/ una reseña de Esther Abellán /
«Cuando todo se hunde/ hacia el pozo, un abismo,/ una barca que oculta/ un remo en el fracaso,/ o en la muerte de tantos/ ya sin fe en el mañana…/ La esperanza resiste/ con ejes oxidados,/ por el dolor que brota/ en el amor que duerme,/ o en la verdad que estalla/ porque seguimos vivos».
Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) es escritor, periodista y profesor universitario, doctor por la Universidad de Alicante. Se licenció en ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid. En novela ha publicado Carne fresca (1988), Festín de tiburones (1990), Alacant blues (1994), Lejos de Orán (2003), La brújula de Ceilán (2007), Para matar (2008), Nuestra propia sangre (Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policiaca, 2009), El asesinato de los marqueses de Urbina (Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial, 2013), El pintor ciego (2018) y Cuarteto de Alacant (2018). Estudioso de la transición española y el franquismo, ha publicado entre otros ensayos Los hijos del 20-N(1993), Descenso a los fascismos (1998), Ricos por la patria (Premio Internacional de Literatura de No Ficción Rodolfo Walsh, 2002), Los Franco, S. A. (2003), Los banqueros de Franco (2005), La Transición sangrienta (2010) y La familia Franco, S. A. (2019). Con Anatomía del crimen (2011) obtuvo el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana en 2012, en la modalidad de ensayo. Es autor de los poemarios Walking Blues(1978), Almar (Premio de la Alcudia, 1978), La ciudad flotante (Premio Álvaro Iglesias, 1983), La ciudad sumergida en el mar (1992), Fuera de lugar (2001), Desprendimiento (2015), Lagrimas de sombra (2018) y la obra que nos ocupa, Para los que brillan con el beso eléctrico(2019).
Mariano Sánchez Soler es un poeta indudablemente social. Sus versos transitan la vida con un filtro gris que sangra con cada injusticia y tiene el olor férreo de la supervivencia. Es en este entorno donde se desarrolla Para los que brillan con el beso eléctrico, una obra que se aleja de sus dos últimos poemarios para retomar con fuerza sus orígenes underground. El carácter urbano, lleno de imágenes de alto voltaje, transita por las calles al ritmo de la guitarra eléctrica para descubrirnos que el mundo que nos rodea es la inspiración perfecta para escribir.
«Adentrarse en un mar donde los recuerdos/ respiran la inextinguible llama del butano final,/ cuando al abrir la espita comprendemos/ que nada finaliza en sí mismo,/ que todo es tenebroso y bello/ como una luna fugaz, imperecedera./ Sigues queriendo cabalgar en el Rock and Roll,/ aunque hayan dibujado el crepúsculo/ en tu vieja y marchita camisa de flores».
Sin renunciar a la métrica y la rima, Sánchez Soler utiliza heptasílabos y endecasílabos para fijar los cimientos de una ciudad fragmentada e inflexible y dar relieve a un hombre que siente la necesidad de rebelarse ante la opresión de lo que le rodea. A través de la musicalidad interna, las metáforas y los símbolos, dibuja un lugar en el que reflexionar sobre la fragilidad del ser humano y la hostilidad del sistema.
«Quizá porque te rompes/ en las promesas necias/ y al reptar en la calle/ yo me rompo contigo,/ sin el fragor caliente/ de los invernaderos,/ con el olor perdido/ de las flores ajadas».
Con la filosofía del viaje como telón de fondo, y a través de un juego de contraposiciones, los recuerdos, la añoranza de sus propias raíces y el amor se unen a las profundas heridas que le causa la vida. El poeta es testigo y parte de un universo iracundo, lleno de injusticias y diferencias sociales, en el que hay que luchar para mantenerse fiel a las propias convicciones. Desde una postura con orígenes contraculturales, dibuja un espacio lleno de prisas, dolor, humo, ruido y violencia que convierten a la metrópoli en territorio de combate.

«Aguantamos, lloramos el trabajo,/ nadamos en un vientre blanquecino,/ en estaciones necias que me acercan/ al final de la vía y al abismo;/ el pasado se aburre en los andenes,/ los expertos revenden crucifijos,/ la grúa, tan sedienta de ataúdes,/ nocturna se desplaza de su sitio,/ railes, vías muertas y fantasmas…».
En la poesía de Mariano Sánchez Soler nunca hay derrota. Sus versos concluyen siempre con la esperanza y la fuerza de aquel que sobrevive y respira a través de la escritura; con la madurez del que decide seguir en la lucha a pesar de todo. Lejos de ser poemas concluyentes, la experiencia, el pasar del tiempo, la memoria y el camino (que siempre sigue) nos muestran la vitalidad y la fuerza de un libro que vibra al ritmo de músicos inmortales como Kevin Ayers, Jimi Hendrix, Roger Waters o Bob Dylan, entre otros.
«Con la electricidad de una guitarra,/ sin Clapton, Jimi Hendrix ni nostalgias,/ quiero buscar la luz sin destruirla./ Con el asfalto soy, me muevo, canto,/ desafinando busco, sin aliento,/ cómo salir a flote todos juntos».
La contundencia que siempre acompaña al autor, unida a la necesidad de decir la verdad, hacen que Sánchez Soler nos muestre la vida bajo la fuerza de su propia ideología. Así, el propósito de huir de las modas, de la impostura, del artificio y de la falsedad convierte sus letras en balas que impactan directamente en la conciencia.
«Aquí niego todo lo que signifique sombra,/ todo lo que santifique la matanza/ vagabunda entre palacios barrocos/ y esquizofrenia del dinero./ Me muero entre serpientes,/ y la cadencia de un tango político/ que huele a Hitler y a patatas fritas/ me recuerda que vivo en un paisaje brutal».
Con la soledad y la frialdad que destilan los trenes nocturnos, el poeta visita su pasado y nos muestra un tiempo donde el mar, la brisa, los cines de barrio y la niñez eran limaduras de libertad que desaparecían tras el cristal de una ventanilla y resistían en el recuerdo mientras los tugurios, los antros abarrotados, las zancadillas y el cansancio de la gran urbe se convertían en una realidad necesaria de humo y asfalto.
«No puedes valorar/ las esperanzas que se vierten/ en una alcantarilla de recuerdos:/ los juegos infantiles, el gua pintado en el jardín,/ el círculo de tiza en el asfalto,/ el trompo, la bicicleta […]/ En el desguace sin memoria, resiste/ aquella última tarde en que temí partir/ y encontrarme completamente solo sin el mar,/ en una tierra poco hospitalaria».
Como un fugitivo que busca destellos, sus versos se enfrentan a la muerte que significa renunciar a uno mismo. Su voz poética tiembla con el ímpetu de aquel que se sabe perseguido y prefiere caminar a quedarse quieto. De esta manera, usa como simbología la naturaleza, que entra en simbiosis con la contundencia de un ambiente de cloacas y puertas de aluminio.
«Camino despertando sin remedio,/ cansado de tejer la palabra ‘culpable’/ y muriendo en cada movimiento./ Demasiados malditos atraviesan/ los senderos asfaltados, esta cloaca/ de víboras con pelaje de amapola».
En Para los que brillan con el beso eléctrico, Mariano Sánchez Soler nos ofrece la banda sonora de su vida: Lou Reed, Van Morrison, Keith Richards, Jim Morrison, Pau Riba… se unen a las fotografías de Antonio Tiedra para dar relieve al inconformismo y al espíritu revolucionario que lo caracteriza. Apoyado por la realidad más cruda y la necesidad de buscar «un poema que sirva», nosabre el camino hacia este libro de poemas repletos de rock, metal y fuego. Y es que «no es el amor, sino la fiebre» la que ilumina sus palabras.
Selección de poemas
Blues con rabia
Cuando llega la rabia,
el cambio trashumante,
el sentir que se quiebra,
la semilla que muere
y el etcétera largo
que mueve nuestras lágrimas…
Cuando todo se hunde
hacia el pozo, un abismo,
una barca que oculta
un remo en el fracaso,
o en la muerte de tantos
ya sin fe en el mañana…
la esperanza resiste
con ejes oxidados,
por el dolor que brota
en el amor que duerme,
o en la verdad que estalla
porque seguimos vivos.
Habanera eléctrica
Cuando brotéis apenas
con lágrimas de hielo,
sin mares tropicales
ni corrientes templadas.
Cuando mi vida pase
con alas de gaviota,
con la carne porosa
de la esponja suicida,
poned en mí cenizas
de los barcos antiguos,
de las viejas fragatas
del amor laborioso,
poned en mí las redes
que son como membranas
de unos ojos anfibios
que miran en la noche.
Tren nocturno
X
Soy un huésped sentimental
desplazado encima de cualquier mesa,
presente en una fotografía de sonrisa inmóvil.
Aquí me siento isla, separado de todo
por una espesa capa de gelatina
tan dulce y antigua que me aleja del mundo,
de las aves que vuelan en vuestras palabras,
de los tiburones que merodean
en cada uno de nuestros sentimientos.
Te marcharás de nuevo
en el tren nocturno de tu tristeza,
viajero incierto y decidido.
Te llamarás espuma, viento, tormenta,
y comprenderás de repente
que el pasado es tan solo un adiós.
Jauría
Si no sabes qué buscas,
si no sabes, por eso
ni escuchas ni cobijas
ni siquiera preguntas,
respondes o abandonas…
rebélate al silencio.
Vives una jauría
que persigue tu carne
con mordiscos de cieno.
Porque tiemblas, por eso
lucha, piensa, no llores,
no te des por vencido,
no respires la pena
de vivir como muerto.
Rebélate al silencio.
Vives una jauría.
Grítale a quien te grita,
hazlo por ti, por todos
los que buscan palabras.
Declaración de guerra
Veo cómo la suerte de la humanidad
está en manos de locos.
Peter Sinfield
Aunque la soledad como un martillo
machaca la ternura suavemente,
transmito la impiedad que resquebraja
guadañas de la carne traicionada.
Solo, con la violencia salvadora
que cuelga en la bondad como un grillete,
me dispongo a luchar por la inocencia
contra el ancla indecente del silencio.
Arranca la batalla. Es el momento
de los nuevos salvajes que iluminan
dulces escapularios de metralla,
porque tanto dolor es una espada
que nos abre la sangre de la garra
para que la verdad se llame rabia.

Mariano Sánchez Soler
Fotografías de Antonio Tiedra
ECU, 2019
88 páginas
9,50€

Esther Abellán (Villena, 1971) es poeta y actriz. Estudió en la Universidad de Alicante. Es fundadora de El Mundo de Calíope, asociación cultural dedicada al teatro, recitales de poesía, performances y talleres para público infantil y adulto. Ha sido codirectora, guionista y presentadora del programa radiofónico de poesía Conectados en la noche de Radio Aspe, y redactora de la revista cultural LOBLANC. Desde 2019 forma parte del equipo de Matuska Project, compañía profesional dedicada a la creación, producción y realización de espectáculos que fusionan música, poesía, artes escénicas y visuales. Sus poemarios publicados hasta la fecha son: Recordando lo que fui (2013), En la alcoba de Venus (2014), Llantos entre caricias (2015), con fotografías de Francis Morell, y Amor encadenado (2016), junto al poeta Octavio Jover. También en 2016 recibió el tercer Premio de Poesía Ciudad de Aspe por su poemario Alianzas con el aire. Su última publicación en este género es la plaquette 4º sin ascensor (2018). En relato ha publicado su conjunto de cuentos Cinco fronteras (2018) y ha participado en diversas antologías. En 2019 gana el Primer Premio de Relatos Urbanos de la ciudad de Alicante con Aquel día. Además, es autora de textos teatrales, así como adaptaciones y dramaturgias propias y de otros autores. Ha colaborado con artistas plásticos en organización de exposiciones y proyectos de libro arte como Pandemonium o Maremagnum con Roberto Cabezas y Aware Kana con F. Morell.
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