Poéticas

‘Defensa de las excepciones’, de Andrés García Cerdán

Carlos Alcorta reseña un poemario que no abusa de la retórica pseudometafisica ni literaturiza la realidad más allá de lo estrictamente necesario, sino que habla de un hombre corriente que no necesita mitificar sus actos para darlos un sentido, no solo personal, sino colectivo.

Defensa de las excepciones, de Andrés García Cerdán

/una reseña de Carlos Alcorta/

Andrés García Cerdán

Aunque comenzó a publicar con apenas veinte años, ha sido en esta última década cuando la poesía de Andrés García Cerdán (Albacete, 1972) ha sido reconocida y admirada tanto por los lectores como por la crítica. Desde La sangre, que obtuvo el Premio Valparaíso de Poesía en 2014, ha acumulado en su haber diferentes galardones. En 2015 obtuvo el Premio Alegría por Barbarie: puntos de no retorno, que se publicó gracias al Premio San Juan de la Cruz de 2017, y este Defensa de las excepciones que obtuvo el Premio Hermanos Argensola en 2018. Como se ve, parece haber cierta unanimidad crítica a la hora de valorar su poesía más reciente, y lo cierto es que es de toda justicia, porque Andrés García Cerdán ha conseguido algo desde mi punto de vista nada fácil: hacer cómplice al lector de un discurso crítico del que, por cierto, el personaje que actúa como poeta, forma parte.

Así comienza el primer poema del libro, «Sobre el error»: «Me equivoco. Cometo errores./ Digo cosas inoportunas./ con frecuencia imposible deseo lo imposible». Un lenguaje cotidiano y directo que en nada se compadece con esos recursos más propios de cierta poesía metafísica, unos recursos de los que la visión contemplativa de la existencia suele hacer acopio como medio para sublimar el vivir diario, unos recursos que, además, son utilizados para exacerbar la renuencia a todo contacto con lo mediocre, con lo feo, con lo doloroso. La poesía de Cerdán no busca evadirse de la realidad, no levita, está a ras de tierra porque al autor no el importa adentrase en el lodo de los acontecimientos; es más, busca a conciencia inmiscuirse, no permanecer ajeno a sí mismo, aun a costa de ser el asunto central de sus poemas: «Atrévete a decir lo que te duele/ y el precio que has pagado por llegar/ hasta aquí, casi en agonía, cuando ya ni siquiera es importante estar/ o no estar». Los versos finales de este poema, titulado «Decadencia», son especialmente desalentadores: «Atrévete a rendirte de una vez./ No insistas. No eres más que un pobre diablo./ no tienes hijos y no dejas nada./ Ni siquiera tus enemigos son/ muchos o poderosos. Dales/ eso que te queda, tus pesadillas, todo./ Dales todo, excepto el placer de verte/ caer mañana como una inmensa/ montaña que se hundiera en el océano». Son las ideas que Cerdán ha ido adquiriendo acerca del sentido de la vida las que provocan el poema, y no al revés, de hecho, menudean los poemas en los que se aborda esta cuestión de una forma más o vemos simbólica, así en el poema titulado «Gota», escribe: «En secreto destilo mi poema./ Arde en mi boca,/ le doy/ un lugar en el que echarse/ y cobrar forma» y en «Defensa de las excepciones», el poema que da título al libro, escribe: «… pues busco la palabra/ y en ella creo y soy entero de palabras./ Defiendo esta excepción y, día a día, sueño/ con ser algo más grande para alcanzarte a ti,/ para alcanzar las ramas más altas del manzano».

No albergamos la menor duda de que Andrés García Cerdán sabe combinar con suma destreza los raptos de la inspiración con la depuración técnica que esta precisa habitualmente (aunque hay algunos poemas más desbordados en los que percibo las influencias de Dylan Thomas), pero no expone sus poemas a una rigurosa depuración estilística que, a buen seguro, les restaría gran parte de su frescura; de esa sensación de estar escritos de «un tirón», sin sufrir la tijera la goma de las correcciones. Por el contrario, imaginación y técnica reman en el mismo sentido y las secuencias rítmicas se suceden sin altibajos, amoldándose el sentido tanto al verso como breve como a las tiradas de endecasílabos.

Por otra parte, Defensa de las excepciones, a pesar de no poseer divisiones internas, no es un libro unitario —y no hago constar esto como una rémora o un defecto—. Formalmente —ya lo he dicho antes— es heterogéneo —también lo son las influencias percibidas—. El autor usa diferentes estructuras formales, desde el poema breve, como los titulados «Charles Simic» o «Lecturas de poesía polaca», al poema extenso, construido como un bloque semántico —«Defensa de las excepciones», por ejemplo— o el poema en prosa —«The Bansky’s girl»—. Los temas que arman sus poemas —algunos de los cuales mantiene una relación directa con aquellos que han dado pie al ensayo La muerte del lenguaje— son también muy variados, aunque hay una perspectiva común a la hora de afrontarlos, una más que presunta connivencia con el personaje que protagoniza el poema, sea este Robespierre o un francotirador anónimo.

Hoy que tanto se habla de la modernidad líquida y de la falta de asideros del ser humano contemporáneo, comprobamos que no toda la poesía actual se pliega a estos presupuestos. Si la poesía de García Cerdán cuenta con muchos lectores se debe a que no abusa de la retórica pseudometafisica ni literaturiza la realidad más allá de lo estrictamente necesario. Habla de un hombre corriente que no necesita mitificar sus actos para darlos un sentido, no solo personal, sino colectivo. Quizá por eso su voz suena natural, no impostada, y eso es algo que solo consigue quien sabe a dónde quiere llegar —aunque ignore el modo de hacerlo— y conoce muy bien su oficio, por eso respeta y mima las palabras, el verdadero tesoro de todo poeta, de todo escritor.


Defensa de las excepciones
Andrés García Cerdán
Visor, 2018
76 páginas
11,40€


Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. Ha publicado, entre otros, los libros Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2007), Sol de resurrección (2009), Vistas y panoramas(2013) y la antología Ejes cardinales: poemas escogidos, 1997-2012 (2014). Ha sido galardonado con premios como el Ángel González o Hermanos Argensola, así como el accésit del premio Fray Luis de León o el del premio Ciudad de Salamanca. Ejerce la crítica literaria y artística en diferentes revistas, como ClarínArte y ParteTuriaParaíso o Vallejo&Co. Ha colaborado con textos para catálogos de artistas como Juan Manuel PuenteMarcelo FuentesRafael Cidoncha o Chema Madoz. Actualmente es corresponsable de las actividades del Aula Poética José Luis Hidalgo y de las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Mantiene un blog de traducción y crítica: carlosalcorta.wordpress.com.

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