El bar-sala de conciertos La Salvaje de Oviedo acogerá este sábado 30 de diciembre, a partir de las 13:30 horas, la presentación del poemario umbral (malasangre, 2017), de Ruth Llana, que estará acompañada por Fernando Menéndez y Marcos Canteli, miembros del consejo editorial de Ediciones malasangre.
Ruth Llana (Asturias, 1990) realiza sus estudios de doctorado en Estados Unidos. Es autora de tiembla, Premio de Poesía “Federico García Lorca” 2013 (Point de Lunettes, 2014) y del cuaderno pictórico estructuras (Ejemplar Único, 2015) en colaboración con el artista Gabriel Viñals. Una selección de textos suyos ha sido publicada en Suiza, dentro del marco de la exposición 1000 books by 1000 poets, bajo el nombre Sea así en la oscuridad (89 plus & Luma foundation, 2014). Además, ha colaborado asiduamente en diversas publicaciones con reseñas, traducción, artículos y poemas. Mantiene el blog: vertigoaniveldelmar.blogspot.com.es
Umbral
(selección de poemas realizada por la autora para El Cuaderno)
Миша В Тумане · Misha en la niebla
Animal cumbre momento fuiste pero vuelve Lázaro, camina sobre la niebla.
Animal alzado pies pequeños la mirada en tu quietud, camina hacia la niebla.
Animal en mis manos no te moriste estaba lejos, no estaba en la casa animal cumbre regresa
Animal entre mis manos no estuvieron tus huesos no tendré tus cenizas.
Qué terrible es que no vuelvas a mirarme
Que tus ojos fueran la alegría y el olvido un instante
barbilla alzada que desaparece
la brillante memoria se agazapa
Animal en la niebla animal sembrado vuelve pronto
vuelvo pronto voy hacia ti
animal soy y voy
voy hacia tus pies voy hacia la niebla
Иваново детство
Andrei Tarkovski (1962)
1.
Fuiste cristal, seno que herrumbre,
–pies delgados finísima sutura que te sostuvo,
“hijo no mires al fuego”. Apunte desollado “no mires” figura que se alarga hasta el cristal del pozo madre “mil veces no fueron una”,
Revelación constante a través de la fe “buscaste” Iván. En la singladura no hubo intercambio y en los bolsillos inquietos los dedos juegan a atrapar migas de pan “no te llevarás la mano a la boca”.
Correrán pies descalzos por el lodazal
2.
–Мама, там кукушка.
Correrán pies descalzos por el lodazal en alegría continuada
Será fragmentario lo que te retuvo
El rostro de la madre estrellado contra la grava Y temerás
Imposible construir a partir de esos restos.
Todo lo que quede en conjunción, unido por el filamento óseo hasta el cuello, “Iván, detente”, tu mirada llena de estrellas, tu cuerpo contra ti mismo, la enfermedad es tu vejez tú que ni siquiera
3.
–Какую звезду?
–Любую.
“Te dije que no corrieras descalza por el lodazal” pero hay quien no escucha y participa del incesante juego, más allá todo algún día se va acabar, se está acabando, en la cara morada del futuro, un niño colgado pies no tocan la tierra, su otra lengua que no fue aprendida sí yuxtapuesta, –los lugares te recorrían pero dónde estaban los lugares; montañas de cuerpos rendirán culto a tu esclavismo, mirada agresiva, pégame, si tú fueras mío, el deseo, el deseo, el deseo
4.
Si ni siquiera tú que ni siquiera: tú, Iván, el reverso de tu mueca es el terror de la alegría. El terror de la alegría es el reverso de la muerte y, a la par que su contrario, su veloz enemigo, su temperatura. Tu cuerpo y desarraigo, no fue la salvación quiso ser la fractura entre lo que se custodia con amor y lo que se acerca con odio. Pero no me acerco con odio. Y sin embargo siento que me acerco. Estas manos de barro que construyo son una mentira y descubrirás la falsedad que se deshace. Y digo “yo, Iván, me lo merezco todo”. Y digo yo que ni siquiera, y digo yo que con ímpetu y yo que soy rechazo y yo que soy caída y doble, y yo que soy pies que no tocan la tierra, niño que llora furioso cubierto de ira hacia la madre con la rotundidad de un gesto infantil aciago que se acerca y destruye su carne y da lugar a un nuevo rostro que cuelga; y es fuego; y es casi
Y la que desprendida si te vio/nacer/para quién/sino cómo tocarte y hacerte preguntas, sino cómo acercarte si no puedo/me/acercar/por el corte abrupto de la/disolución/vieron sus huellas y les dieron caza/los conejos como un tambor sirvieron/al busto subir/la ladera trepar/célula de luz en el resquicio/un ojo lentamente/“Acércate aquí, no tengas miedo”/primera célula, hermana/hermanito de mí/en un momento descriptivo sorprendes las manos sobre el pelaje/pero el animal había disminuido su tamaño dos centímetros/“para ti”/ y las cabezas reposaban quietas sobre la pared/como la culpa te sobrevino el movimiento/me alejé/como una ladera me sobrevino la luz/y con ella la oscuridad/tiemblo de miedo/temo no/mis manos sean la oscuridad/la penumbra/ciega/dibujan a lázaro pero su sepulcro perforado, la tierra rojiza que imagino/jerusalem/con las manos en la niebla tanteo/tu rostro/y los cien rostros de dios/con mis manos hagan la oscuridad/acometer/con la memoria en las manos/retorcer/esto oponer/tiembla mudar/frente/volumen del rostro, nariz cuello ojos, párpados de dios, manos de dios/lo que no fue tocado no será manchado/lo que mis manos no tantearon/lo que a dios no fue dado/el rostro del hermano será/para mí/sepulcro y lázaro/“camina”/ven hacia mí/hijo, no tengas/sea así en la oscuridad
umbral
Ruth Llana
Ediciones malasangre, 2017
68 páginas; 12.00 €
Cuatro poemas de Tiembla
[Publicado en la edición impresa de El Cuaderno 76, primer trimestre de 2016]
Ana tiene su cuerpo bañado, que no menstrua el cuerpo de Ana. Ana deja de ser mujer para ser Ana. Ana a veces ana se deja Ana por obstáculo. ana que es solo sudor. Sudor que se derrama. Arrullo blanco. No sangra ana porque no es Ana. No mujer en sus venas sudor. No fértil porque más allá de su pellejo, ruido. Ana, ana, cuerpo vacío la mano que te extrajo de ti, ana de ana extraída, nueve meses para el nombre de ana, para el hombre de ana, para ana. Un pájaro liberado por el conducto de ana, ana liberada en su útero, la paloma y el espíritu llenan de cuerpo las vísceras de ana. No es baladí la sangre ana, ana no eres ana por tener venas, ana no eres ana. Pero Ana daba una parte por escogida porque amaba a ana. Una parte de ana solo para ana. Sin úlceras te doy mi cuerpo. Ana observando su boca —mi boca se ensanchó sobre mis enemigos—, reclamando el color negado, la puerta al hijo, el único vínculo más allá del oxígeno, un corte en la lengua. Se alimenta el hombre del líquido como un tumor en el cuerpo de ana. Y la devora elegida porque ama a ana. Ignacio sangra, Samuel en su útero, tiene tres hijas y a las tres llamó ana. Una de sangre, una de tierra, otra de hierba. Mano señala la boca aplastada —mi boca se ensanchó sobre mis enemigos—, y ana es devorada por ana. Porque ana desangró una gallina, ana se hizo ana, liberó a la paloma por la ventana, comió su carne, se vistió con sus plumas, como última prenda tomó las raíces de los árboles, y ana mató a ana, a las tres anas, a la ana que era ana tres veces en su boca ensanchada.
Historia del sueño: clara, el huevo y la gallina
Hubo un lugar para que Clara viera a la gallina y se detuviera como el rastro del sueño, y mirara el alimento a partir de un huevo narrada la historia y la semilla perdurada donde estuvo, «quien lo recoja sea su alimento», pero dentro aún de la gallina nadie podrá tomarlo y entonces elegida será para ser, sueño en el vientre de Clara, clara para la gallina que mirará donde se detuvo, dentro del sueño, clara que devora el huevo, pelícano que devora a clara, en el huevo la gallina su estómago, mira antes del pollo, clara, en la tierra, su deseo, primordiales los restos tocarán la cara de clara, se asegurarán de la necesidad de su suerte, y será la yema deshecha en sus sueños lo que se lleven; y venga la gallina a picotear los hijos de clara, en el campo deshecho sueñe yerma y amarilla se deshace color, clara que se deshace, tiembla la cáscara, mire la gallina donde se detenga, el pelícano sus plumas su alimento, digan la gallina en el campo deshecho, abran las bocas sobre su cara, traguen el huevo, traguen a clara, su camino de huellas inventado por los hijos y en su vientre la suerte y la marca la voluntad de la patria, casa y herrumbre demolidas en sus cimientos, quemadas en sus paredes, el campo destruido y la gallina que se alimenta, los ojos de la gallina que quieta, miran a clara, clara que niña aprieta al pollo contra su pecho y lo asfixia en la legión extranjera de su seno; alimentará las ruinas con sus piernas quemadas a los hijos con sus ojos ciegos y el resto de su carne, finja las tierras que no pudo darse en el sueño y la demolición paulatina de su deseo quede encubierta bajo el mismo pecho que escondió la muerte a los niños; mire clara a la gallina su mirada puesta en el fruto de su vientre, la cáscara que todos esconden, sabrá ver la forma en las ruinas para cuando el sueño se acabe, y al despertar la yema en los dedos, mentirá también ante ellos la gallina por no saber hacerla.
Deseo de ser arquero
Nace para ser caballo ilota y relámpago y cartón y olor y tiembla tierra tiembla. Nacer para ser soplo de vida aliento, crin al galope vienen los cerros hacia mí —h acia ellos nos desplazamos nosotros, violentamente luces, esclavos. Golpe percutido (de los ojos negros sin sombra).
Respira la pausa por todo destino lo que se va, consuelo buscado en los golpes de las pezuñas contra el polvo, mantiene su memoria en las rodillas de los elefantes.
Río que trascurre, la mano del oso descubre en el interior del agua (reflejo en los ojos negros del deseo de ser crin y galope, espíritu, garra, nutria).
Golpe del suelo en los cascotes, golpe del suelo en los pies alargados hacia las estrellas (hacia los muertos).
Voy hacia los muertos, hacia los grandes cañones del desierto. Las plantas señalan el hogar del nacimiento. Para ser, momento antes, miedo hormigón tiembla.
Deseo, dirección, deseo; hacia donde voy los muertos como nutrias disparan sus arcos, y tiembla como retrocedo, voy con los muertos con la piel misma de los pies quemada, una superficie tras otra, tras otra la misma, el mismo miedo, peso que se pronuncia de correr descalzo hacia mí corren los lugares descalzos, hacia mí los muertos descalzos yo hacia los muertos descalzo.
La premura de Anselmo
Tan pequeños y desacertados, los trazos, en la mano, para el cruce de las vías donde se corte el aire. Tu premura Anselmo, tu premura escondida en la necesidad de la ceguera, quizás en ese revuelo, en el tuyo Anselmo. El cielo se cae de entre las manos, y descubres el poder de la rasgadura, de cualquiera de sus sinónimos. Estar cerca no es el espacio Anselmo, si te quedas en el centro lo entiendas, por el extremo que nos lleva y quién sabe si procurada también la premura que te tambalee. Anselmo tu premura y mi premura juntas crean el cielo, pero nuestro espacio crea solo nuestro espacio y nada ya te asegura la virtud. En tus manos la tela de los vestidos golpeados contra la piedra, olvidas Anselmo las rodillas de tu abuela hendidas junto a la tierra oyendo ciega el río con fuerza Anselmo regresas, las manos con fuerza golpean tu cuerpo contra las rocas para secar tus vestidos. Anselmo, tu necesidad y mi necesidad juntas no pueden crear el lenguaje. Con premura regresas a tu madre y olvidas los elementos, y qué está cerca y qué está lejos, para ti puede ser algo más que un absurdo paralelismo con la rasgadura. Por eso una piel que ves está dañada, por la premura del azogue, en el relato del tiempo y quién te diga «Anselmo, no te apresures».

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