/pizarra, y que encierran la carga conceptual del libro, la dicotomía entre ese hacerse y deshacerse, entre el ser que fue y la búsqueda del ser que debiera ser o, al menos, pretendiera ser. En definitiva, el escrutinio metapoético sobre la poesía misma y la poética definitiva.

Pero De Traslación no se detiene en el juego anteriormente señalado. Junto a ese traslado o cambio, hay una trasposición. En lo creado no hay límites, justo como en el vasto universo. El debate cósmico es el alma misma de la poesía y no tanto por una certeza absoluta de las cosas, sino porque no puede encontrarse aquello que nunca se halla de forma completa. «Descubres/ que la extinción/ es el cosmos.// Haces/ un regate/ imposible.// Versos». El enclave último de la palabra está en nuestra unión con el universo, pero no sabemos si existe la posibilidad de traducir esta identificación a una expresión humana. En otras ocasiones, esta duda parece despejarse: «El lápiz/ y yo/ hablamos/ de eso.// De la inmensidad/ sin nosotros». En nuestra rudimentaria vida, es el verso una especie de tabla de salvación, «La torpeza/ de vivir/ se traslada/ al poema».

Pureza Canelo sufre las mismas dudas que cualquier creador honesto o que persiga una dignidad en su escritura. Y esa duda fundamental es saber si vale de algo al mismo tiempo que le confiere al hecho creador un valor casi universal. De Traslación está plagada de aforismos que caminan en el equilibrio de la resolución y la incertidumbre. Porque si escribir tiene escaso futuro, en el creador casi nunca pervive la inclinación a dejarlo. Y no es una cuestión de vanidad sino más bien la imposibilidad de hacer lo único que le une al género humano y a su lugar en el cosmos. La lucha por desistir (recordemos ahora su libro No escribir, 1999) resulta vana e infructuosa porque, como ella misma dice en sus versos, es «Una mujer/ en escritura. […] No se conoció/ su adiós». Podríamos resumir de múltiples formas lo que Pureza Canelo quiere transmitirnos con este libro, pero valgan, a modo de ejemplo, unas palabras de De Traslación: «Sumarse/ al Universo.// La intemperie/ humana/ no tiene límite/ ni redención».


De traslación
Pureza Canelo
Pre-Textos, 2022
132 páginas
19 €

Antonio Reseco (Villanueva de la Serena, 1973) es licenciado en derecho. Entre otros, ha publicado los poemarios Un lugar conocido (2002), Anotaciones del viaje (2005), El otoño cotidiano (2005), Geografías (2006), Huidas (2009), London Bureau (2012), Casi no existir (2015) y Equilibrios (2021). Es autor de numerosos artículos, relatos y poemas que han aparecido en distintas revistas y ha sido incluido en diversas antologías. En 2012 fue publicada su primera obra de teatro, Dickens no tiene corazón, y el libro de relatos El conejo, la chistera y el mago sin memoria; en 2018 el volumen de relatos El café portugués. También en narrativa, Lo que no será (2021) Dedica también otra parte de su labor creativa a la traducción, al ensayo y a la crítica literaria. Dentro de estos, se encuentra su último libro El tiempo de los transatlánticos.

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