/ una reseña de Luis Castellví /
Cada año llegan al aeropuerto de Manila alrededor de seiscientos cadáveres de trabajadores filipinos en el extranjero. Este dato desolador inspiró Soledad’s sister [La hermana de Soledad] (2008). La novela fue finalista del Man Asian Literary Prize (2007), pero no ha recibido el reconocimiento que merece entre el gran público. Filipinas fue colonia estadounidense de 1898 a 1946. En consecuencia, muchos filipinos dejaron de usar el español y adoptaron el inglés. Dado que la historia colonial del archipiélago está vinculada al imperialismo estadounidense y no al británico, Filipinas quedó al margen del circuito literario de la Commonwealth. Así, premios como el Booker, que suelen catapultar a la fama a escritores indios y caribeños, han estado históricamente fuera del alcance de los filipinos. Sin embargo, La hermana de Soledad demuestra hasta qué punto la literatura filipina dialoga con los grandes debates contemporáneos.
La novela aborda la cuestión de la diáspora, cuyo volumen ha crecido de forma sostenida desde finales del siglo XX. De los aproximadamente 115 millones de filipinos, cerca de una décima parte vive y trabaja en el extranjero. Este fenómeno no es exclusivo de Filipinas; también afecta a la India, Bangladés, Tailandia y muchos otros países en desarrollo que experimentan flujos migratorios por falta de oportunidades laborales. En este sentido, La hermana de Soledad se ha consolidado no solo como un clásico de la literatura filipina, sino también como una novela global sobre la migración, uno de los temas clave de nuestro tiempo. Es, además, un testimonio de la violencia feminicida y, desde esta perspectiva, cabe leerla ante todo como una elegía.
La relevancia de esta obra no es fruto de la casualidad. Nacido en 1954, Jose Dalisay es uno de los autores filipinos más prestigiosos, y su obra lleva medio siglo abordando las realidades políticas y sociales del archipiélago. Novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y académico, Dalisay alcanzó notoriedad con Killing time in a warm place [Pasando el rato en un país cálido] (1991), la novela de referencia sobre la ley marcial de Ferdinand Marcos (1972-1986), que el autor sufrió en sus propias carnes: a los dieciocho años pasó más de siete meses en prisión por su activismo, como explicó en una entrevista para Letras Libres.
La hermana de Soledad, su segunda y hasta la fecha última novela, comienza con la llegada de un avión a Manila. Transporta el ataúd de una empleada doméstica, Soledad Soli Cabahug, fallecida en circunstancias misteriosas en Yeda (Arabia Saudí). La novela reconstruye su vida desde su infancia y juventud hasta su decisión de emigrar. En muchas familias filipinas hay al menos un miembro que se sacrifica trabajando en el extranjero para asumir el coste del progreso familiar. Convencida de que cumple tanto con su deber como con la voluntad de Dios, Soli acepta su destino, «a la manera de santa Teresa». La alusión a la santa de Ávila invita a reflexionar sobre la herencia española en Filipinas. Aunque la generación de Dalisay tuvo un contacto limitado con la literatura hispánica, el legado de 333 años de dominio colonial (1565-1898) sigue presente en muchos aspectos de la cultura filipina. Ahí está, por ejemplo, la importancia de la fe católica, a la que Soli se aferra para intentar dar sentido al sufrimiento que marca su vida y la de quienes quedan tras su muerte.
Para empezar, las autoridades ni siquiera identifican correctamente su cuerpo. De hecho, Dalisay comenzó La hermana de Soledad con la idea de escribir una comedia negra sobre una cadena de errores sin sentido. Aunque la novela terminó siendo más sombría, conserva muchos toques de humor. Este trasfondo irónico, especialmente visible en las escenas de confusión burocrática, hace que el peso de la historia sea más llevadero. Los niveles de absurdo macabro alcanzan tales cotas que uno no puede evitar pensar en Kafka, un autor mencionado en Pasando el rato en un país cálido.
La identificación errónea tiene una explicación. Soli abandonó las islas sirviéndose del pasaporte de su hermana menor, Aurora Rory Cabahug, quien se queda para gestionar las remesas. Así pues, Rory es la hermana a la que alude el título. Más importante aún, Rory se queda para cuidar del pequeño Nathan, el hijo de Soli. El capítulo tercero describe su incierta carrera como cantante en El Árbol de Fuego, un karaoke de dudosa reputación. Hay escenas divertidas sobre el mundo de la farándula filipina en el que intenta abrirse camino. Sin embargo, la vida de Rory cambia por completo cuando recibe el triste telegrama sobre su hermana mayor. Entonces deberá ir a recoger el cuerpo, acompañada por un agente de policía, Walter G. Zamora, quien la conduce desde su ciudad natal (la ficticia Paez) hasta el aeropuerto de Manila.
La mayor parte de la historia transcurre en unas pocas horas, lo que convierte La hermana de Soledad en una suerte de novela de carretera. Rory y Walter, una extraña pareja, desarrollan poco a poco cierta química. El penúltimo borrador de la novela insinuaba un posible romance, pero el autor —con buen criterio, pues Rory no está para amores— lo eliminó de la versión final. Rory lleva con dignidad el duelo, que no ahoga su anhelo de ver mundo. Más circunspecto, Walter es un excelente compañero de viaje. Caído en desgracia en comisaría y distanciado de su familia, también carga con sus propios traumas. Dalisay ofrece los detalles necesarios de su pasado para mantener nuestro interés. Pero los recuerdos que afloran sobre este y otros personajes (incluso Soli) están dosificados.
Los lectores potenciales temerán enfrentarse a un obstáculo habitual: la dificultad de acceder a la literatura filipina, incluso para quienes dominan el inglés. A excepción de cuatro autores reeditados por Penguin en Estados Unidos —José Rizal, Nick Joaquin, Carlos Bulosan y José Garcia Villa—, la inmensa mayoría de escritores filipinos sigue siendo inaccesible. Aun en las librerías americanizadas de Manila, es más fácil encontrar los cuentos de Hemingway que los de Gregorio C. Brillantes, el gigante de las letras filipinas fallecido recientemente. Por suerte, este panorama empieza a cambiar: Filipinas fue el país invitado de honor en la última Feria del Libro de Fráncfort, donde Dalisay figuró entre los autores destacados. Las traducciones resultantes prometen abrir una vía de acceso a su literatura. En este contexto, Pre-Textos publicó este otoño mi traducción de La hermana de Soledad, coincidiendo con la Feria, un gesto que se suma a los esfuerzos por reivindicar para la literatura filipina el lugar que merece.

Jose Dalisay
Pre-Textos, 2025
228 páginas
20 €
Luis Castellví Laukamp es profesor de literatura española en la Universidad de Manchester.
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