/ por Javier Mateo Hidalgo /
Desde la base del respeto a la diversidad sociocultural, el Festival Cinematográfico Internacional «El Ojo Cojo» celebra una nueva edición con una selección de piezas que destacan por el eclecticismo de sus procedencias, así como por la multiplicidad de formatos —cortometraje, mediometraje, documental, largometraje—, géneros —suspense, drama, comedia— y temas planteados, centrados en distintas sensibilidades. En general tendrán preponderancia las historias protagonizadas por mujeres, algo coherente con el espíritu de los tiempos, pues las miradas femeninas están ocupando la posición e importancia social que siempre debieron tener.
Organizado por Meigas da Rúa —ONG dedicada a la promoción del diálogo intercultural con enfoque de género—, dicho Festival independiente concederá este año premios del Jurado y del público. Las piezas seleccionadas —un total de 26— tratan cuestiones como la maternidad, las creencias o ideologías y su conflicto en las relaciones humanas, las personas con diferentes disfunciones y su inclusión social, la confrontación de identidades, los conflictos bélicos y humanitarios o la revisión del pasado para comprender el presente.
Desde Cuba nos llega el cortometraje Las polacas (Carlos Barba Salva), una historia que presenta a una madre y a una hija (encarnadas por Coralita Veloz y Tahimí Alvariño) realizando un simbólico viaje en un viejo Fiat Polski (conocido popularmente como Polaquito). La figura del marido y progenitor se hará presente durante la travesía, sacando a relucir como viejo fantasma las diferencias de opinión políticas y familiares entre ambos personajes femeninos.
En la categoría de cine francés, el cortometraje Laura (François Albaranes) vuelve a incidir sobre la figura del padre para mostrarnos la investigación de dos hijas en torno al paradero del progenitor. Una de ellas, la que da título al filme (interpretada por Justine), viaja hasta la casa de él en el campo para averiguar alguna pista que informe sobre su situación. Esto le llevará a reencontrarse con diferentes recuerdos y descubrir facetas que desconocía de él, como su afición por el dibujo y la pintura. La banda sonora original de Bastien PY dialoga con la imagen a través de la voz grave del contrabajo, construyendo la parte anímica o subconsciente de este personaje principal, empeñada en desentrañar el misterio que envuelve a la figura ausente.
También deslumbra el mediometraje Aquí y allí, journal d’une exilée (Emma Fariñas), en el que la autora, al registrar la biblioteca de su abuela española, encuentra un diario donde su antepasado relata la década convulsa de los años treinta en la España de su juventud. Mediante el montaje de imágenes fotográficas de la época —pertenecientes al álbum privado familiar y a otras históricas— y la mezcolanza de distintas voces, se dota de una prodigiosa potencia dramática al texto de este diario.
Desde Bélgica nos llegan tres títulos bien interesantes. Por un lado, la melancólica Quand les hirondelles s‘en vont («Cuando las golondrinas vuelan», Sébastien Pins), la historia de un niño que durante un verano visita a Andrée y Fernand, una pareja de ancianos que viven en el campo y que progresivamente deben ir deshaciéndose de su ganado ante la incapacidad de poder alimentarlo. Una vida rural y sencilla que hace que el tiempo parezca, en palabras del cineasta, «correr de otra manera, como el granjero que espera el regreso de las golondrinas en primavera, o el niño al que le encanta dar de comer a los animales de la granja».
El segundo, En mis zapatos (Pedro Morato), narra bajo formato documental la historia de una madre y un hijo malagueños: ella, Carmen Mora, padece alzheimer y sueña con ser bailaora de flamenco; él, Paco Mora, sí ha conseguido dedicarse profesionalmente a ello, aún debe abandonar su carrera para cuidarla. Paralelamente, prepara una obra de teatro en la que su progenitora pueda al fin cumplir su sueño.
En el tercer caso, Amuka (Antonio Spanò) plantea la situación paradójica existente en la República Democrática del Congo, la cual «podría alimentar a casi 1 de cada 2 personas en la Tierra» —la agricultura queda representa en un 70 % de su población— pero, sin embargo, se encuentra asolada por el hambre y la desnutrición. Tratando de solventar este gran problema, los campesinos tratan de asociarse en cooperativas agrícolas.
En la brasileña Céu de agosto («Cielo de agosto», Jasmin Tenucci), Lucía (Badu Morais), una enfermera residente en São Paulo vive con su abuela desahuciada (Lucía Pereira) en un piso humilde mientras espera dar a luz a su bebé como futura madre soltera. Su tiempo coincide con aquel en el que se produjeron los devastadores incendios del Amazonas, lo que sirve como telón de fondo apocalíptico para el personaje. Numerosas imágenes simbólicas amenazan la tranquilidad de esta mujer, siendo la más potente la llegada de un cielo color anaranjado que parece anunciar el final del mundo —cuando es en realidad resultado de la selva en llamas—. Tal vez este paisaje desolador sea lo que provoque que la protagonista encuentre en una iglesia neopentecostal ese calor humano, esa hermandad o humanidad de la que parece carecer el mundo en ese tiempo.
En el grupo de las cintas españolas, cabe citar El alemán de la tienda de fotografía (Luis Pérez Bordoy). Valiéndose del formato documental, cuenta la interesante y desconocida historia real de un fotógrafo judío germano (Leo Frischer) que, tras huir de los nazis, acaba recalando en una pequeña isla de Mallorca.
Con aire de thriller psicológico, Pedro Morata Rigueras presenta Azul, un cortometraje que narra los días solitarios de una niña (Paula Gómez de Salazar) en la casa familiar. El joven cineasta, que se encuentra finalizando la carrera de dirección cinematográfica a la vez que va dando forma a sus proyectos personales, apuesta por «crear buenas historias», cuya visualización haga sentirse vivos a quienes las vean, transportándoles «a otros mundos» con personajes con los que se puedan relacionar «(o no)». En todo caso, podrá sentirse empatía con ellos, como el caso presente, donde el personaje protagónico parece ser víctima de un conflicto que no desea para sí mismo pero que sufre en primera persona.
Como tú (Marco Gosalvez) muestra la calidad humana y dotes actorales de Paco (Paco Moya), un joven de treinta años con síndrome de down al que su madre (Marta Rodríguez) anima a presentarse a un casting de actores.
En el largometraje Tener o no tener —título de evidentes resonancias cinematográficas—, Alba Morín confronta el dilema de engendrar un hijo, «o la necesidad de crear una película para aclarar esa duda».
Noria (Elisabet Terri) cuenta la conmovedora historia de Simón (Alberto Vilcan), un hombre que padece el síndrome de Asperger y que se dedica a buscar y recoger objetos perdidos en una playa con la ayuda de un detector de metales. Al coleccionarlos, imagina una historia para cada uno de ellos. Un día, encuentra a Valeria (Arlette Torres), una mujer sordomuda a la que le localiza un colgante de conchas, lo cual sirve para iniciar una conversación con ella donde pronto surgirá una complicidad mutua.
La polaca Stagnant («Estancado», Konrad Kultys) narra la fidelidad y cariño de Tomasz (Mateusz Czwartosz) hacia su hermano Adán (Igor Kowalunas), un cabeza rapada que no quiere asumir su existencia en una silla de ruedas. El problema vendrá cuando el primero reciba una oferta de trabajo en Alemania y deba separarse de su hermano.
En relación a los dos trabajos anteriores, el cortometraje israelí A Dead Sea («Un Mar Muerto», Nahd Bashir) describe la historia entre dos hermanos, uno autista (Kamel, interpretado por Mahmud Abu Jazi) y otra paralítica (Nadia, encarnada por Kawla Haj Debsy) que viajan hasta el mar Muerto para que el primero pueda tratarse la psoriasis de su cuerpo. Allí se encontrarán con la incomprensión hacia el trastorno autista y el rechazo hacia las personas árabes, debido esto último al conflicto político e histórico que tiene lugar actualmente en esta región entre israelíes y palestinos. Inspirado en un hecho real sucedido en la ciudad de Jerusalén, esta película pone de manifiesto el problema de convivencia actual en este espacio dividido entre estados y religiones.
De reciente actualidad, la relación de Ucrania con la guerra se trata en esta ocasión desde la perspectiva de un hecho real acontecido en 2014. Su protagonista, Sofía, debe realizar un viaje para buscar a su hijo, del que no sabe si está vivo o no tras haber sido derribado el avión humanitario en el que viajaba. Mother of Apostles (Zaza Buadze) logra revelar —en palabras del director—
«orgánicamente la imagen de una mujer ucraniana, combinar una historia tensa y llena de drama con la imagen femenina del personaje principal. A través de los ojos del personaje principal, vemos la vida de las personas que viven en los territorios ocupados, los rostros distorsionados por la guerra, las tierras de cultivo devastadas por los cultivos, la vida que fue detenida por la guerra».
De conflictos bélicos y humanitarios se ocupa también The oath of Cyriac («El juramento de Ciriaco», Oliver Bourgeois). En este caso, la guerra de Siria es tratada desde la perspectiva de la amenaza que supone para su patrimonio histórico y artístico. Así, el filme narra el periplo de un pequeño grupo de arqueólogos, curadores de museos y asistentes por preservar las colecciones monumentales de antigüedades en el Museo Nacional de Alepo.
La turca Silenced tree («Árbol silenciado», Faysal Soysal), narra la historia de un hombre que, lejos de afrontar los problemas de su presente, decide dejarse vencer por ellos mientras investiga su pasado.
Como contraposición a la historia anterior, la brasileña Aos que viram antes de nós («A los que vieron antes que nosotros», Caioz, Luís Henrique Leal) tiene como protagonista a un fotógrafo que, tras el hallazgo de unas instantáneas históricas, confronta la realidad de la pasada dictadura brasileña con lo que de ella puede quedar en el presente.
Las producciones italianas brillan por títulos como A moment of magic («Un momento de magia», Andrea Casadio). Esta nos hace meditar sobre las convenciones sociales, cómo la personalidad individual queda limitada por lo que «los demás» esperan de nosotros. En esta historia, dos amigas (Becka Adams y Paige Anette) salen una noche de fiesta. Durante ese tiempo, reflexionan en torno a lo que realmente buscan, cómo la familia les busca un destino, de qué manera la dependencia a las redes sociales les hace esclavas de su propia imagen o en qué modo su propia edad (superada ya la treintena) les incita a plantearse casarse o tener hijos. A pesar de la diferencia en la forma de pensar de ambas, son conscientes de cómo todo ello gravita sobre ellas y les conmina a encontrar ese «momento de magia» que les haga ser felices, incluso drogándose para olvidarse de máscaras, apariencias o de las dudas sobre sí mismas.
Les Aigles de Carthage («Las Águilas de Cartago», Adriano Valerio) recuerda la emoción que 18 años atrás suscitó para los tunecinos la final de la Copa de África contra Marruecos.
Por su parte, Atto di dolore («Acto de contrición», Ilaria Pascazio) relata la historia de Fosca (Giada di Palma), hija de un capellán (Emiliano Campagnola) que se encuentra pasando por una crisis de fe y no sabe cómo contárselo por temor a herirle. Un relato que enfrenta creencias y sentimientos y muestra cómo estos afectan a las personas en sus relaciones.
Algo similar sucederá en la estonia Abuela, conoce a Mary (Maite Russ), donde una hija planteará un reto a la mentalidad de su progenitora. En este cortometraje, la irrupción de un personaje en una familia chocará en un principio por la novedad y los prejuicios: la pareja de una de las nietas de la matriarca (Inés Aru), Silvia (Grete Konski). Mary, romperá como pareja los esquemas tradicionales del clan, afectando especialmente a la madre de Silvia, Virve (Tiina Malberg). Como en Guess who’s coming to dinner («Adivina quién viene esta noche», Stanley Kramer, 1967) —en este caso el problema vendrá de la pareja de la hija, por ser de color— el conflicto estará servido, debiendo el personaje más reacio superar su mentalidad conservadora para acabar aceptando a su nuera y permitir la continuidad armónica de su familia.
En el largometraje Cruz, la mejicana Teresa Camou Guerrero nos narra a través del formato documental la historia del indígena que da título al filme. Rarámuri mejicano, es expulsado junto a su familia de su tierra por un cártel de droga al negarse a cultivar amapolas de opio. Desde el exilio, buscan volver a su lugar de origen.
La barcelonesa Roser Corella produce desde Alemania su largometraje Room without a view («Habitación sin vistas»), que plantea el duro trabajo de mujeres migrantes como trabajadoras domésticas en el Líbano.
Producida en Reino Unido, para What a circus! («¡Qué circo!») —el trabajo quizá más breve de todos aunque no por ello menos interesante, al contrario—, la coruñesa Anita Pico despliega toda la escenografía de las funciones de prestidigitación haciéndonos pensar en torno a la parafernalia vacua que rodea nuestra realidad. Guiados por una especie de mago-juglar, muestra la falsedad de las relaciones frívolas, el teatro político democrático, el futuro laboral que el mundo les niega a la juventud talentosa y sobrecualificada o la metamorfósis virtual del exterior.
La estadounidense Letters2Maybe («Letras 2 tal vez», Yehuda Sharim) erige todo un canto caleidoscópico sobre la resistencia, construido por diferentes voces solidarias en pos del igualitarismo.
Celebrado la segunda semana de noviembre, quien desee acercarse a este festival podrá componer una mirada de distintas problemáticas humanas actuales sobre las que diferentes cineastas reflexionan, a fin de hacerlas visibles y progresar en su solución. Ello sólo podrá tener lugar a través del apoyo conjunto de la ciudadanía mundial. El Ojo Cojo pretende precisamente hacerlo más posible reuniéndolas y dándolas a conocer para que el público se solidarice con ellas, aportando con su sensibilidad el grano de arena necesario para un mundo mejor.

Javier Mateo Hidalgo (Madrid, 1988) es doctor en bellas artes por la Universidad Complutense de Madrid (2019), donde cursó sus estudios de licenciatura en la misma especialidad (2012); titulado asimismo en sucesivos másteres en formación del profesorado en la especialidad de artes plásticas y visuales, guion cinematográfico y lenguajes y manifestaciones artísticas y literarias. Ha publicado diferentes artículos en revistas académicas como Archivos de la Filmoteca, Femeris, Aniav, Re-visiones, Asri o Síneris, así como pronunciado conferencias en espacios como el Instituto Cervantes, las universidades de Salamanca, Huelva, Valencia o la Universidad Complutense y la Autónoma de Madrid, ejerciendo asimismo como profesor de educación plástica, visual y audiovisual y dibujo artístico en varios colegios de Madrid. Debido a su formación multidisciplinar, su trayectoria ha abarcado diversos ámbitos relacionados con la cultura, tales como el arte, el cine, la música, la escritura o el teatro.
0 comments on “Un festival de cine para la convivencia: El Ojo Cojo en su edición de 2022”