Escuchar y no callar

¿Un nuevo rastro para Valencia?

Miguel de la Guardia propone al nuevo gobierno municipal de Valencia la reubicación del rastro de la ciudad en las naves ferroviarias restauradas y vacías.

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Desechar objetos y mercancías, tirar a la basura alimentos y comprar compulsivamente son algunas de las acciones que ponen en peligro un desarrollo sostenible. Frente a los que demonizan el uso del vehículo a motor, sin tener en cuenta su uso profesional, o se escandalizan ante el consumo de pescado y carne por razones ambientales, creo profundamente en el consumo razonable y mesurado de alimentos, la reparación de los aparatos que se estropeen y la adquisición de libros y objetos de segunda mano frente a la frialdad de los objetos nuevos.

Comprar lo que se necesita y no lo que la publicidad nos ofrece, practicar una cocina de recuperación en la que croquetas, purés y cremas frías encuentren su acomodo y preferir lo que ya tocaron otras manos a lo recién fabricado se me antojan actitudes de respeto ambiental lejos del postureo ecológico, pero con una gran carga transformadora.

Habrán adivinado que soy un paseante frecuente de los rastros y me gusta la idea de que cuanto allí se adquiere evita la fabricación atolondrada de nuevos objetos con fecha de caducidad y permite incorporar a nuestra vivienda algo que tuvo otros momentos de vida en otros lugares, que seleccionaron otras personas, disfrutaron otros ojos y tocaron otras manos.

Es cierto que las sociedades modernas se basan en el consumo y que la fuerza de las clases medias y trabajadoras ya no es su fuerza de trabajo, como decíamos los rojos de mi época, sino su capacidad de consumo. Por ello, posiblemente, el mío sea un discurso pasado de moda y la evidencia es el desprecio con el que algunas administraciones locales atacan a los rastros. Sirva como ejemplo el de la ciudad de Valencia, que bajo la administración fatídica del señor Ribó, confinó el rastro en una zona aislada y lo rodeó de una cerca, forzándolo a un horario a la medida de la función pública, tratando de desalentar a los vendedores y compradores, y lo peor: dejó pasar la oportunidad de incorporar el de nuestra ciudad a los grandes mercados de antigüedades de Paris, Londres, Madrid o Barcelona.

La elección de una ubicación próxima a una zona habitada, aunque evitando molestias a sus vecinos, dignificaría la realización del mercado semanal y facilitaría el asentamiento de anticuarios en la zona. Además, el gasto inútil en barrotes, para cercar a compradores y vendedores, se podría haber invertido en crear un parque local de mesas y toldos que pudieran cederse temporalmente a los vendedores a cambio de los gastos de sus licencias, para mejorar la presentación, y dedicar un poco de atención a la distribución de espacios con el fin de separar mercancías de diferente tipo.

Desde aquí sugiero a la consideración del nuevo gobierno municipal de nuestra ciudad la ubicación de las naves ferroviarias, restauradas y vacías, de la zona en uso del Parque Central, posiblemente el único logro del consistorio anterior, para emplazar el rastro de Valencia. La nueva ubicación ofrecerá enormes posibilidades para el asentamiento de algunos de los excelentes anticuarios que exponen sus mercancías en nuestro rastro, contra viento y marea, debido a la proximidad del barrio de Ruzafa, que tiene una gran tradición de artistas y artesanos. Además se dotará de contenido a unos espacios desaprovechados en la actualidad y permitirá acercar el mercado a los turistas que visitan nuestra ciudad, al encontrarse cerca del centro, a un paso de la estación del Norte y las grandes vías.


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Miguel de la Guardia es catedrático de química analítica en la Universitat de València desde 1991. Ha publicado más de 700 trabajos en revistas y tiene un índice H de 77 según Google Scholar y libros sobre green analytical chemistry, calidad del aire, análisis de alimentos y smart materials. Ha dirigido 35 tesis doctorales y es editor jefe de Microchemical Journal, miembro del consejo editorial de varias revistas y fue condecorado como Chevallier dans l’Ordre des Palmes Académiques por el Consejo de Ministros de Francia y es Premio de la RSC (España). Entre 2008 y 2018 publicó más de 300 columnas de opinión en el diario Levante EMV.

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2 comments on “¿Un nuevo rastro para Valencia?

  1. guillermoquintsalonso

    Miguel, ideas y propuestas. Espero que se acepte. Guillermo.

  2. Vicent Yusà

    Estimado Miguel, sin duda el rastro de Valencia no ha sido históricamente bien tratado. Cuento al menos tres cambios de ubicación en las últimas décadas.
    Las cercas, como señalas, no son ejemplares. Pero compartirás conmigo que el peor ejemplo lo ha perpetrado la Universidad de Valencia en su Campus de Tarongers.
    Por otro lado es sano practicar la crítica a gestión municipal, pero convendrás conmigo que la primera premisa de todo edil es seguir el hipocrático consejo de “primum non nocere”, y en Valencia no se ha hecho daño con la corrupción, no se ha dañado el medio ambiente y la salud pública con una dañina movilidad, y no se ha deteriorado la moral ciudadana eliminando el maltrato animal dels “bous al carrer” en las pedanías. Para mi, suficiente gestión.
    Espero que la derecha recoja tu interesante aportación de mejorar el rastro (y siga a Hipócrates). Un abrazo

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