Mirar al retrovisor

La rebelión de las masas

Un artículo de Joan Santacana.

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Hace unos días, en el pueblo en donde resido, tuve un encuentro y una breve charla con un vecino, el cual, en pocos minutos, soltó a voz en grito una serie de improperios y de afirmaciones carentes de toda lógica, y que incluían a todas luces falsedades fáciles de poner de manifiesto. Intenté razonar, pero me fue imposible; ni si quiera pude iniciar ningún argumento, porque el sujeto en cuestión gritaba como un energúmeno sus eslóganes e improperios. Nada de lo que decía me atañía ni directa ni indirectamente, por lo que le dejé hablar —que no razonar— y me di media vuelta. Parecía que cuando más alto y sonoro uno habla, más razón tiene.

Afortunadamente, yo no soy victima de este tipo de personajes, a los que me tropiezo solo de vez en cuando, y a los que rehúyo como alma que lleva el diablo. Suelen saber de todo y rebuznan con seguridad, poseedores de verdades absolutas. Sin embargo, el fenómeno lo veo a menudo en las redes sociales; personas que afirman, aplauden o condenan con absoluta rotundidad, sin disponer de la más elemental información. Desprecian frecuentemente las opiniones razonadas de otros que, con mayor y mejor información, les discuten sus rebuznos. Los temas sobre los que se pronuncian pueden ser de cualquier tipo, desde científicos hasta sociales o políticos. Obviamente los temas políticos son muy propensos a ello y en este caso, son similares a la temática sobre gustos y sabores, en donde las leyes del estómago no suelen estar sujetas a las del cerebro.

Reflexionando sobre este fenómeno, uno tiene la percepción de que van a más; es decir, cada vez hay más personas que se comportan como asnos; ¿o quizás no? También es cierto que estupideces las pensamos todos y todas, pero hay personas que sienten vergüenza y por lo tanto no lo manifiestan, mientras que otras hacen gala de su profunda ignorancia, sin importarles en absoluto. Hemos visto a individuos increpar y discutir con médicos sobre el tema de salud o enfermedad; hemos visto a hombres discutiendo con mujeres sobre la menstruación; padres insultando a profesoras sobre cómo educar; paisanos discutiendo de historia a historiadores y auténticos analfabetos negando evidencias científicas a investigadores relevantes en sus propios campos.

Mi conclusión particular, y puede que esté equivocado, es que hoy, a diferencia de ayer, los asnos rebuznan con más impunidad e incluso hacen gala de ello. O sea, no hay más asnos: simplemente se manifiestan más y gritan mucho.

Estas reflexiones me han remitido a un libro publicado en los años veinte del siglo pasado, conocido por muchos de los de mi edad, que se llama La España invertebrada, de Ortega y Gasset. Ya sé que no está de moda y su autor ha quedado un tanto olvidado, pero a mí, cuando cursaba sexto curso de bachillerato, en el instituto de Tarragona, mi profesora de filosofía, la señorita Doménech, me lo hizo leer y lo recuerdo muy bien. En él, Ortega, hablando de los males que aquejan a este país invertebrado, afirmaba que en la capa más profunda de nuestra sociología se hallaba uno de los peores males de su tiempo, que él denominaba «la ausencia de los mejores». Según el filósofo, en España había un mal muy profundo al que llamaba aristofobia, u odio a los mejores. El origen de ese problema, ¡lo retrotraía a la Edad Media! En realidad creo que culpaba de ello a los visigodos. Al margen de esta curiosa interpretación histórica —cuyo argumento no recuerdo—, lo importante es que afirmaba que la rebelión de las masas en España, el odio a los que saben, a los mejores, era el mal más grave que tenia la sociedad de entonces.

Yo que no alcanzo, ni mucho menos, a la talla de Ortega y Gasset, creo que hoy este mal es mucho mas general y trasciende la frontera pirenaica; lo he visto en Italia y creo que es evidente en Estados Unidos y en muchos otros lares. Por ello pienso que al ser un mal tan general, hay que buscar causas generales y no se me ocurre otra que la gran expansión de las redes sociales, que dan voz a todos sin distinción de color, origen o masa cerebral. En el mundo en donde yo crecí, las ideas brillantes tardaban más en difundirse porque los medios eran más lentos, pero las ideas muy estúpidas: las que faltaban de forma evidente a la lógica o a la verdad no solían pasar de los labios del energúmeno que las concebía. Sin duda alguna, el cerebro humano, que es muy plástico, adaptable y suele hallar salidas a casi todos los problemas, también hallará la forma de filtrar tanta estupidez. Mientras tanto, habrá que tomarse las tonterías que se vierten en las redes y en los foros públicos con una fuerte dosis de estoicismo.


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

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3 comments on “La rebelión de las masas

  1. Alfonso Rodriguez

    Excelente reflexión. Gracias.

  2. guillermoquintsalonso

    ¿Qué función cumplen los planes nacionales de educación en este estado de cosas? Hay muchas virtudes que se adquieren con el estudio y que, como la prudencia, se refuerzan. Guillermo Quintas

  3. Núria Rajadell-Puiggròs

    Muchas gracias por compartir tus reflexiones y de recordar de nuevo sabias palabras de Ortega y Gasset. Cada día estoy más convencida de que tuve la suerte de nacer en la mejor época de la historia y en un contexto que no cambiaría para nada, a pesar de que todo no fue fácil… Sin embargo, alucino cada día más con esta sociedad actual repleta de mediocridad intelectual y en la que triunfan los más estúpidos…. !! Algo hemos hecho mal como sociedad, aunque individualmente no seamos conscientes !!

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