En efecto, la novela de Mary Shelley constituye el texto base (o architexto) de esta —también— novela gótica, pues «Bravura» se plantea, en principio, como una imaginativa reconstrucción de Frankenstein.
Numerosos son los lectores que se habrán extrañado al descubrir que un autor al que no se le presuponía inclinación religiosa alguna se aventurara en esta desmesurada empresa